El alto dirigente tiene el encargo de liderar al Poder Legislativo surgido de las elecciones del 6 de diciembre, en medio de la crisis política que ha generado las consecuencias más duras para la sociedad venezolana en toda su historia
Jorge Rodríguez sigue siendo uno de los principales protagonistas de la historia reciente de Venezuela. Ya fue Presidente del Consejo Nacional Electoral, está en el alto mando del partido de Gobierno y ha ocupado puestos clave en las gestiones de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
Fue propuesto para presidente de la Asamblea Nacional por la bancada oficialista con el respaldo de Maduro, para dirigir esta instancia en la nueva coyuntura política que se sirve este año.
Rodríguez es un cuadro formado con trayectoria que data desde su vida estudiantil, cuando fue presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela. Conoce el discurso que se maneja en las distintas instancias de las bases del chavismo. Ha demostrado astucia, sagacidad, habilidad y olfato en los diversos escenarios de la política nacional.
Ha formado parte de los equipos de negociación en representación de la administración Maduro y ha tenido la capacidad de relacionarse con los factores de poder de la geopolítica global que se han vinculado con el conflicto venezolano.
Por otra parte, tiene abolengo revolucionario. Es hijo de Jorge Rodríguez padre, preso político asesinado en 1976, fundador de la Liga Socialista, partido en el cual militó Nicolás Maduro en su juventud.
Astucia política y capacidad de maniobrar
Con Jorge Rodríguez Gómez frente a este parlamento se coloca a un político curtido que hasta ahora no ha sido sancionado por los Estados Unidos y ha tenido la capacidad y la encomienda de reunirse hasta con representantes de la administración Trump.
Asimismo, puede voltearse y hablarle a las bases del chavismo en su idioma y con la capacidad de forcejear con los sectores más radicales de quienes apoyan al partido de Gobierno.
También tiene la capacidad de conversar con el sector privado con el que parece indispensable tender puentes desde una posición de fuerza, desde quien detenta el poder, conoce y está vinculado con las más influyentes esferas del alto Gobierno.
Antes de asumir la presidencia de la AN dijo que su primera misión sería “conformar una amplia comisión de diálogo y reconciliación del país con todos los sectores de la vida nacional. Incluidos los partidos que no participaron el pasado 6D”.
¿La mejor carta?
Rodríguez parece ser la mejor carta del oficialismo para carearse con Juan Guaidó quien insistirá en ser la voz de la oposición del G4 y en mantener la vigencia de la Asamblea Nacional en 2015. Los atacará y tratará de sacarlos del juego.
Eso se vio en su primer discurso cuando los llamo “hienas, zamuros” al asegurar que “se han robado” los recursos del país en Citgo y en la empresa Monómeros, además de una larga lista de acusaciones.
En su manera de “manejar los tiempos del juego” Jorge Rodríguez también habló de “perdón sí, pero sin olvido”, “reconciliación sí, pero sin amnesia”, con la clara misión de enviar el mensaje de que existe una ventana para el entendimiento y no quedarse solo a la ofensiva. En este momento de cara al escenario global es necesario enviar la señal de que hay espacios para el diálogo.
La primera tarea de Jorge Rodríguez será decirle a los jugadores del tablero de la geopolítica que no reconocen la elección del 6 de diciembre, que este es un parlamento dispuesto a dialogar, desde el poder, desde el control de la situación pero dispuesto a dialogar. La idea pareciera apuntar a allanar los caminos para un entendimiento con la Unión Europea y con una administración de los Estados Unidos.
En la correlación fuerzas de las corrientes internas del chavismo, Rodríguez se dibuja como un regulador entre los factores civiles y militares que hacen vida al interior del arcoíris del oficialismo.
Un nuevo escenario está servido y hay que esperar qué hacen los actores en escena porque no tenemos bolas de cristal para ver futuro. Por ahora seguimos con los pies planos sobre la tierra haciendo seguimiento al acontecer político.
El juego sigue.