Los gremios de la enfermería organizaron una jornada nacional de protesta para este miércoles 12 de mayo. En la capital del país se concentrarán en la plaza Caracas. En Maracaibo, cargarán una cruz a las puertas de la Basílica de la Chiquinquirá
Es difícil imaginarse a la pionera de la enfermería moderna, Florence Nightingale, lidiando con hospitales sin agua, atendiendo una pandemia sin siquiera una mascarilla o preocupada porque no tiene qué comer. Este 12 de mayo se cumplen 201 años del nacimiento del «ángel guardián» de los enfermos, y sus colegas venezolanas lo conmemoran con protestas en la calle de norte a sur y de este a oeste.
Sin un plan claro para la vacunación contra la COVID-19, con un sueldo de 4,1 millones de bolívares al mes (poco más de un dólar) y expuestas a riesgos las enfermeras y los enfermeros celebran el Día Internacional de la Enfermería. Hania Salazar, presidenta del colegio de enfermería de Zulia, tiene 40 años de ejercicio profesional y defiende la bondad de su oficio, pero este miércoles encabezará la manifestación «La cruz a cuestas de la enfermería en tiempos de pandemia», frente a la Basílica Nuestra Señora de Chiquinquirá.
«Nos han crucificado a nosotros por los pecados de las autoridades que han debido administrar los recursos de Venezuela. Vamos a cargar la cruz este miércoles como símbolo de sacrificio. Va a ir acompañado con el rosario del Jesús de la M¡sericordia, porque tenemos que pedirle a Dios que nos ayude» en vista de que las autoridades no responden, explica Salazar en entrevista con Contrapunto.com.
Hasta el 21 de abril, se reportaba el fallecimiento de más de 80 enfermeras y enfermeros por COVID-19.
Sobran las razones para manifestar. Este miércoles «vamos a protestar por el pírrico salario, por las condiciones laborales, porque se nos están muriendo las enfermeras. Solo en Zulia tenemos 25 profesionales de la enfermería fallecidas por COVID y ocho hospitalizados», detalla Salazar. «No hay protección para nuestros profesionales, los equipos de protección personal son deficientes, carecemos del saneamiento, no hay agua potable por tubería, no hay baños operativos. Hay desnutrición, porque la dieta de nuestros profesionales se basa en carbohidratos, y esto influye en la deficiencia del sistema inmunológico para afrontar cualquier virus».
Con un salario de menos de dos dólares al mes, enfermeras y enfermeros -sobrecargados de trabajo en los hospitales- se han visto obligados al rebusque. La pandemia que los amenaza les ha abierto oportunidades de trabajo con pacientes que se recuperan de la enfermedad en casa. Los 300 dólares que piden son una ilusión.
«Dos enfermeras atienden a 45 pacientes por COVID-19 en el Hospital Universitario de Maracaibo», calcula Salazar. «Tenemos muchos pacientes, pocas medidas en los hospitales y tenemos un agotamiento muy grande, agotamiento físico y mental». A las guardias les siguen las jornadas de atención de enfermos a domicilio.
En esta segunda ola de la enfermedad han fallecido más enfermeras. Están expuestas a una carga viral altísima, señala Enrique López Loyo, presidente de la Academia Nacional de Medicina. Hay un mercado secundario de atención de enfermería, formado por enfermeras que salen de su turno a atender a cuatro o cinco pacientes, apunta López Loyo.
«Tenemos un 30% de enfermeras activas y es preocupante que se nos terminen de enfermar. Pensamos más en el paciente que en nosotras mismas y las autoridades no han reconocido que hay que hacer más por las enfermeras. Hemos pedido que reactiven los comedores para que tengan una buena alimentación, un transporte efectivo, que puedan bañarse antes de salir de los hospitales, que tengan los equipos de protección personal», enumera Salazar. «¿Cómo me va a decir el señor Maduro que no sabe que nuestro sueldo es de 4 millones de bolívares? No estamos trabajando por el salario. No hay de dónde sacar enfermeras, porque las enfermeras no salen de una rifa; salen de una universidad donde van a formarse para salvar vidas. El paciente se recupera con la atención de la enfermera».
Hasta al beato José Gregorio Hernández, le piden apoyo. «En 2011, después de la huelga de hambre, me enfermé con dengue hemorrágico y me compliqué. Le imploré a José Gregorio, le pedí que me salvara, y cuando desperté conseguí a un doctor en mi cama mirándome; lo miré tres veces, y a la cuarta vez ya no estaba», relata la enfermera zuliana. Hoy le pide al «médico de los pobres» que interceda por pacientes y por trabajadores de la salud.