«Cuando regresó y bajó del helicóptero yo lo espere en un pasillo, en una puerta chiquita que hay en Miraflores. Chavéz me dijo: ‘Vente conmigo. Vamos a hacer una cadena. Yo le dije: no Presidente. Ahí van a estar los que no estuvieron. Ya yo estuve. Estuve en la calle con la gente. Ya yo hice lo que me tocó hacer. Me voy para mi casa a descansar. Tengo tres días con la misma ropa. Se rió con su sentido del humor y siguió radiante»
Juan Barreto cuenta que fue uno de los últimos que salió de Miraflores la noche del 11 de abril hace 22 años cuando Hugo Chávez fue prendido por quienes habían logrado el control de la situación y se disponían a tomar el Gobierno.
Al hacer un flashback de su salida del Palacio de Gobierno recuerda que vio a una joven que había caído en Puente Llaguno con un disparo que rozó su cara «que no sé de dónde saqué fuerzas y la cargué cuadra y media hasta un hospital improvisado en el Palacio Blanco. Yo creía que estaba muerta, pero no. En la noche estaba allí con u parcho en la cara y llorando me preguntaba: ‘Yo quiero ver a mi presidente Juan. ¿Qué pasó con mi Presidente?’. De ese tamaño era el fervor del pueblo con Chávez. Hoy tienen que amenazarlo, tienen que pasar listas, tienen que uniformarlo y tienen que premiarlo con una bolsa de alimento para que pueda movilizarse».
Buscamos al hombre que acompañó al proceso que lideraba Hugo Chávez para conocer su mirada desde adentro de los sucesos del 11 abril. Le pedimos que nos hablara de su percepción y la reflexión posible ahora, viendo a la distancia los eventos y midiendo su repercusión en los días convulsos que nos tocan vivir.
-¿Cuál es la sensación que le aborda cuando rememora los sucesos del 11 de abril de 2002?
-Del 11 al 13 de abril se puede definir como un día largo de un episodio que creo sigue marcando los tiempos que corren. Creo que esos días, así como “El Caracazo”, el pronunciamiento militar de Chávez el 4 de febrero, son episodios concatenados. Están vinculados por un hilo conductor que tiene que ver con las promesas, largamente postergadas, de la democracia venezolana que ofreció Bienestar Social, Seguridad Social para los trabajadores, ascenso social para las clases medias; y que en un momento se vio frustrado en la misma medida que se fue agotando el modelo rentista petrolero monoproductor.
Al mirar por el retrovisor del carro de su vida, Barreto señala que «Chávez, tal vez a la fuerza, quiso reivindicar a la clase más desposeída. Quiso llevar a cabo un proceso a profundidad de reparto de la tierra, con la Ley de Tierras, de recuperación de las aguas territoriales marítimas de Venezuela con la Ley de Pesca y un conjunto de leyes en aquel paquete habilitante que tanta lidia le dio a Fedecámaras y a los grandes medios de comunicación que actuaron en contubernio con intereses transnacionales. De los “caza-renta”, que son todas las organizaciones tienen empresas de maletín, que viven alrededor del poder tratando de sustraer la sangre de la renta petrolera».
Asegura que hubo una reacción de los sectores «más anticomunistas, más antizquierda, herederos de todos los prejuicios y de toda la tradición de la política de Seguridad de Defensa; de la tradición que golpeó a toda toda América Latina con el Plan Cóndor. Todos esos sectores, que tienen un profundo arraigo en clases medias altas y en clases pudientes, reaccionaron contra las políticas de Chávez; que dicho sea de paso fueron políticas impuestas y poco concertadas».
-¿Esa manifestación del 11 de abril eran puros ricos? Entonces este era un país de millonarios que salió a defenderse.
-No. Eso ha pasado en todas partes del mundo. Se ha visto a mucho pobre protegiendo ricos. Sectores populares votaron por Milei en Argentina, por ejemplo. Milei no llega al poder porque solo los ricos, en las clases altas votaron por él. Votaron los pobres contra sí mismos. Votaron los pobres por empoderar a políticas que van en contra de sus propios intereses.
-¿Eso pasó el 11 de abril?
-Aquí marcharon sectores populares de la base social de lo que fue el puntofijismo. De una base social que se sintió simbólicamente amenazada, más que en términos materiales y reales, por el discurso de Chávez que lo consideraban agresivo. Además tienen en la cabeza un modelo de representatividad, un modelo de democracia, es decir, muchos sectores conservadores que siguen pensando que las cosas están mejor tal y como están.
