Los grupos hamponiles se dedican a desmembrar a las víctimas y difundir los hechos en videos a través de redes sociales. Según el Observatorio Venezolano de la Violencia, en 2020 ese estado ocupó el primer lugar en la tasa de homicidios a manos de delincuentes
Hasta finales de 2018 existían 83 organizaciones delictivas que operaban en 18 entidades del país. Otros 27 grupos se fueron sumando y para diciembre del año siguiente, se contabilizaban 110 bandas criminales, informaron de forma extraoficial, funcionarios adscritos a la Brigada de Respuesta Inmediata de la Fuerza de Acciones Especiales, de la Policía Nacional Bolivariana.
A la fecha figuran 130 organizaciones hamponiles, que superan el número de hombres, en comparación con el pie de fuerza de las policías municipales y estadales, indicaron fuentes del grupo táctico de la PNB.
Expertos consultados refieren que las organizaciones criminales «han cambiado su accionar delictivo: ahora son más agresivos, vengativos, despiadados». Indican además que de las megabandas, surgen sub grupos «encargados de explorar otros territorios, participando en delitos menores hasta perfeccionar la técnica. Pero llevan años en la calle, ya conocen del mundo hamponil», señala Miguel Dao, exdirector del extinto Cuerpo Técnico de Policía Judicial (CTPJ) y del Cicpc.
Violencia 2.0: Crímenes atroces que se exhiben en redes sociales
«En su afán de expandir territorialidad los menos experimentados son quienes ejecutan los crímenes más atroces: desmembramiento de personas, torturas por largas horas. El mensaje es contundente: si no sigues nuestras normas , esto es lo que te puede pasar. Si hablas con policías, esto es lo que te espera. Lo mismo si mantienes contacto con otras bandas rivales que se disputan la misma zona», indicó Dao.
El comisario Miguel Dao apuntó que desde hace cinco años, la tortura y el resto de los modos de ejecución violentos se han incrementado con mayor evidencia en regiones del estado Miranda: Los Valles del Tuy, Ocumare del Tuy, Cartanal, Alto de Soapire, Barlovento, Higuerote.
En marzo de 2017, hallaron un cadáver desmembrado y con una nota de amenaza en la quebrada Araguita de Ocumare, en el estado Miranda. Las fotos del hecho fueron difundidas en redes sociales, como mensaje.
Fue en 2018 cuando un grupo hamponil del sector Rangel, en el estado Miranda, desmembró a un joven con un machete. La víctima estaba viva y aunque suplicó por su vida, fue asesinada sin piedad. El video fue difundido en redes sociales.
En 2019, un motorizado halló los restos de un cadáver descuartizado en dos sectores de la autopista Ocumare-Charallave; el cuerpo estaba a un costado de la vía y la otra parte, incluso la cabeza, se localizaron en un área boscosa dentro de un saco blanco.
En 2020, una mujer de 69 años de edad fue descuartizada en su vivienda ubicada en los Valles del Tuy. Los restos de la víctima fueron dejados en la sala y en el baño, en medio de un charco de sangre; también tenía una soga en su cuello.
En marzo de este año, un sexagenario fue desmembrado en Los Valles del Tuy . Estaba dentro de su residencia. Delincuentes miembros de la banda Los Salvajes , conocida también como Los Sanguinarios, que opera en el municipio Paz Castillo, escribió en la pared de la residencia : «No matamos por matar. Por sapo» , con la sangre de la víctima.
El hecho más reciente, fue el de dos mujeres que fueron desmembradas. Las extremidades quedaron expuestas en tres lugares diferentes del sector El Cumbo, municipio Andrés Bello (San José de Barlovento). La policía de la región atribuyó el crimen a la banda «Eduardo Delicias».
Esta banda está ligada a homicidios similares. En abril, un agente de Contrainteligencia Militar fue torturado y asesinado luego de que unos piratas de carretera interceptaron el camión en el que se trasladaba por la Troncal 9. Su cadáver fue introducido posteriormente en el mismo vehículo de carga, para que lo sacaran de la zona.
En noviembre del año pasado, asesinaron a un sargento de la Guardia Nacional Bolivariana y a su acompañante. Luego abandonaron los cuerpos en la Laguna del Conde ubicada en la parroquia San José, del municipio Andrés Bello.
Para Luis Cedeño, sociólogo y director de la Asociación Civil Paz Activa, existe un criterio para distinguir a una banda de una megabanda.
