Gracias a la OIT «nosotros pasamos del presidente Chávez que le iba a mandar un misil a la CTV, a que el ministro de ese gobierno tenga que abrirle la puerta a la CTV y servirle un café», subraya la directora del Observatorio Venezolano de Libertad Sindical
No hace falta una máquina del tiempo para constatar que mundo sindical de la Venezuela de 2023 no es el mismo que el de la Venezuela de antes de 1999. Tampoco hay que viajar tanto para certificar que ni siquiera se parece al de 2013, cuando falleció el presidente Hugo Chávez; o al de 2018, cuando el salario del sector público continuó su caída por el despeñadero ya bajo la gestión del mandatario Nicolás Maduro. De todo eso puede hablar, y con «los pelos del burro en la mano», la profesora Jacqueline Richter, directora del Observatorio Venezolano de Libertad Sindical.
Para llegar a las posibles soluciones se parte de los diagnósticos. Richter puede hacerlos con precisión de bisturí. «El gobierno no acepta la disidencia, y es un gobierno con una alta presencia militar; para los militares su función es mantener la paz como sea», razona. «Incluso, el país se dividió en zonas militares» y el que está cargo de una zona considera que su función es evitar el conflicto. Recuerda lo que pasó en Guayana, con la detención de líderes sindicales «y cómo bajó la conflictividad laboral», y concluye que la intención era «mandar un mensaje».
Richter apunta otros datos: el paralelismo sindical, que «fragmentó completamente el movimiento», y la reducción del empleo, por lo que la base de trabajadores se ha reducido. «A eso le sumas represión y tienes un panorama negro para desarrollar la actividad sindical».
-¿Qué consecuencias tiene?
-¿Cuál ha sido el eje de la actividad sindical? El contrato colectivo, y el eje del contrato colectivo es la discusión salarial. Los que hemos discutido contratos colectivos sabemos que se empezaba por las cosas sencillas para terminar con la cláusula salarial. Hoy, los pocos que discuten contratos colectivos en el sector privado la discusión es sobre los bonos. La base de la protección social de destruyó. El sector privado vive vanagloriándose de lo que paga, pero es en bonos. Ellos dicen que el salario mínimo no es su problema, porque pagan más, pero pagan en bonos. Con la bonificación destrozaste la base del sistema de protección social. Al no haber protección social has puesto a la población a luchar por cosas muy básicas, elementales; incluso, pelear porque en esa cosa etérea llamada sistema Patria te depositen un bonito. Al haber un movimiento sindical tan disperso, tan pequeño, tan fragmentado, y sumada la represión, no tiene la fuerza suficiente para pararse ante el gobierno y decirle qué pasa con el salario mínimo, o si logra sentarse con el empleador, negarse a que la mayoría de los ingresos sean bonificados. No hay fuerza para reclamar.
-¿Es un fenómeno nuevo la dispersión?
-Es un fenómeno que se inicia con el chavismo. La CTV, hasta inicios del siglo XXI, era la central sindical mayoritaria. Del total de las organizaciones sindicales 70% estaban federadas. La CTV, cuando uno empezaba a hablar del sector privado, era la central mayoritaria. Había diversas organizaciones sindicales, pero la fuerza de una le permitía negociar con el Estado. La CTV había establecido una relación muy estrecha con el sistema político, muy estrecha con el Estado; llegó a ser famoso el teléfono rojo que tenía el presidente de la CTV en su oficina para comunicarse como un ministro más. Era otro sistema político, donde había acuerdos para darles cuotas de poder a sectores sociales. Eso, con el chavismo, desapareció.
-¿Se incorpora el elemento represivo?
-Hubo represión en el sistema democrático, pero nunca de la magnitud de ahora. La idea de preso sindical es ahora. Hay que recordar que la CTV le hizo el famoso paro a Carlos Andrés Pérez. Había un mínimo de negociación. Sí había problemas: había despido de dirigentes sindicales, poca protección de los órganos estatales frente a esos despidos, pero este nivel de represión…Tener más de 100 dirigentes sindicales sometidos a proceso penal es de ahora.
-¿Por qué un gobierno que dice defender a los trabajadores arremete contra la dirigencia sindical?
-Todo gobierno revolucionario debe tener dos cosas: obreros y estudiantes. Si no tiene obreros y estudiantes, ¿de qué revolución me estás hablando? Si no solo no los tienes, sino que están en contra, te desnuda. Por eso la represión tiende a ser tan fuerte contra esos dos sectores. Pero siempre he pensado que la represión más fuerte, sobre todo, a partir del madurismo, es al sector militar. La mayoría de los presos políticos son militares.
