La experiencia vivida señala que el crecimiento económico no es garantía de una mejoría social que se pueda percibir de forma inmediata. Los beneficios de un mejor desempeño del PIB, regularmente, tardan en hacerse sentir en la población. Esa es una de las dificultades que cualquier gobierno que decida tomar medidas para potenciar la economía debe saber manejar
La mayoría de los análisis que se hacen desde las firmas consultoras y los bancos inversión proyectan un crecimiento para la economía venezolana en 2022, leve en algunos casos, pero crecimiento al fin, sin embargo las proyecciones en el campo social no son auspiciosas.
Las estimaciones del crecimiento de Producto Interno Bruto (PIB), entendiéndolo como la capacidad de producir bienes y servicios de una economía, señalan que Venezuela podría crecer entre tres y 10% este año. Esto varía según la óptica del análisis, las variables que se tomen en cuenta y hasta del optimismo del analista.
Las historia está llena de experiencias de países con economías con buenas cifras pero con resultados sociales deficientes. Esto lo que demuestra es que el crecimiento económico es una condición necesaria para el mejoramiento de las condiciones sociales, sin embargo, el desarrollo social no es un resultado automático del crecimiento económico.
El sociólogo Roberto Briceño León advierte en su trabajo sobre las perspectivas de 2022 que la mejoría leve de la economía solo se reflejará en algunos sectores de la sociedad y existe la posibilidad de que las desigualdades se incrementen y surjan subgrupos sociales.
«Tendremos un proceso de recuperación social derivado de la pequeña reactivación del comercio, de la actividad económica, de la dolarización de las transacciones y de algunos sueldos y salarios», sostiene Briceño león.
Sin embargo advierte que esto tendrá un «efecto dual pues se incrementarán las microdesigualdades».
Al precisar cuáles son esas diferencias sociales señala que tendrán que ver con la posibilidad de trabajar en el sector público o en el privado; recibir o no recibir remesas; ser empleado o trabajar por cuenta propia.
Por otra parte una mejoría económica puede aumentar la tentación de que se incremente la criminalidad y por ejemplo suban los porcentajes de robos en transporte público, casas y negocios al notarse una mayor presencia de efectivo en dólares en manos de la gente.
Si la desigualdad se acentúa tendremos un sector social que empeorará sus condiciones de vida porque no logra indexar sus ingresos al dólar. Esto le imposibilita pagar los servicios que tienden a privatizarse por la ineficiencia del Estado para prestarlos.
Un ejemplo es el servicio de agua, ya que este se encarece al tener que ser suplido por camiones cisternas privados como única alternativa para acceder al vital líquido, ante la ineficiencia de un Estado incapaz de proveer los servicios básicos.
En los sectores que no tienen acceso a los beneficios del leve repunte económico que se espera para 2022, estará el caldo de cultivo para la violencia y la criminalidad, que son indicadores del deterioro social, aun cuando las cifras de la economía reviertan la tendencia descendente que presentaron durante los últimos años.