Todos los 16 de octubre de cada año se celebran en Venezuela y el mundo entero el Día Mundial de la Alimentación, una fecha establecida por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) desde el año 1980 para concienciar sobre la problemática del hambre en el mundo entero, estimular acciones para su erradicación y promover la seguridad alimentaria y la nutrición.
Y Venezuela no escapa de esto. Lamentablemente el bajo poder adquisitivo, junto con la inflación que aún persiste, ha llevado que en la nación una cifra importante de personas padezcan de inseguridad alimentaria y, también, de malnutrición por los malabares que deben hacer diariamente para adquirir productos de la canasta alimentaria, la cual se ubicó en 539,16 dólares en el mes de julio, según los datos aportados por el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM).
De acuerdo a la FAO, el porcentaje en el país de personas subalimentadas (en el mes de marzo del 2024) es cercano al 18%, lo que representa un aproximado de entre 4 y 6 millones de personas que están en situación de hambre y en inseguridad alimentaria. De este dato, siempre según la FAO, los niños menores de cinco años y las mujeres lactantes con bajo peso son los más afectados.
Esto, en opinión de Susana Rafalli, experta en seguridad alimentaria e integrante de la ONG Cáritas, ocurre en Venezuela por la vulneración al derecho fundamental a la alimentación que, a su juicio, es una constante desde el año 2014 y esto lleva que el país se aleje de los objetivos mundiales de nutrición establecidos por la FAO.
“Venezuela es una nación en franco retroceso frente a los objetivos mundiales en nutrición, pero verdaderamente el número de personas en inseguridad alimentaria es altísimo”; mencionó Rafalli.
Por su parte, el Monitor de Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA) en Venezuela, sostienen que “la pobreza multidimensional que afecta al país, y que cada día se profundiza más, lleva a que muchas familias no tengan los medios para cubrir su alimentación, generando alarmantes niveles de desnutrición y malnutrición en el país”.
En este sentido, Rafalli, en declaraciones ofrecidas a El Pitazo, subrayó que del porcentaje de los venezolanos en seguridad alimentaria, el 67% de familias, en el primer trimestre del año, han recurrido a la mendicidad y pedir en las calles, incluyendo ir a los basureros de restaurantes o a los mercados, para lograr conseguir algo que puedan ingerir.
¿El CLAP en serio resuelve?
Rafalli, quien también es nutricionista, subrayó una vez más que el “beneficio alimenticio” de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) no es un programa que pueda considerarse efectivo para paliar la inseguridad alimentaria que se vive en el país, puesto que, menciona, los productos que vienen en él, no cuenta con ningún tipo de valor nutricional.
Añadió que las consecuencias del CLAP ya se están viendo, tras ser creado en el 2016, al momento que menciona que muchos niños asisten a Cáritas con retraso de crecimiento por comer azúcares y harinas del referido programa alimenticio.
“Las consecuencias del Clap ya las estamos viendo. Más del 30 % de los niños que vienen a Cáritas, incluso sin delgadez, sin haber pasado hambre, vienen con retraso de crecimiento porque han venido consumiendo azúcares, harinas, productos de esas cajas que no tienen ningún valor nutricional. Son productos con perjuicio nutricional”, denunció en El Pitazo al tempo que agregó que existen familias en varios estados que pueden pasar hasta más de tres meses sin recibirla.
Cifras optimistas en el sistema agrícola
Rafalli calificó como “optimistas” las cifras que compartieron en el mes de marzo las cámaras de Fedeagro y Cavidea con respecto al aumento de la producción de varios rubros en la nación.
Citando estas exposiciones, realzó que el incremento en la producción del maíz y productos procesados ascendió al 60%-63% mientras que la pasta un 18%, pero presiente que “solo un pequeño porcentaje” disfrutan los beneficios del rendimiento agrícola.
“A pesar que me alienta mucho porque eso ha resuelto el desabastecimiento del país, me temo que de eso se está beneficiando solo un porcentaje poquito de población y tenemos entonces la cifra de 6 millones de personas que no ven verdaderamente los beneficios en los rendimientos agrícolas”, sentenció.