«Podríamos decir que son unos tanques de pensamiento a favor de intereses contrarios a los trabajadores y las grandes mayorías nacionales», aseveró Adelmo Becerra, dirigente del Frente
Hace más de 30 años las políticas económicas en Venezuela, en el llamado «Gran Viraje», se inspiraron en los planteamientos de la escuela económica de Chicago. Es por eso que se habló, en ese momento, de los «Chicago-Boys». Hoy, con la implementación de nuevas directrices económicas por parte del mandatario Nicolás Maduro, el Frente Nacional de Lucha de la Clase Trabajadora asegura que hay una nueva generación de planificadores neoliberales: «Los Onapre-boys», que diseñaron el instructivo que -como lo denuncian los trabajadores- se ha aplicado a la administración pública.
Adelmo Becerra, dirigente del Frente, descarta que el instructivo sea responsabilidad exclusiva del exdirector de la Onapre, recientemente sustituido: «Un funcionario estaba siguiendo lineamientos del gobierno nacional y una concepción general de política económica totalmente distinta a la que se estaba aplicando en el país hasta el año 2012».
La Onapre, reflexiona, se ha convertido en un símbolo para los trabajadores públicos. «Cuando nació el neoliberalismo si hubo una institución con la que relacionaron el pensamiento neoliberal fue con la llamada Escuela de Chicago, los Chicago-boys. Hoy podríamos hablar de ‘los muchachos de la Onapre’, o ‘los Onapre-boys’. Podríamos decir que son unos tanques de pensamiento a favor de intereses contrarios a los trabajadores y las grandes mayorías nacionales».
El dirigente explica que, como Frente, forman parte de un esfuerzo por construir «la más amplia unidad de acción de los sindicatos, gremios y distintas expresiones de trabajadores del país que están en la lucha por rescatar los derechos que han sido arrebatados y para lograr que en el país se vuelva a implementar una política laboral progresista, que privilegie los intereses de la clase trabajadora por encima de los intereses del capital, de los intereses de la alta burocracia gubernamental».
Todos los intentos de organización, a partir de marzo de este año, «han sido la construcción de una ruta en esa perspectiva, para poder recuperar un horizonte progresista de las transformaciones».
El instructivo de la Onapre debe ser derogado, razona Becerra, porque «es en estos momentos la punta de lanza de la política laboral del gobierno, que a su vez tiene un correlato económico, y es una política económica consustancial con esta política laboral que es de carácter neoliberal».
El Frente considera que el instructivo, el memorándum 2792 y el programa de crecimiento y prosperidad económica son «instrumentos de una política laboral que está al servicio de una política económica neoliberal que se quiere implantar en el país de manera sorprendente». Becerra explica que ningún trabajador habría esperado que «un gobierno que viniera de una experiencia progresista terminara agarrando este rumbo».
El diálogo es necesario, pero «dialogar no implica abandonar la presión de la calle», asevera Becerra. «Hay experiencias históricas muy importantes, de pueblos que han logrado sentar a dirigencias gubernamentales y, con la presión de la calle, recuperar conquistas e inclusive incidir en el rumbo de las políticas generales de esos gobiernos». Por ejemplo, el mayo francés, que obligó a revisar la política general de Francia.
«Queremos una política cada vez más cónsona con los intereses de la clase trabajadora del país, que privilegie los intereses de la clase trabajadora y de las grandes mayorías populares», insiste. Para eso «habría que hacer cambios profundos en la política económica» y privilegiar a los trabajadores por encima de otros factores.