Dibuja la acción política de Chávez como la idea de «reivindicar a los más pobres. Vino a darle rostro a los sectores populares, vino a hablar de problemas que nunca se hablaban y vino a tratar de zanjar las grandes diferencias, las grandes brechas sociales que durante tanto tiempo han tenido dividido a nuestro país».
«El 11 de abril es una herida abierta porque los sectores que adversaron esas políticas siguen hoy, cada vez con menos razón, adversando a un Gobierno, un régimen que le ha ido quitando prácticamente todas sus banderas y que ha ido conciliando y concertando con los sectores que una vez salieron a protestar contra Chávez y que organizaron el 11 de abril», sentencia Barreto.
Agrega que las diferencias de fondo entre María Corina Machado y Nicolás Maduro «son de carácter puramente político. María Corina nunca dice cuáles son sus diferencias económicas con el plan que Maduro está llevando a cabo. Y Maduro -como todo el mundo lo sabe- se ha metido en el bolsillo a Fedecámaras, a Conindustria y la política petrolera que está llevando a cabo prácticamente es la política petrolera que la “casta del petróleo”, que la “Gente del petróleo”, como se hacían llamar, quisieron imponer desde PDVSA: los contratos individuales sin regulaciones a las grandes empresas transnacionales. Eso es lo que se está llevando a cabo hoy».
«Les falto paciencia a esos sectores que de manera rabiosa y virulenta se expresaron el 11 de abril del 2002. Si hubieran tenido una bola de cristal se habrían dado cuenta, que tarde o temprano se iba a imponer su programa».
-Usted sostiene que el reclamo que hacía ese sector a Chávez, hoy lo consiguió a través del Gobierno de Maduro.
-No hacía falta paro petrolero, no hacía falta golpe de Estado. Por eso digo que el 11 de abril sigue siendo una herida abierta para los sectores populares que vieron en Chávez la reivindicación de sus derechos históricos -largamente postergados- con una política de inclusión, de democracia participativa y protagónica, con una política dirigida a darle rostro, identidad a los más necesitados, a los negros, a las mujeres, a los indígenas; en fin, esas conquistas que poco a poco han venido en retroceso y poco o nada queda hoy de lo que planteó Chávez».
«Atrás quedó el Golpe de Timón que proponía Chávez para la rectificación y el reimpulso tal y cual lo llamaba. Atrás quedaron ‘las tres erres’ de rectificación y reimpulso que planteó Chávez. Poco o nada se habla hoy de desarrollo endógeno. Poco o nada se habla de Poder Constituyente originario. Ahora se habla de emprendimientos individuales y del sálvese quien pueda, del libre mercado. Es decir, triunfaron las consignas del 11 de abril después de 20 años.
-Le pido que haga un flashback. ¿Quiénes estaban en Miraflores el 11 de abril?
-En Miraflores estaban José Vicente Rangel, Nelson Merentes, Jorge Giordani, Héctor Navarro, Rodrigo Cabezas a quien vi irse, Ana Elisa Osorio, Ramón Rodríguez Chacín. José Vicente en una actitud muy valiente le dijo «presidente habrá que seguir el ejemplo de Allende, a poner la baterías antiaéreas y a esperar lo que venga». Chavéz le dijo: «Acabo de hablar con Fidel castro y me recomendó que me entregue. Que mientras el líder esté vivo hay esperanza». Eso fue en su despacho.
Sigue su relato y parece ir sacando una a una imágenes de su memoria y cuenta. “Chávez nos preguntó: ‘¿Me voy armado?’. Yo le dije Presidente no se vaya armado porque va a ser humillante que en cámara lo desarmen. José Vicente le dice ‘pero te vas vestido con tu uniforme con tu boina del 4 de febrero’ y Chávez le dijo a Rodríguez Chacín que le guardara la pistola”.
-Hablaron lo periodistas que saben de lo comunicacional.
-Así es. Eso es un símbolo. Ahí despedimos a Chávez le cantamos el himno nacional. Todos lloramos y nos abrazamos. Yo fui uno de los últimos en salir en Miraflores deprimido, consternado.
“Había un puñado de venezolanos en la puerta de Miraflores gritando ¡Chávez, Chavez! Y me impactó ver a Yesenia Fuentes una compañera que yo no conocía por su nombre. Ahora nos hemos hecho grandes y buenos amigos. Ella había recibido un tiro en la cara. Yo creía que la habían matado. Yo la recogí en Puente Llaguno y no sé de dónde me salieron fuerzas y la cargué cuadra y media y la entregué a un hospital improvisado que se había montado en el estacionamiento del Palacio Blanco y de repente la veo con la cara hinchada de un parche en el cachete gritando: “Yo quiero ver a mi presidente Juan. ¿Qué pasó con mi Presidente?’. De ese tamaño era el fervor del pueblo. Hoy tienen que amenazarlo tienen que pasar listas, tienen que uniformarlo y tienen que premiarlo con una bolsa de alimento para que pueda movilizarse.
