A menos de una semana para los comicios regionales del próximo 25 de mayo, la figura de María Carvajal ha tomado protagonismo en Monagas. Con una trayectoria que va desde diputada regional, dirigente política de larga data y ahora candidata a la gobernación por la coalición conformada por Un Nuevo Tiempo, Unión y Cambio, y la Alianza del Lápiz, Carvajal asume el reto en un contexto político y social complejo, pero convencida de que el cambio solo es posible desde la participación activa y sostenida.
Una vida marcada por la lucha política
Carvajal no es nueva en la política. Desde muy joven ha estado en las calles, en los movimientos estudiantiles, en campañas y en la defensa de los derechos democráticos. Recuerda con convicción los momentos claves de su trayectoria: la protesta por el cierre de RCTV, el rechazo a la reforma constitucional (2007), su participación en el movimiento «Voto Joven«, y en las campañas presidenciales de Henrique Capriles.

“Nosotros hemos vivido muchos escenarios políticos, desde la calle hasta las instituciones. Y esa experiencia hoy nos permite entender que el voto debe ser un instrumento de lucha y de protesta pacífica. Es la única vía para abrir caminos”, afirma.
Candidatura entre cicatrices personales y compromisos colectivos
Detrás de su decisión de aspirar a la gobernación hay una historia marcada por el costo personal del activismo político. Su esposo, Ángel Aristimuño, también dirigente opositor, se encuentra privado de libertad desde hace casi un año, acusado en un caso judicial que, según ella, “se había cerrado en 2013 y fue reabierto con fines políticos”.
“El dolor del 28 de julio (elecciones presidenciales de 2024) está ahí. Es real. Pero no podemos quedarnos paralizados por ese despecho político. Hay que seguir echándole pichón. Yo podría quedarme en casa con mi hijo de un año y un esposo preso. Pero estoy aquí, caminando, organizando, hablándole a la gente con el corazón”, declara con firmeza.
Una propuesta centrada en salud, descentralización y apoyo a la mujer
Carvajal asegura que su propuesta de gobierno no es un discurso vacío. Desde ya, dice, se han activado mesas de trabajo y diagnósticos por municipio, con un enfoque claro: «Llevar una gestión cercana, funcional y centrada en la gente».
Una de sus principales banderas es la descentralización del sistema de salud, hoy colapsado y centralizado en pocos centros hospitalarios. “Vengo de Viento Fresco, una parroquia rural donde antes había un ambulatorio tipo II funcionando a plenitud. Hoy, los niños tienen que recorrer más de una hora hasta Maturín para recibir atención. Eso no puede seguir así”.
A esto se suma su propuesta de crear un Banco para la Mujer, inspirado en experiencias previas de gobiernos democráticos, destinado a facilitar créditos sin intereses para emprendimientos liderados por mujeres trabajadoras. “No se trata de regalar machetes o rastrillos. Se trata de financiar proyectos reales, con seguimiento y acompañamiento”.
Además, su plan de gobierno contempla el impulso de la producción agrícola local, con políticas adaptadas a las condiciones específicas de cada municipio.
Una campaña que se aleja de las redes y se acerca a la gente
Carvajal reconoce que el escepticismo ciudadano es un reto real. “Nos robaron el 28 de julio, sí, pero ¿qué hacemos? ¿Nos quedamos en la casa tuiteando? No. Tenemos que salir, tocar puertas, hablar con la gente, mirar a los ojos. La gente no está en redes sociales, está en la calle, en los barrios, esperando que alguien le hable con la verdad”, insiste.
Su campaña se ha enfocado en sectores populares, “los que sí van a votar”, dejando a un lado, de forma estratégico, los sectores de clase media donde la abstención suele ser mayor.
¿Y la alianza con Un Nuevo Tiempo, Unión y Cambio y el Lápiz?
Aunque algunos se sorprendieron al verla respaldada también por Alianza del Lápiz, Carvajal asegura que la alianza surgió de forma natural. “El canal fue Hernán Azócar, un profesor muy cercano. Ni siquiera sabíamos que ya nos habían inscrito en esa tarjeta. Pero bienvenido sea el respaldo”.
Sobre la figura de Henrique Capriles, cuyo apoyo genera posiciones encontradas en la oposición, Carvajal se muestra pragmática: “Tenía temor por su visita a un barrio popular, y fue todo lo contrario: la gente lo abrazaba, lo seguía, le pedía fotos. Más allá de las redes sociales, la calle tiene otra lectura”.
El reto: vencer el desencanto y transformar el dolor en acción
María Carvajal no promete milagros, pero sí trabajo. Reconoce que el camino no es fácil, que hay dolor, frustración y cansancio. Pero cree que ese mismo dolor puede ser motor de transformación. “Tenemos que edificar los sueños con trabajo, no con discursos vacíos ni esperanzas ilusas. Si no construimos desde ahora, ¿cuándo vamos a cobrar lo que nos deben?”, concluye.
El próximo 25 de mayo, Monagas no solo elegirá un nuevo gobernador. También pondrá a prueba su capacidad de transformar el duelo político en compromiso ciudadano y María Carvajal está convencida de que «la única manera de lograrlo es con trabajo, organización y la verdad».