Activos y jubilados esperan un incremento que les permita cubrir, al menos, la canasta alimentaria. Dos cartas han llevado, en lo que va de año, a las autoridades del CNE
-¿El Estado puede pagar el aumento salarial?
-Por lo que usted ve en la calle sí puede. Usted los ve a ellos con tremenda camioneta, escolta y todo por todos lados- afirmó Luis Ramón Rodríguez, trabajador jubilado del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Tal parece que no hay en Venezuela trabajador público que piense que el Estado no tiene dinero, que este año no pinta bien para la economía. Los del ente comicial no son la excepción. Este martes 14 de marzo protestaron por segunda vez en lo que va de 2023, y volvieron a llevar una carta para que los escuchen. Su meta es un ingreso de 600 dólares al mes o su equivalente en bolívares, pero 100 dólares podría ser un punto de partida.
Rodríguez contó que, para subsistir, necesita la ayuda de sus hijos. De su salario «vivo yo también», relató. Quiere que le paguen un sueldo que le permita vivir sin depender de otros.
Con menos de 20 dólares nadie puede garantizar lo que necesita. «Esto está matando de hambre a los trabajadores», criticó Braulio Alarmes. «Hay mucha necesidad. No hay cómo comprar una medicina, ni nada».
Consideró que, si en Venezuela no hay dinero, hay que buscar las causas. «Señores, si son patriotas, si el gobierno es patriota, si dice que somos bolivarianos, que somos hermanos, la salida es que venga otro gobierno, como sucede en Alemania, sucede en Inglaterra: renuncia el primer ministro y viene otro cambio», expresó Alarmes. «Si yo no soy capaz de realizar un trabajo, hay que dejárselo al que pueda; ese es el cambio al que está aspirando el pueblo de Venezuela para poder salir adelante». Citó, incluso, La Divina Comedia, de Dante Alighieri: «Aquí también se acabó toda esperanza».
También «queremos que se dignifique el seguro, porque la mayoría de los empleados son jubilados y pensionados» y no tienen cómo pagar una clínica, subrayó Luis Villamizar, jubilado. Villamizar narró sus vicisitudes por una emergencia de salud y lo pronunció con todas sus letras: «Tuve que parir». Es decir, llevar todo: kit quirúrgico, medicamentos.
Rubén, trabajador del CNE, señaló que hasta aumentó el pasaje mínimo a ocho bolívares. «Mi sueldo es el mínimo: 130 bolívares. Vivo aruñando por allí, de lo que los muchachos le mandan a uno. Esperamos una respuesta que sea favorable al obrero».
Sobre los hombros de los trabajadores del Poder Electoral descansa buena parte del ejercicio democrático en Venezuela. Son esos trabajadores los que hoy solicitan ayuda. Enrique Cedeño, secretario general del sindicato de trabajadores del CNE, recuerda que el ente comicial debe garantizar la transparencia del voto y la independencia. Pero «se estableció una política de contradicción a la ley, perdimos la autonomía administrativa y financiera» y estas son las consecuencias: «Un atropello, una decadencia, la miseria, hambre. Por decir a la prensa que los trabajadores estaban pasando hambre me quitaron un beneficio», denunció. «Si decir la verdad tiene un precio, tendré que pagarlo».
Será en asamblea que decidan los próximos pasos a seguir. «Primero queremos resolverlo interno, familiarmente. Si no, vamos a los organismos internacionales, como hemos estado sumados a las luchas», puntualiza Cedeño. «Esas organizaciones sí nos dan respuesta a nosotros. Lo que más nos duele, lo que más nos preocupa es que las autoridades del Poder Electoral no dan respuesta».