-¿El factor militar es determinante para la represión del sector sindical?
-Creo que viene más de los sectores de izquierda. Hay cosas que se están conjugando: la necesidad de orden de los militares, orden y paz; son chicos que a los 18 años entran a un sitio y deben aprender dos cosas: obedecer y mandar. El mundo sindical es el mundo del cuestionamiento. El mundo sindical es el mundo del conflicto, y el mundo militar es el mundo del orden, por lo que no se van a llevar bien. Por otro lado, la izquierda dice que estos tipos son contrarrevolucionarios, porque no pueden pensar de otra forma. Si yo estoy haciendo todo lo posible por defenderte y darte derechos y que haya justicia, y tú estás en contra mía, eres contrarrevolucionaria.
-¿Murió el contrato colectivo en Venezuela?
-En el sector público el contrato colectivo está completamente muerto y paralizado, no hay discusiones. Y en el sector privado se han discutido contratos colectivos… Por ejemplo, el sector construcción firmó su contrato y uno se pregunta a qué se lo van a aplicar, si uno sale a la calle y no ve construcción. Algunas empresas privadas están discutiendo, pero son lunares en un gran desierto; son pequeños sitios donde se está logrando alguna discusión. Pero son contratos más simbólicos, que reales; cosas que eran algo común en un contrato, como el HCM, desaparecieron. Los juguetes, desaparecieron. Plan vacacional, desapareció. Son contratos colectivos que están discutiendo bonos no salariales.
-¿La bonificación llegó para quedarse?
-Sí. En otros países se reforman las legislaciones para abaratar el despido y devolverles potestades al empleador en el manejo de la mano de obra. Aquí tienes una legislación absolutamente protectora, pero al no existir salario no sirve de nada.
-¿Hay cómo recuperar el salario?
-Sí. Hace un año la producción petrolera estaba en 700 mil barriles; los datos de Pdvsa hablan de que está en 810 mil diarios. El Seniat acaba de informar que aumentó en 30% la recaudación. Hay un sitio del que todos los sitios sale un montón de oro, el Arco Minero. La gente que está en las mesas de diálogo con el gobierno ha dicho que los aumentos salariales deben hacerse con base en recursos recurrentes y reales; no emisión. Y se han dado esos ejemplos.
-¿Hay dinero para un aumento de cuánto?
-Los cálculos que ha hecho Luis Crespo son entre 100 y 130 dólares mensuales, y eso es sustentable con dinero orgánico y de fuentes recurrentes.
-¿Por qué no se aumenta si hay dinero?
-Porque las prioridades del gobierno son otras. El gasto social no es prioridad para el gobierno.
-¿Por qué la conflictividad laboral no ha servido para mejorar la vida de los venezolanos?
-Tiene que ver con la dispersión. El gobierno sabe que tiene enfrente a un movimiento social fragmentado y disperso; sabe que ese movimiento internamente tiene conflictos. Además, es un gobierno represivo, que resuelve reprimiendo y lanzando algún tipo de pago por esa cosa que se llama el sistema Patria. La represión es un elemento clave para entender el carácter autoritario del gobierno. Al gobierno le cuesta entender. Me ha tocado participar en las mesas de diálogo de la OIT y uno se da cuenta de que están sentados incómodos, no les gusta ser cuestionados. Tienen 20 años ejercicio absoluto del poder y se han acostumbrado a que blanco es blanco y negro es negro, y punto.
-¿Ha servido para algo la presencia de OIT?
-El solo hecho de que después de 20 años el gobierno se haya visto en la obligación de sentarse con la CTV… Nosotros pasamos del presidente Chávez que le iba a mandar un misil a la CTV, a que el ministro de ese gobierno tenga que abrirle la puerta a la CTV y servirle un café, gracias a la OIT. En este momento la mesa de diálogo de México murió. El intento del presidente Petro de abrir un espacio fue fracasado. La única instancia de conversación institucional en este momento son esas mesas de diálogo. Se ha avanzado poco, o mucho, pero la ganancia es que exista y que, de alguna manera, el gobierno se siente observado. El gobierno hace todo lo posible para que la mesa se finalice.
Además, destaca Richter, los dirigentes sindicales Rubén González y Rodney Álvarez no estarían en libertad de no haber existido la mesa de diálogo de la OIT. Aunque el gobierno dice que a Álvarez «le cumplieron completo», la OIT permanentemente recuerda que el Estado tiene compromisos con él.
