Las señales indican que probablemente tenía cojera crónica y sufría de asma, subraya el doctor Enrique López-Loyo, médico patólogo y expresidente de la Academia Nacional de Medicina.
Este miércoles 26 de octubre se cumplen 158 años del nacimiento
La tercera exhumación de los restos de José Gregorio Hernández se hizo en octubre de 2020 y la dirigió el doctor Enrique López-Loyo, médico patólogo y en ese momento presidente de la Academia Nacional de Medicina. Este miércoles 26 de octubre se cumplen 158 años del nacimiento del «médico de los pobres» y el doctor López-Loyo cuenta a contrapunto.com algunos hallazgos.
Estatura y características. «Desde el punto de vista antropométrico y de patología forense José Gregorio Hernández era un hombre caucásico de 1,61,9 de estatura. Cumplía con las características que configuran sus antecedentes familiares, su línea hereditaria», describe.
Probablemente cojera crónica. «Uno de los hallazgos significativos que se lograron con el estudio médico-forense y antropométrico de los restos de José Gregorio Hernández tiene que ver con la observación que se hizo de un crecimiento hiperplásico o tumoral benigno del hueso calcáneo del pie izquierdo. El soporte del talón. Ese crecimiento ha de suponer que tenía consecuencias funcionales para la marcha de José Gregorio Hernández. Tendría una probabilidad de marcha inestable, o una marcha con cojera crónica estaría asociada con este hallazgo morfológico», explica.
Cuando se analiza la fotografía del médico tomada en Nueva York «observamos que había, en el pie derecho, un mecanismo compensatorio, de tipo ortopédico, en el zapato. Es decir, había una suela que compensaba probablemente ese crecimiento que vimos como hallazgo en la exhumación».
Señales de asma. También se encontró «que existía un aumento significativo del diámetro anteroposterior del tórax. Este ángulo aumentado es lo que se conoce clínicamente como ‘tórax en quilla’ o ‘pecho de paloma’, que puede estar asociado con patologías pulmonares crónicas». Algunas causas son el asma crónica o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica». Si fuese asmático se entenderían sus dificultades de salud «cuando se sometía a climas extremos de baja temperatura, como en sus intentos de ir a Europa a tratar de convertirse en un religioso en su estadía en el seminario de La Cartuja». Esta condición probablemente generaba «la retención de aire pulmonar que genera un asma crónica en este tipo de pacientes».
La huella del agua que cargaba. El equipo de antropología forense identificó «un crecimiento hiperplásico en las zonas de inserción de los músculos de la clavícula derecha, con una rugosidad extrema y un engrosamiento de esta pieza ósea». Este dato se correlaciona con su biografía y con lo que le tocó vivir en su infancia: «Cuando tenía siete u ocho años le tocó la tarea de buscar el agua en los pozos que estaban en la periferia de la casa. Había un ojo de agua y él tenía la tarea de ir muy temprano, a las 4 de la mañana, a recoger el agua para evitar que una vez que los animales llegasen a beber estuviese turbia. A él le correspondía la búsqueda del agua clara, muy temprano». Lo hizo hasta los 14 años, cuando dejó su entorno familiar para estudiar.
«Cargar el agua continuamente con su lado dominante, que era el lado derecho, y colocarla sobre el hombro, le habría generado un desarrollo muscular bastante importante», agrega.
Fractura en el techo de la boca. En las piezas óseas del lado derecho se encontraron fracturas «que estuvieron bien identificadas en miembros superiores como inferiores». La cadera no pudo ser bien evaluada «porque las piezas óseas no estaban completas». Los expertos identificaron «una zona de fractura en el techo de la boca y el piso del cráneo, una fractura irregular». Esto hace suponer que, al ser atropellado, «cae sobre la acera» y el borde de la acera golpea el maxilar. Esto podría constituirse, indica, «en la verdadera causa de muerte postraumática». Es probable que ese golpe haya expuesto «elementos de la estructura cerebral», que haya salido líquido cefalorraquídeo y que eso haya generado «un descenso de la estructura del encéfalo, produciendo una compresión de los centros de la respiración». Esa compresión de manera súbita «puede generar un paro cardiorrespiratorio, que ha podido ser, eventualmente, la causa de muerte»