Las lecturas son muy disimiles y abundantes, pero la conclusión en las primeras de cambio es que se aviva el conflicto político y la lógica de la negociación se aleja. las partes comenzarán nuevamente a tensar la cuerda y tratar de arrasar al adversario
«Los sacamos de aquí», dicen unos. Desde la acera del frente los otros gritan: «son la barbarie y les demostramos que teníamos la gente de cuerpo presente».
Los resultados de careo del 5 de enero de 2020 no están en blanco y negro. No se sabrán hasta ver cuáles son las acciones venideras para capitalizar cada suceso que generará este evento político.
El chavismo dentro de la lógica de la dualidad de poderes logró «justificar» de alguna manera que existe otro Parlamento y que no es Guaidó quien lo domina.
Desde allí tratará de seguir minando la influencia opositora en este Poder Público y llevarlo al plano de sus intereses.
Tener dos parlamentos busca diluir la influencia de la oposición que deberá esforzarse en sostener el apoyo internacional.
¿Qué pasó?
Desde el exterior la exigencia a los dirigentes que cuestionan a Maduro está en la necesidad de dar una demostración de fuerza popular, respaldo de calle que infunda respeto sobre el adversario.
Hasta ahora esto no se ha logrado. El miedo, la disuasión, la desmotivación y fatiga del opositor de a pie, ha sido aprovechada por el chavismo para copar espacios y esta acción del 5 de enero apunta en esa dirección.
Esta fue una operación de este tipo. Así pues, sostienen que con 81 votos de diputados disidentes y del oficialismo, tienen un Poder Legislativo legítimo.
Desde la Asamblea Nacional que preside Luis Parra se avanzará en la designación de un CNE que no podrá concretarse porque no tienen la mayoría calificada para este trámite. Por esta vía declararán Omisión Legislativa y el Tribunal Supremo de Justicia lo aprobará.
Esto le complicará a la oposición su decisión de participar, porque los sectores radicales los crucificarían desde la redes si van a una consulta electoral con un CNE no electo por el Parlamento
En este escenario se aleja el acuerdo para una salida electoral consensuada.
Las acciones del chavismo son medidas y programadas con el rigor del objetivo trazado y una estrategia definida y pensada siempre en el mediano plazo.
¿El costo? Alto por supuesto.
Las formas son importantes para la relaciones internacionales. Esto inhibirá a los aliados a retratarse. Al presidente mexicano, por ejemplo, le costará respaldar esta acción y la diplomacia azteca hará cintura para quitarse este golpe.
¿Cómo reaccionará Alberto Fernández en Argentina? Con distancia probablemente para evitar ataques.
¿Asfixia?
Por otro lado, las sanciones se harán más duras y se complicará más la gestión de recursos y el cerco financiero se hará más fuerte cada día. Si esto es verdad, no es menos cierto que el Gobierno ha asimilado estos golpes y ha conseguido vivir con menos aire.
Las consecuencias las sufre directamente la gente y la base dura del chavismo cree en el discurso de la resistencia épica.
En la medición del control de daños el oficialismo piensa que «no es mucho más lo que me puedes apretar», a menos que sea la invasión, ante la cual poco o nada puede hacer, pero implica un costo político muy grande para Estados Unidos.
Además, en este momento, la tensión con Irán desata un conflicto capaz de concentrar la atención de la Casa Blanca y el mundo en otro lugar del planeta.
El otro costo es la pérdida de los aliados porque los integrantes de la Mesa de Diálogo Nacional comenzaron a repudiar las acciones del chavismo de impedir a una parte de los diputados opositores llegar al hemiciclo de la Asamblea Nacional.
Lo ven como una agresión. Se impone el espíritu autoritario que le han cuestionado al Gobierno y eso tenderá a redefinir las relaciones de estos personajes con el Gobierno. Eso poco importa si llegan nuevos interlocutores
El Gobierno apuesta por tensar la cuerda y jugar muy rudo para forzar las elecciones parlamentarias que le permitan oxigenarse.
Esa parece ser apuesta, que al final puede ser peligrosa, porque puede entregarle a su adversario una razón para pelear y saque a su gente del marasmo, el desánimo y la apatía.
Del otro lado
La oposición siente que logró demostrar que es valiente y que tenía los diputados suficientes para sostener a Guaidó. Se siente vencedora ante la llamada Operación Alacrán.
Con 100 votos, que se esmeraron por hacer visibles a través de los medios digitales que transmitieron el acto celebrado en la sede de El Nacional, sienten que legitimaron la reelección de Guaidó.
Sin embargo, las heridas siguen abiertas. Las fricciones están flor de piel y por eso el discurso de Guaidó apuntó al tema unitario, esta vez con más aplomo y más centrado.
Luis Vicente León advierte que «el mayor impacto negativo para la oposición no es la creación de facto de una nueva institución paralela a la AN que se agrega a la ANC. Todos saben hasta dónde puede llegar el gobierno. Es la materialización pública de su fractura y la visibilidad de sus propios monstruos internos».
Asimismo la decisión de Guaidó de asumir la «sobreestimación de las expectativas», da una señal de que pudieran, seriamente, estar evaluando los errores tácticos y estratégicos que han cometido.
Guaidó no insistió en su ecuación o mantra. Llamó «a echar el resto» y reconoció el desgaste. Parece que trata de deslastrarse de los condicionamientos que su discurso le ha impuesto.
Que haya pedido libertad a su partido lo coloca en un escalón más alto. Esta decisión a todas luces apunta quitarse «la raya» de ser el «muchacho de los mandados» de Leopoldo López, argumento que ayudó a potenciar Humberto Calderón Berti en su ataque a la figura de Guaidó en el momento de la ruptura.
¿A dónde llegaron las grietas de la oposición? ¿Esta acción del chavismo ayudará a sanarlas, atenuarlas o esconderlas?
El juego se vuelve rudo.
La conflictividad estará a la orden del día.
El chavismo jugó la carta de la dualidad de los poderes públicos para debilitar a la oposición, su radio de influencia y construir la salida electoral que quiere.
La oposición consiguió un evento que puede ayudarla a construir el músculo para reanimar a sus masas y ejercer la presión necesaria que genere un suceso político que le dé una opción de poder.
¿Quién lo capitalizará?
Para responder esas preguntas se quieren bolas de cristal de las que no disponemos. Solo tenemos pies planos.
El juego apenas comienza.
