El trabajo de Mancini, la búsqueda y la consagración de los jóvenes y un récord de victorias caracterizan a esta nueva Italia, aún con defectos, pero con enorme margen de crecimiento
La Italia de Roberto Mancini en estos días enfrentó los dos adversarios que, paso a paso, resultaron convertirse en las más temidas del grupo J, es decir, Armenia y Finlandia, 3-1 y 2-1, respectivamente. El técnico logró superarlas brillantemente, gestionando las ausencias de Chiellini, Insigne, Pavoletti y Zappaccosta (sin tocar el castigo disciplinar impuesto a Moise Kean y a Nicolò Zaniolo).
Las ausencias no impidieron al equipo de Mancini de seguir su camino, un club finalmente con identidad bien definida, caracterizada por la constante búsqueda de la posesión del balón, que utiliza bastante instrumentos tácticos del juego de posición y que intenta siempre recuperar el balón defendiendo hacia adelante y presionando los adversarios.
Las dos victorias, si bien confirmaron la bondad del trabajo del técnico, evidenciaron también algunos aspectos del juego y de los futbolistas sobre los cuales es necesario trabajar con particular atención.
La calidad de los recibimientos tras las lineas:
Contra Armenia, Italia desplegó su clásico 4-3-3 que, en fase de posesión, cambiaba hacía una especie de WM (dibujo táctico del 2-3-2-3) asimétrico. El lateral derecho Florenzi acompañaba a Bonucci, en la línea de 3 retrasada en fase de construcción, mientras Barella y Bernardeschi ocupaban los medios espacios frente a Verratti y Jorginho, moviéndose de sus posiciones iniciales de interno derecho y externo izquierdo. La amplitud era ocupada por Chiesa en el costado derecho, mientras que el izquierdo pertenecía a Palmieri, que avanzaba en el espacio libre dejado por Bernardeschi.
A Mancini le gusta dominar el balón con el doble play, Verratti-Jorginho, acompañados por tres defensas. Este dominio debe ser, debe convertirse en eficaz, ocupando los espacios verticales del campo, jugando en los «half-spaces» (semi-espacios que se forman entre los 3 sectores verticales del campo, externo izquierdo, externo derecho y media) y alargando la malla defensiva con dos jugadores dispuestos en amplitud.
La bondad de este sistema de juego está en la capacidad de controlar verdaderamente el partido, utilizando la posesión del balón como arma ofensiva, antes que instrumento preventivo de los contragolpes adversarios. Sin embargo, todo depende también de la habilidad de aprovechar las recepciones en los semi-espacios, o, en alternativa, en aquellas amplias.
La transición defensiva:
En el partido ante Armenia, junto a la escasa calidad de juego en los tres cuartos de cancha adversaria, se evidenciaron dificultades en la fase de transición defensiva. Con tantos hombres sobre el balón y una construcción baja que trata, especialmente con los dos internos, de atraer la presión del otro equipo para liberar espacios a las espaldas (algo muy recurrente en el sistema de juego de Sarri en su época en el Napoli, debido a la presencia de Jorginho), la administración del balón se convierte en un aspecto fundamental en la transición defensiva.
Todo eso toma forma con la presencia de Verratti y Jorginho, ambos hábiles defendiendo hacía adelante, pero que se les dificulta mucho la fase estática y aquella corriendo hacía atrás. El gol encajado por Karapetyan es un ejemplo de la necesidad de Italia de mantener un equilibrio posicional en el dibujo táctico en fase de ataque y evitar perder el balón abriendo flancos a los contragolpes adversarios.
El futuro de la Italia de Mancini:
Si se usa como punto de referencia la desastrosa Italia de Gian Paolo Ventura, donde las ideas de juego poco claras y fáciles de esfumar, donde la rigidez táctica era comparable con la de un invertebrado, esta selección azzura es otra cosa totalmente. El brillante camino en el grupo J de clasificación a EURO 2020 (18 puntos, 6 victorias en 6 partidos, 18 goles a favor y 3 en contra) le ha casi regalado a selección italiana la fase final de la Eurocopa, ya que se encuentran a tan sólo 3 puntos de clasificarse definitivamente. Los resultados obtenidos están acompañados por la construcción de una identidad táctica definida y perseverante partido a partido.
La calidad del trabajo hecho por el técnico azzurro, sin embargo, no tiene que distraer el foco del margen de mejora que aún tiene la selección italiana. Afortunadamente los logros cosechados y la clasificación inminente dejan a Mancini un margen de tiempo útil para trabajar aún más antes de EURO 2020.