-¿Posemos seguir sin aumento del salario mínimo?
-Lo que va a venir es aumento de bonos. Va a seguir la política. El gobierno, a todos los trabajadores del sector público, les paga el «bono de guerra».
-¿Eso es lo que va a continuar? ¿No va a haber aumento del salario mínimo?
-En el corto plazo no lo veo. En las mesas de diálogo se ha logrado ponerse de acuerdo sobre una metodología para fijar el salario mínimo, y se va a pedir una compensación salarial. Pero no veo una política de recuperación del salario. Sus asesores son de la onda de los macroequilibrios: la gente de Correa logró mantener el país equilibrado independiente de la situación social.
-Para que el panorama deje de ser negro, ¿qué se debe hacer?
-Creo que el primer camino es la renovación sindical.
-¿Por qué?
-Porque eso refresca, trae nuevas caras y nuevos bríos. Hay un ejemplo buenísimo: la Federación Venezolana de Maestros. Los sindicatos de base se renovaron. En este momento no hay protesta en un pueblo en Venezuela en que no veas un maestro con su cartel, y ese maestro viene de esa renovación. A la Asociación de Profesores de la UCV la renovación le ha dado un brío enorme. Creo que es vital profundizar la renovación sindical. Eso no implica nuevos dirigentes. Probablemente en el sector salud, si Fetrasalud hace elecciones, Pablo Zambrano va a estar ahí. Es la fuerza de la renovación, la ratificación y reconstruir el tejido sindical. Nosotros somos un país terriblemente electoral.
-¿Habría que hacer una renovación en los sindicatos de base?
-Una renovación en los sindicatos de base, en las centrales, en todos lados. Volver a pensar en una megaelección de centrales sindicales como en el año 2021 es imposible. Hay que sincerar las cosas e ir a la renovación directa de los sindicatos de base y las federaciones. Las federaciones de la CTV deben hacer sus renovaciones; los sindicatos de la Central ASI tienen que hacer elecciones. Y después lanzarse en una renovación de segundo o tercer grado de la estructura confederada. Tienes que empezar con los sindicatos.
-¿Cómo se hacen?
-Tiene que ser parte de los acuerdos de estas mesas de diálogo. Sobre libertad hubo reuniones con el CNE, asistió un representante de la Sala Electoral, y lo que hay que hacer es bloquear la posibilidad de demandas. Soy partidaria de elecciones sin el CNE, pero reconozco que hay una cultura sindical del CNE profundamente arraigada. Si la organización decide hacerlas con el CNE, bienvenido. Si decide hacerlas sin el CNE, bienvenido. Desde que el CNE volvió a abrir la puerta después de la pandemia, y les dijo a los sindicatos que se quedaron en el paso 1 y que llevaran los papeles, tienen más de 600 solicitudes.
-¿Ese proceso debería hacerse en cuánto tiempo?
-En el primer semestre del próximo año, a más tardar, porque es casi imposible hacer ni la elección de la reina de carnaval en año electoral.
-¿La renovación qué permitiría ganar?
-Primero, fortaleza. Es mucho más difícil perseguir en este momento a la presidenta de la Federación Venezolana de Maestros, al presidente de la Apucv, porque tienen una legitimidad frente al empleador y al Estado. Y las elecciones permiten a esa dirigencia sindical conectarse mejor con sus bases sociales; al haber mejor conexión se empieza a reconstituir el tejido sindical, que es lo que se requiere en este momento. Eso permitiría a las organizaciones iniciar un camino diferente.
-¿Un camino diferente?
-Coordinar, elaborar un mínimo plan de acción común.
-¿Qué se hace con el factor militar?
-Tiene que se parte de un proceso de negociación con el gobierno de ir retirándolo. El gobierno es una federación interna, que se ha dividido el poder. Son negociaciones complicadas. Volver los militares a los cuarteles va a ser muy difícil.
-¿Qué esperaría usted de la Central Bolivariana?
-Que dejen de ser una organización paragubernamental y se conviertan en una organización sindical. Y que, en algún momento, agarren sus títulos de la milicia y los devuelvan. No puedo estar sentada con un dirigente sindical que me dice que es miliciano y que es teniente de una milicia. Que sean realmente civiles, que sean autónomos del Estado y del partido político. Hasta el momento son un parapeto gubernamental y tienen que demostrar que pueden ser dirigentes sindicales. Uno escucha al ministro y a los dirigentes sindicales y el discurso es el mismo. Deben tener un discurso propio.