Desde el exterior se presiona a la clase política venezolana y se piden salidas. Las elecciones del 21 de noviembre podrían ser un paso en lo que parece un largo camino. En la oposición hay muchas reservas por no decir asco de retratarse juntos y los acuerdos se harán donde no hagan ruido
La prórroga para inscribir candidatos se acaba y los partidos de la oposición no encuentran fórmulas para generar una opción unitaria que pudiera elevar sus posibilidades de triunfo ante Maduro y sus candidatos.
Los dirigentes opositores parecen más interesados en atacarse entre sí que desalojar del poder al «enemigo común».
A la hora de escribir esta nota todavía estamos a la espera de la decisión del sector opositor agrupado en la Plataforma Unitaria, sobre su participación en las elecciones del 21 de noviembre.
Las reservas o el «asco» que algunos dirigentes se tienen hace que no quieran «retratarse» juntos. Todo indica que luego de inscribirse a última hora vendrán las negociaciones y en el proceso de sustituciones se harán los acuerdos, pero sin que se noten mucho, para evitar «rayarse».
Los políticos parece preferir acordarse por detrás de la pantalla que mostrará el tarjetón.
Los partidos que participaron en las parlamentarias de diciembre siguen en su línea, pero los del G4 Plus o Plataforma Unitaria deshojan la margarita. Unos ya tienen la posición tomada y «empujan», otros buscan la mejor manera de no parecer contradictorios.
Las elecciones
El oficialismo se fue “por el camino real” y se inscribió en el tiempo estipulado y allí la línea es clara: nadie se salga de redil porque será castigado y perseguido. «No se dejen calentar la oreja» o corran con las consecuencias, dijo en estos días Diosdado Cabello, vicepresidente del Psuv.
Los adversarios de Maduro son variopintos y se presentan en cuatro grandes grupos: Alianza Democrática, Plataforma Unitaria, el Chavismo disidente (antimadurista) y los “libres postuladores”.
La comunidad internacional, de manera callada pero firme, le exige a la oposición una salida a este pulseo, porque el oficialismo ha mostrado el músculo suficiente para mantener el juego trancado.
Las elecciones de noviembre pueden ser el primer escalón en medio del escenario de soluciones que se pueden presentar y los países de la Unión Europea presionan.
España encargó a su ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, reunirse con opositores y gobierno para aportar soluciones y se debe reunir con el Encargado de Negocios de Venezuela en España, Mauricio Rodríguez Gelfenstein.
También tiene la orden de reunirse con Leopoldo López, exiliado en Madrid y debe tener “encuentros telemáticos” con Henrique Capriles Radonski y otros representantes de la oposición.
Primero Justicia anunció que está preparado para ir a las elecciones. Tienen candidatos en la calle desde hace tiempo y se han hecho notar: Carlos Ocariz en Miranda, Roberto Patiño en Libertador, José Manuel Olivares en La Guaira, son ejemplos de ello.
Los “justicieros” empujan dentro de la Plataforma Unitaria para participar. Su líder Capriles Radonski dijo sin tapujos que él, personalmente, iba a votar, lo que marca con peso la posición del partido.
Esto pone contra la pared a quienes sostienen que no se debe acudir porque es oxigenar al Gobierno de Maduro, léase el grupo de Guaidó y López que insisten en que los comicios del 21-N no son la solución, «son un evento».
Los adecos de Henry Ramos Allup, en sus bases están desplegados y si no participan con la tarjeta que les aprobaron (Adelante), están dispuestos a acordarse en las regiones de la manera que puedan.
Desde el Consejo Nacional Electoral, la lectura que dan los rectores ajenos al oficialismo apunta a que la oposición debe inscribirse para poder garantizar el interés de la comunidad internacional de hacer acto de presencia, de la forma que sea, en las elecciones del 21 de noviembre y generarle presión al ventajismo oficial y si no lo desestimula, ponerlo en evidencia.
Sostienen que debe darse un reacomodo de las fuerzas políticas en las regiones y con eso comenzar un camino de presión más ambicioso.
“Nadie me diga que es mejor tener nada que más gobernaciones y alcaldías de las que se tienen en este momento”, ha repetido Enrique Márquez, rector principal del CNE, en diversas reuniones públicas y privadas.
Por su lado, la Alianza Democrática en varios estados ya anunció sus candidatos y camina sin mirar atrás. Sabe que desunidos tiene muy poco chance de ganar, pero apuesta por medirse y tener cifras que mostrar de cara a 2024.
Se acaba el tiempo para inscribir candidatos. Después de vencido el plazo de la prórroga otorgada por el CNE, existe un lapso para sustitución de candidatos y ajustes en las postulaciones.
La estrategia parece que es estirar al máximo la inscripción y tener los tres o cuatro grupos opositores en el ruedo y después “veremos cómo nos arreglamos”, pero sin luces ni cámaras, pero sí con mucha acción.
Veremos acuerdos que lucirán descabellados y serán justificados con el argumento: «hay que vencer al chavismo como sea».
Surgen una serie de interrogantes: ¿Por qué no lo hicieron antes? ¿Será claro el mensaje para la población que quiere un cambio político? ¿Acuerdos de este tipo generan estimulan el voto? ¿La negociación detrás del tarjetón genera confianza?
El mensaje de unidad, necesario para vencer a Maduro y sus candidatos, hasta ahora no está siendo enviado.
¿Estarán a tiempo de hacerlo?
No tenemos bolas de cristal para dar estas respuestas. Solo andamos con los pies planos los pies planos haciendo seguimiento a los eventos políticos, económicos y sociales del país.
El juego sigue.