Comisiones policiales recorrieron la ciudad de norte a sur, de este a oeste
El hombre, con la ropa trajinada de quien anda más tiempo en la calle que en la casa, caminaba con una bandeja de anime blanco en la mañana de este 10 de enero. Esa bandeja podía ser -o no ser- una vianda de las que el gobierno venezolano entrega a los asistentes a las actividades oficiales. En momentos de tensión política, como en las noches, «todos los gatos son pardos», y esa bandeja se convirtió en un símbolo del oficialismo que se rejuramentaba contra viento y marea para un nuevo periodo.
-Vete para Miraflores- le dijeron, medio en broma y medio en serio, los vigilantes de uno de los pocos restaurantes que abrió sus puertas en Caracas este 10 de enero.
-Yo tengo armas en mi casa, becerro. No sabes quién soy yo- respondió el hombre de la bandeja.
La sangre, sin embargo, no llegó al río: las armas se limitaron a las palabras para nombrarlas, y los vigilantes del restaurante zanjaron la discusión con risas.
Pero para ser un día de fiesta popular -como lo calificó el sector oficial- Caracas estuvo sumida en el silencio y la soledad. Parecía un día de la reciente pandemia por la COVID-19, como si un virus se hubiese esparcido en buena parte de la capital. En el bulevar de Sabana Grande, una zona comercial emblemática, pocos establecimientos abrieron sus puertas: solamente locales como El Palacio del Blumer y Balú, para una proporción estimada de 90% cerrado y 10% abierto.
Comisiones policiales recorrieron la ciudad de norte a sur, de este a oeste. El jefe del Estado prometió «paz, paz, paz», en un mensaje que podría interpretarse como la paz genuina o como el «paz-paz-paz» de los golpes. Alcabalas de cuerpos de seguridad del Estado se apostaron en esquinas de avenidas como la Libertador, y allí se encargaron de interrumpir el paso de muchachos en moto y otros «sospechosos».
A las 6:00 pm, en La Castellana, una comisión policial cedió el paso a un grupo de personas que salían de su sitio de trabajo. Cuando los uniformados avanzaron en una camioneta blanca, interrogaron desde la ventanilla: «Buenas tardes, ¿todo bien?». Por calles y avenidas otros vehículos circularon a velocidad reducida, cargados con hombres que miraban a izquierda y derecha de manera inquisitiva.
El gobierno festejó en el centro de Caracas y en Fuerte Tiuna. Fuera de estos sectores, parece que la fiesta se apagó temprano o nunca se encendió.