Ahora «necesitamos una coalición amplia, para poder hablarle a todo el mundo», y «el mínimo común denominador» debe ser el plan Venezuela, enfatiza la ex precandidata presidencial
Aunque toma café negro sin azúcar, durante la campaña electoral para la primaria lo bebió azucarado, como se lo ofrecían en los recorridos. También llevaba paquetes de café para compartir en las zonas en las que una de las bebidas preferidas de los venezolanos vuela tan alto que nadie la alcanza. Tamara Adrián, ex precandidata presidencial, fue de las primeras dirigentes que felicitó a María Corina Machado al ratificarse en los hechos lo que fotografiaban las encuestas. Hoy, sigue trabajando para que la voluntad de cambio que se expresó en la primaria llegue a buen término.
Adrián considera que Machado debe pasar de vengadora a aglutinadora. Que su rol cambió. Y que le corresponde sumar a todos los sectores que luchan por la democracia en una coalición nacional. El «pegamento» de esa coalición amplia y diversa debería ser un proyecto nacional.
Pero la profesora universitaria, abogada y primera mujer trans que aspiró a la Presidencia de la República comienza la conversación con una reflexión que toma de la filosofía: quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. «Si no resuelves esas tres preguntas, no puedes dar una respuesta adecuada», sostiene en diálogo con contrapunto.com.
Empieza su análisis con la reflexión sobre «de dónde venimos» y refiere que siempre vio el proceso que empezó en 1999 como una fase de regresión. «Esto es #tamaralodijo. Digo las cosas y un año, dos años o tres años después, pasan, alguien se acuerda y dice ‘Tamara lo dijo’. Pero mientras tanto, no me hacen caso», comenta medio en broma y medio en serio. En 2007 o 2008 «empiezo a decir que es un movimiento por anticipación, porque comienzan a surgir un conjunto de regímenes autocráticos» con base en la constituyente, un partido único de facto y un modelo de control social. «Era la anticipación de una ola autocrática de nuevo cuño, distinta de las dictaduras del siglo XIX. Estas llegan al poder por democracia con una oferta populista, y después empobrecen a toda la población y se mantienen en el poder con una reelección indefinida, eliminan la separación de poderes».
Este tipo de regímenes cambia por la muerte del líder, lo que sucedió en Venezuela porque se resolvió la sucesión, relata. Por guerra, como lo plantearon algunos factores, pero «eso no va a pasar». Por implosión, como la ex URSS. Por votación, como Polonia o Chile. «Hay más países que han llegado a la democracia por el voto, que por las otras vías», confirma.
En la actualidad «debemos saber que estamos luchando contra un régimen que no es democrático con las armas de la democracia, lo cual nos pone en minusvalía», expone.
En cuanto al «quienes somos», asevera que se trata de «una hidra de mil cabezas» tanto en la oposición como en el oficialismo, con la diferencia de que el oficialismo «no deja ver los antagonismos, salvo en momentos muy particulares, pero yo he contado hasta 14 grupos de poder». Los factores que algunos sectores denominan «alacranes» forman parte, según su análisis, de la coalición dominante.
Reivindica, en los sectores que esperan un cambio democrático, «un alto sentido ético», salvo algunas desviaciones; y también «mucha boca floja: ‘es que vamos a hacer tal cosa’. Uno no dice lo que va a hacer; uno hace y espera la reacción».
Al intentar dibujar el «hacia donde vamos», Adrián manifiesta que si Machado hubiera ganado la primaria en un país democrático, se estaría preparando para las elecciones de 2024, pese a los problemas que se generan al no coincidir los comicios presidenciales con los de la Asamblea Nacional. Pero eso no sucedió, subraya. «Por eso, a partir de este momento hay que tener los pies en la tierra. Eso significa entender que el otro lado va a poner todos los obstáculos habidos y por haber para evitar lo que sería inevitable, que es la alternancia. Como no se cree en la alternancia como valor, como posibilidad y como opción, entonces hay que impedir esa alternancia a toda costa».
Con base en las conversaciones que ha sostenido con grupos del chavismo, avizora tres posibilidades para el sector oficial. Una de ellas es implosionar el Acuerdo de Barbados, lo que significaría restablecer las sanciones; esta es «la hipótesis de ‘más de lo mismo para peor’, porque un sector del chavismo está dispuesto, para mantenerse en el poder, a reinar sobre cenizas, y cada vez más cenizas».
