Ante el panorama desolador de la guerra en Gaza, los médicos también son víctimas del terror: “Debemos estar capacitados para actuar en la zona crítica de víctimas del bombardeo»
El general de Brigada de la reserva del Ejército de Tierra en Gaza, Manuel José Guiote Linares, médico Intensivista, es uno de los especialistas que desde los ataques provocados el pasado 7 de octubre en Gaza, puede ofrecernos detalles en relación a los daños físicos y psicológicos que sufren las víctimas de la guerra.
Para el especialista, la conjugación de la explosión o detonación de las bombas, la onda expansiva, la metralla y los derrumbamientos aparejados, prácticamente no dejan a nadie con vida.
“Los supervivientes sufren a una serie apabullante de traumatismos craneoencefálicos, torácicos y abdominales; hemorragias, crisis cariorrespiratorias, estallidos auditivos y de globos oculares; o un sinfín de heridas multiformes en tejidos internos y externos”, señaló.
Más que el castigo corporal, el daño psicológico, que en ese momento trágico no es visible, «se convertirá en un acompañante casi eterno de las víctimas; más aún por las noches, donde acuden a millares las pesadillas», dijo.
Ante el panorama desolador de la guerra en Gaza, los médicos también son víctimas del terror.
“Debemos estar capacitados para actuar en la zona crítica de víctimas del bombardeo, en la zona intermedia. Cuanto antes actuemos y empleemos las medidas salvadoras de la vida, mucho más éxitos conseguiremos», señalan.
Para los expertos, ante los bombardeos, la acción quirúrgica se debe centrar en la cirugía salvadora de la vida, «intentando que la gente no se nos muera; y para este fin hay que tener la capacidad de abrir las tres cavidades para controlar una hemorragia copiosa: cráneo, tórax y abdomen.»
Señalan que el objetivo posterior será conservar los miembros y órganos, si se puede, y conservar su función, si tal cosa fuera posible. Por ese orden: primero salvar la vida, luego el miembro y luego su función.
La clínica de las lesiones, en primera instancia, siempre será evidente; pero los médicos se apoyan en el diagnóstico por imagen para descubrir lesiones ocultas o que hayan pasado desapercibidas.
Durante el triaje (clasifiación de pacientes según necesidades) es tremendamente importante tener las ideas claras, señala Guiote; puesto que las víctimas de una explosión no puede ser atendidas según las clasificaciones ortodoxas, «perderíamos un tiempo vital.»
Lo más funcional es diferenciar entre las personas que no pueden esperar, con lesiones que se operan inmediatamente o la muerte es indefectible.
Los que pueden esperar; es decir, aquellos pacientes que sufren heridas graves, pueden ser intervenidos sin que se agrave su patología durante un intervalo temporal de hasta dos horas.
Quienes padecen lesiones leves, pueden autoayudarse o ser asistidas por otras personas que se encuentran sanas después del bombazo.
En esos minutos de oro sólo cabe atender sin demora a quienes pueden morir si no se les proporciona ayuda instantánea para salvar la vida. Al finalizar con el primer grupo de víctimas, «serán atendidos los del segundo grupo, si es que siguen vivos”, puntualizó el especialista.
Con información de EFE Salud