-¿Qué hizo usted?
-Esa noche no dormí. De ahí me fui al 23 de enero. Ahí habían planes de resistencia. Los grupos y los colectivos estaban haciendo planes para oponerse al gobierno fascista de Carmona que se estaba instalando. Yo pasé toda la noche de barrio en barrio, hablando con grupos, con colectivos, articulando. No era como ahora que todo el mundo carga uno y dos celulares en la mano. En aquel tiempo habían celulares, pero muy poca gente los tenía, entonces uno tenía que desplazarse hacia los lugares y hablar con la gente. Las redes celulares no tenían la cobertura que tienen hoy. La relación era todavía mucho más presencial.
Juan Barreto ahora mira hacia lo personal y relata que otra cosa que lo impactó fue ver que todos los canales, «como tú te acuerdas, estaban encadenados».
«Entonces Carmona Estanga a partir de las 10 de la noche empezó a recorrer los canales de televisión. Para darle las gracias ‘por la defensa de la democracia’. Cuando llega a Televen lo recibe el periodista Carlos Fernández y le dice: ‘Presidente el exdiputado Juan Barreto, quitándome el cargo de diputados que me había dado el pueblo, el exdiputado Juan Barreto lo acusa a usted y al alcalde Alfredo Peña de haber orquestado y organizado la Masacre del Silencio”, comenta.
Barreto se detiene solo para enfatizar en su relato y continúa: “Carmona se voltea a cámara y dice: “Ese sujeto está siendo buscado vivo y muerto por las autoridades».
«¡Yo me asusté! Tengo que confesar públicamente que me asusté, yo no soy ningún valiente -mi compañera se puso a llorar y me abrazó-, pero supe convertir el susto inicial en coraje. Pensé… si me están buscando vivo o muerto, pues entonces será muerto o muerto. Me toca tirarme para la calle. Que me maten con la gente”, recuerda el dirigente del Movimiento REDES.
En este momento hace un aparte y dice: «Yo quiero reconocerle a alguien a quien he adversado y me ha adversado, pero para mí es necesario decirlo públicamente. Henry Ramos Allup me dijo en esos momentos que si tenía problemas lo llamara, que él se activaría para ayudarme en todo lo que pudiera. Eso algo que debo decir, es cuestión de honor agradecer delante de todo el país».
Barreto vuelve al relato de la situación y al análisis: “Como ya yo venía de recorrer barrios dije, no me voy a enconchar. Y al día siguiente me fui con la gente del colectivo “Alexis Vive”, la Coordinadora Simón Bolívar. Me fui con otros grupos. Empezamos a sacar gente para El Silencio, para la calle. La Policía Metropolitana no se daba abasto de tanta gente que venía con Carlos Carles y otros colectivos de Caricuao. Empezó a salir gente a tomar la autopista. Empecé a coordinar con algunos militares amigos y me di cuenta que la situación no estaba del todo a favor de Carmona, que eran algunos altos mandos militares”.
“Me fui hasta Fuerte Tiuna donde había una multitud brutal. El pueblo con su instinto y sabiduría se dio cuenta que tenía que neutralizar a las fuerzas militares e impedir que salieran. La consigna era: ‘¡Que no se repita el 27 de febrero! ¡Los militares son del pueblo!’ Y distintas consignas improvisadas. Apareció García Carneiro. Se montó sobre una tanqueta y empezaron a aparecer otros militares que eran leales a Chávez y al pueblo y a partir de allí comenzó a voltearse la tortilla”.
-¿A qué hora fue eso?
-Eso fue como a las tres de la tarde del 12 de abril y me fui con un diputado llamado Rodolfo Gutiérrez, que ya no es diputado, no sé qué es de su suerte. Me fui hasta el Palacio de Miraflores allí ya habían entrado Héctor Navarro, ya había entrado Giordani y entrado Aristóbulo. Cuando yo llego acababan de entrar, Isaías Rodríguez. Vi a los carmonistas que habían retenido en una habitación. Entonces nos preguntábamaos qué hacemos. Llamábamos a las guarniciones. También había en general muy activo que no me acuerdo su nombre. Entonces decidí, vamos allá bueno, este yo decidí con María Cristina Iglesias y Jesse Chacón irnos hasta el canal 8.
