Cuando hay incendios, hay más concentración de material particulado en el aire. Indígenas de Bolivia y Brasil son los más vulnerables por su cercanía a incendios. Una forma de prevenirlo es monitorear el aire, pero en la región es un desafío
Las personas que habitan en los territorios indígenas de la cuenca amazónica tienen el doble de probabilidad de morir de forma prematura a causa de las partículas del humo de los incendios que el resto de la población.
Así lo muestra un estudio publicado en la revista Environmental Research: Health, que utiliza un modelo de transporte químico para calcular cómo cambia la concentración de unas partículas llamadas PM2,5 en el aire cuando hay incendios y cuando no, con el fin de determinar cuántas de ellas respiran las personas en la zona amazónica en comparación con el resto de la región.
Las sustancias suspendidas en el aire como polvo, hollín, metales pesados o cenizas, entre otras que tienen una dimensión suficientemente pequeña para ser respiradas se clasifican según su tamaño. Las partículas de tamaño igual o menor a 10 micrómetros se conocen como PM10 y las más pequeñas, que miden menos 2,5 micrómetros (es decir, 100 veces más pequeñas que el diámetro de un cabello humano), se llaman PM2,5.
Desde hace décadas se sabe que estas partículas tienen efectos sobre la salud de las personas, asociados al aumento de enfermedades respiratorias y cardiovascular, porque son capaces de llegar profundamente en los pulmones y depositarse. Además, al ser más ligeras, permanecen más tiempo en el aire y pueden tener impactos a largo plazo.
“Cuando queríamos ver quiénes estaban muriendo [por respirar el humo de incendios forestales], la mayoría de los estudios usaba datos de hospitales o clínicas, pero para la gente que vive en el Amazonas, de mayoría indígena, no es tan fácil tener datos de sus afectaciones porque no hay hospitales ni clínicas cerca tristemente, por eso quisimos averiguarlo”, explica a SciDev.Net, Eimy Bonilla, una de las autoras del estudio e investigadora de la Universidad de Howard (Washington DC).
Para obtener esos datos, simularon dos escenarios, con y sin incendios, con el fin de determinar las concentraciones de PM2,5. Luego usaron un cálculo matemático (función de respuesta a la concentración) que permite comparar estos niveles de contaminación con la morbilidad de un sitio determinado.
Así calcularon el exceso de muertes, es decir, cuántas personas mueren en el escenario donde hay incendios y, en consecuencia, más PM2,5 en el aire.
El estudio concluye que mientras que la exposición al humo es responsable de dos muertes prematuras por cada 100.000 personas al año en Sudamérica, cuando se trata de personas que habitan territorios indígenas de la región amazónica la cifra se duplica: cuatro por cada 100.000.
“Si vives en esas áreas, respiras más humo, entonces eso al final afecta más tu salud y puede causar que mueras. Sabemos que hay menos gente viviendo en las zonas indígenas que en las no indígenas, no podemos decir que muere mucha gente ahí, pero si lo ponemos 1 a 1, vemos que las zonas indígenas son doblemente afectadas que otras regiones”, explica Bonilla, de origen salvadoreño.
Este resultado coincide con estudios previos y también con lo que se reportó en el primer informe regional del Lancet Countdown Sudamérica, publicado el 28 de marzo, que explica que “la selva amazónica tiene una resistencia relativamente baja a los incendios forestales. Esto se está agravando por el cambio de uso de la tierra y la deforestación”.
Actualmente hay 5,8 millones de personas viviendo en territorios indígenas de la cuenca amazónica, y representan 1,4 por ciento de la población total de América del Sur.