«La primera está caracterizada como delincuencia organizada, con no más de 20 integrantes, y se dedican al hurto y robo a mano armada. Las megabandas operan en un amplio sector de una localidad. También tienen más de 60 hombres armados, dedicados a los delitos de secuestro, extorsión, control de puntos policiales y alcabalas en las regiones».
Cedeño puso como ejemplo las megabandas del Tren de Aragua y la del Coqui en la Cota 905.
En Cifras
De acuerdo con el Observatorio Venezolano de Violencia , en 2020 «se registraron 4.153 homicidios cometidos por los delincuentes, para una tasa de 15,9 víctimas por cada cien mil habitantes, muy por encima de cualquiera de los otros países considerados violentos en América Latina».
Representados geográficamente
El OVV – a cargo del sociólogo Roberto Briceño León-, destaca que «las 24 entidades federales de la república están en situación de epidemia de violencia. De las 356 unidades sub-estatales que hay en el país, compuestas por los 334 municipios y las 22 parroquias del Distrito Capital, 286, que representan el 80%, se encuentran en situación de epidemia de violencia».
En 2020, la entidad mirandina ocupó el primer lugar con una tasa de violencia de 70,7 por ciento, seguido de Distrito Capital (56,2) y Aragua (60,5), Bolívar (62) y Sucre (61,3), dos entidades donde se ha concentrado la actividad del crimen organizado dedicado al tráfico de drogas, minerales preciosos y personas.
«En las posiciones siguientes y con tasas entre 40 y 50 muertes por cada cien mil habitantes se encuentra el estado Zulia (47,5), Monagas (49,3), Guárico (48,5), Delta Amacuro (48,1), Portuguesa (47,5) Yaracuy (45,5) hacia donde se han movilizado bandas del estado Carabobo y Aragua», reseñó el OVV.
Organizaciones delictivas por regiones
El estado Miranda encabeza la lista con un total de 11 bandas señaladas: la del Sotillo, Eduardo Delicias, Wileisy, Culón, Cara ‘e perro, Demeri, Piratas de la Panamericana, Falsos Cicpc, los Morochos, Oreja y Johán Picúa.
Le sigue el estado Yaracuy con la misma cantidad de bandas: el Pastorcito, Nano, Wilmer, Patico, los Parceleros, el Titanic, los Tapias, los Amarillos, Cara ‘e Hulk, el Boris y el Bombillo.
El tercer lugar lo ocupa el estado Trujillo, con 10 bandas identificadas: la del Colombiano, el Conejo, Pedro Caballo, el Babillo, el Cagón, los Quema’o, el Carlito y el Blasito.
El resto de las bandas se distribuyen primordialmente en Amazonas y Barinas. En el primero están el Ejército de Liberación Nacional, los Tarapire, los Buscadores de Oro y los Guajiros; mientras que en la entidad llanera figuran los Hacendados, los Escopeteros, los Sabaneros y los Sindicatos de la Carne.
Otros estados afectados son Guárico, Cojedes, Zulia, Sucre, Apure, Bolívar, Portuguesa, Anzoátegui, Falcón , Mérida, Aragua, y Táchira.
En Distrito Capital se precisó que actúan las bandas del Coqui, Primero de Mayo, los 70 de El Valle, el Marín, los Corridos de El Guarataro, el Loco Leo y otro grupo de los Cara e’ Hulk.
«Mientras impere la impunidad, el delincuente será más agresivo»
«Toda política de Estado – en materia de seguridad-, fracasa porque no son planes estructurados , sino coyunturales. Mientras sigan existiendo las zonas de paz, el delincuente tendrá más campo de acción, se siente con poder. Este nuevo delincuente , es el hombre nuevo de la revolución, pero con un tiempo de vida no mayor de 25 años», sostiene Dao.
A juicio del comisario, en el país se requiere «imponer la ley , – en el marco de los Derechos Humanos-. Los planes de seguridad, no deben verse con un lente político, porque la delincuencia no actúa por colores», acotó.
Y agregó «tenemos una copia de países como Colombia, México y Brasil. Pero a diferencia de esos países, los delincuentes no tienen miedo a la autoridad. Se graban, se exponen, hacen honor a sus actos, se sienten con poder, siente que nunca será castigado y mientras impere la impunidad, el delincuente será más agresivo».
«No vale que se lleve a la cárcel, porque no son lugares que permiten luego la reinserción social. Las cárceles venezolanas son un spa, y permiten que el delincuente se capacite y salga experto en otros delitos», concluyó.