Las protestas en Hong Kong comenzaron en junio debido a un polémico proyecto de ley de extradición, ya retirado por el Gobierno, pero se convirtieron en un movimiento que busca mejorar los mecanismos democráticos del país y una oposición a la injerencia de Pekín.
El Viceprimer Ministro chino, Han Zheng, aseguró que ningún país del mundo toleraría los «actos extremos y destructivos» de los manifestantes de la excolonia británica que, «han traspasado los límites».
Manifestó que «en los pasados cinco meses, los disturbios en Hong Kong se han convertido en infinitas actividades violentas. El orden social se ha quebrantado y se han cuestionado los fundamentos del principio de un país, dos sistemas».
Han Zheng indicó que «este tipo de extrema, violenta y destructiva actividad no sería tolerada o aceptada en ningún país o sociedad del mundo actualmente».
El dirigente chino dijo que las protestas «dañan los intereses de la gente» de la ciudad y consideró que detener la violencia y restaurar el orden es el «trabajo más importante para la sociedad hongkonesa».
El Viceprimer Ministro afirmó que Pekín dará su «completo apoyo» para «acabar con la violencia» y restaurar el orden.
Asimismo, la jefa del Gobierno hongkonés mostró su «tristeza» porque un tercio de los 3 mil detenidos en las protestas sean jóvenes y porque «el momento para el desarrollo de la economía de Hong Kong era muy bueno» antes de las protestas.