«Antes de salir me fui para Casa Militar y ahí estaban los soldados. Los tenientes en el suelo llorando y yo los llamé al ánimo. Yo tengo una placa que me dieron ellos, te la puedo mostrar donde me reconocen el valor. Yo no sé si era valor o no. Fue mi actuación fue lo que me salió del alma del corazón. Otros compañeros yo los entiendo y se resguardaron se protegieron. Era una situación muy delicada y prefirieron actuar con prudencia. Yo creo que yo soy muy temerario en situaciones de riesgo», dice Barreto.
En este momento su voz cambia. Parece que nuevamente mira hacia dentro. Barreto hace una pausa levanta la cabeza y parece que busca en el techo las palabras y dice: » A veces me siento y digo: ‘¡coño qué bolas tengo yo!’. Me veo en el espejo y reviso todo lo que hice y a veces no lo creo».
Regresa a la historia y relata: «Cuando llegamos al Canal 8, Jesús Romero Anselmi, Vladimir Villegas y el fiscal Danilo Anderson habían llegado 10 minutos antes. Habían entrado. Habían retomado el Canal 8. Cuando yo entré fue muy bueno, porque yo me traje la caravana de los carros de presidenciales y la gente creía que era Chávez que estaba llegando».
«En el canal 8 hicimos una especie de panel Romero Anselmi, Vladimir y yo. Entonces yo dije un par de cosas: Ha vuelto la institucionalidad. Aquí en el salón de conferencia del Canal 8 se están reuniendo todos los diputados de la Asamblea Nacional. ¡Bueno! El único que había llegado era yo, pero eso proyectó la idea de que la restitución de la institucionalidad llegaba. Mandamos un mensaje a todos los soldados y oficiales que se encontrarán confundidos. Explicamos el orden constitucional, explicamos porqué era un golpe de Estado. Explicamos porqué Chávez había sido retenido y con informaciones que recabamos en Miraflores dijimos que ya había un comando que se estaba dirigiendo a La Orchila para rescatar a Chávez», relata Barreto.
-¿Qué vino después?
-Vladimir también dijo sus cosas, las que toca decir, pero y cuando nosotros ya teníamos 20 o 30 minutos allí dijimos, no podemos regodearnos en esto. Vamos a movernos por los demás canales. Nos fuimos Globovisión y Alberto Federico Ravel, tengo que decirlo nos recibió amable. Estaba muy nervioso, estaba consternado lo que estaba pasando. Estaba sintiendo él día 12 en la noche, lo que yo sentí el 11 cuando Carmona dijo que me buscaban vivo o muerto. Entonces nosotros le garantizamos que le íbamos a mandar protección al canal. Se quedaron unos muchachos Casa Militar que andaban conmigo y nos fuimos María Cristina, Jesse y yo de nuevo a Miraflores.
El día 13
El periodista y sociólogo resume el día 13 de abril al momento en que regresa Chávez a Miraflores.
«Yo no vi el discurso del regreso de Chávez en persona. Yo me fui. Me quedé en un hotelito del centro donde un amigo que me había ofrecido posada. Lo que salió por televisión, la juramentación que le hizo William Lara, lo que declaró Isaías Rodríguez y después la vuelta de Chávez con el discurso en el Cristo en la mano todo eso yo no lo vi en presencia porque yo me fui a dormir», dice Barreto.
-¿Por qué hizo eso?
-Para hacerte corta la historia. Cuando regresó y bajó del helicóptero yo lo espere en un pasillo, en una puerta chiquita que hay en Miraflores. Chavéz me dijo: ‘Ya me he enterado que te portaste bien. Te asciendo de Cabo Segundo a Cabo Primero y me dio un abrazo. ‘Vente conmigo. Vamos a hacer una cadena’. Yo le dije: no Presidente. Ahí van a estar los que no estuvieron. Ya yo estuve. Estuve en la calle con la gente. Ya yo hice lo que me tocó hacer. Me voy para mi casa a descansar. Tengo tres días con la misma ropa. Se rio con su sentido del humor y siguió radiante»
Nota de la redacción: Las fotos que ilustran esta entrevista (excepto la portada) fueron tomadas el 11 de abril de 2002 por el reportero gráfico Enrique Hernández. Estas fotografías forman parte de una publicación del portal Alba Ciudad del año 2012. «Las FOTOS de Enrique Hernández (Venpres) el 11 de abril de 2002»