Otro grupo «estaría pensando en cómo desplazar a Maduro como candidato, porque Maduro frente a María Corina no saldría para adelante» y en consecuencia «están explorando esa posibilidad», lo que significa un cisma.
Un tercer grupo «estaría pensando que lo mejor, y son los más demócratas, es la alternancia, y que puedan regresar al poder al cabo de cinco o seis años, porque en el grado de destrucción del país las posibilidades de cumplir con una mejora inmediata son muy pocas, entonces piensan que quien venga se termine de quemar, y luego vuelven».
Lo que se escucha más en los medios de comunicación es la voz de quienes representan el primer grupo, razona Adrián, e insiste en que se debe tener «pies en la tierra; saber que, no estando en democracia, actuar con las reglas democráticas es necesario, pero hay que ir con mucha estrategia» y constituir una coalición diversa. Es decir, «meter las cabras en el corral», lo que significa entender que la unidad no es uniformidad, «entender cuál es el bien mayor» y el rol que cada quien debe jugar.
La voz cantante, para todo eso, la debe llevar Machado: «Tiene que ser ella, tiene que entender que cambió su rol. Hasta el domingo era la vengadora, y ahora tiene que ser la aglutinadora». En esa coalición, afirma, deben estar desde el Partido Comunista hasta las fuerzas de derecha. «El día X, cuando tengamos democracia, podemos tener ideología, partidos políticos. Mientras tanto, hay una sola misión: Venezuela».
Ahora «necesitamos una coalición amplia, para poder hablarle a todo el mundo», y «el mínimo común denominador» es el plan Venezuela. «Estamos en una sala de emergencia, el paciente está en terapia intensiva y los médicos deben atender la emergencia».
Machado «le debe hablar al chavismo descontento, y puede hacerlo; siempre entendiendo que hay gente que quiere venganza y hay gente que quiere justicia, y que la venganza no permite llegar a la paz». Se debe entender «que hay diferencias, y que debemos convivir con las diferencias».
En el sector oficial lo que prevalece, en el discurso público, es la voz de quienes quieren hacer creer que la primaria no pasó y que dirigen su discurso al sector más radical. «Es reinar sobre cenizas», como en Nicaragua, que implica la inhabilitación de todos, quitarles la nacionalidad a otros. Sin embargo, la abogada considera que eso puede detenerse. «La situación económica forzó el acuerdo, y lo va a seguir forzando» ante la perspectiva de un año electoral. «¿Cuánto le doy a la probabilidad de implosionar el acuerdo? Le doy 25% a 30% de probabilidades de que implosione», estima. Los números hablan: Una economía más boyante, tal como lo evalúa, puede fortalecer la intención de voto del PSUV.
¿Ve a María Corina Machado habilitada? Probablemente, porque si no, se impone la otra hipótesis, la de «reinar sobre cenizas». En otras palabras, «si no habilitan a María Corina entran en la hipótesis de ‘vamos a reinar sobre cenizas’ de facto». De no ser habilitada la ganadora de la primaria, Adrián plantea otro mecanismo, como una consulta amplia con organizaciones como sindicatos, «que pudiera llegar a otra alternativa».
Tamara Adrián aclara que no quiere volver al pasado, porque el país llegó a este presente «por la decadencia del sistema democrático», y reitera que debe proponer «un nuevo proyecto país». Considera que todo el mundo comparte algunas ideas, como partidos políticos libres, reglas políticas claras, división de poderes, sistema de contrataciones públicas transparentes, devolver a la Fuerza Armada su estatus. «Hace 20 años la gente decía ‘necesitamos un militar’, y ahora dice ‘lo único que no necesitamos es un militar en la gerencia’, porque el resultado ha sido el que estamos viendo». En el país «necesitamos salud, educación», recuperar el sistema eléctrico y el sistema de agua con préstamos internacionales. Sobre Pdvsa, concluye que está «en terapia intensiva» por su desprofesionalización, y propone que se reforme la ley orgánica de hidrocarburos.
Por lo pronto, Adrián sigue pensando, sigue trabajando, aunque descarta formar un partido. «Hay que organizar a la gente», enfatiza. «Por ahora, hay una sola finalidad: unidos por Venezuela», sin imposiciones unilaterales. «Este es el momento del mínimo común denominador».