La coordinadora del movimiento Mujeres en Política advierte que, si no hay una resolución del CNE «que obligue a los partidos a postular 50% y 50%, o 60% y 40%, y que además sea obligatorio, dudo de que la participación de la mujer pueda exceder de 30%, que es la que tenemos ahora en la Asamblea Nacional»
Como no hay un «feministómetro» es imposible saber si Iris de Franca es más o menos feminista. Lo que sí está claro es que De Franca, coordinadora del movimiento Mujeres en Política, trabaja por la participación de las mujeres en contextos difíciles. Y no se llama a engaños.
En las actuales circunstancias «las mujeres están más huérfanas que nunca, porque se ha estrechado la participación política, se ha estrechado la vía democrática, se han roto los puentes del diálogo que ya existían y las fuentes de confianza que existían». Ellas «están fuera de la toma de decisiones», pero igualmente «están buscando espacios de participación».
La participación de los hombres «parece predominante, porque ellos van a espacios de diálogo, van a mesas de negociación, van a los medios de comunicación», y esto «va a impactar en la participación de las mujeres como candidatas».
De Franca advierte que, si no hay una resolución del CNE «que obligue a los partidos a postular 50% y 50%, o 60% y 40%, y que además sea obligatorio, dudo de que la participación de la mujer pueda exceder de 30%, que es la que tenemos ahora en la Asamblea Nacional».
Para que las mujeres se motiven a participar «hay que crear redes»: «Todas las mujeres que queramos espacios de poder, que queramos participar, que queramos ser candidatas o que queramos hacer partido o impulsar candidaturas o ser voceras, debemos fortalecernos a través de redes, ayudarnos entre nosotras a generar esos espacios. Eso es fundamental».
Mujeres en Política lo está haciendo desde que comenzó el año 2025, destaca de Franca.

Más que una resolución del CNE «lo ideal habría sido que se diera una reforma de la Ley Orgánica de Procesos Electorales, como lo habíamos planteado, que estableciera la paridad para los cargos legislativos». Pero «eso no se dio, y tampoco se dio la reforma de la ley de igualdad de oportunidades para la mujer, en la que se planteaba un capítulo sobre los derechos políticos».
Por eso, y debido al corto tiempo, lo que queda es que el CNE «trabaje en una resolución, y que sea obligatoria, porque siempre la flexibiliza». De esta manera será 50% y 50% y tipo cremallera; en otras palabras, alternar mujeres y hombres. Y no solo para los circuitos plurinominales. «Debe ser para el total de cargos a postular. Si un partido postula 100 cargos, 50 deben ser para mujeres y 50 deben ser para hombres». Si se cumple con el compromiso de «cremallera» para las listas «las mujeres podrán ser principales y no solo suplentes», lo que permitirá «a las mujeres incorporarse a la Asamblea Nacional».
Para de Franca, «las tarjetas que están disponibles deben ponerse a la orden de las mujeres». A su juicio, este es «un momento de liderazgos, más que de partidos políticos; los partidos deben establecer estrategias de acercamiento a la gente, y esas estrategias se basan en poner las tarjetas a la orden de liderazgos sociales, femeninos, de la población LGBT que tiene una fortaleza y un músculo y pueden generar confianza en el electorado».
Los partidos, estima, «no pueden atrincherarse en que sus tarjetas van a ser para sus militantes o sus dirigentes», sino «abrir un abanico de posibilidades para la sociedad civil, para los empresarios, para los movimientos sociales, para los jubilados y los maestros que quieran ser candidatos». Eso generará confianza en la gente y aumentará la participación, asegura. «Así tendremos una AN realmente representativa».
La lideresa tiene algunos planteamientos que hacer al CNE. Entre otros, que publique la lista «de los partidos que están acreditados para este proceso, y si hay partidos nuevos que fueron aprobados, que lo diga; si hay partidos judicializados o sometidos a algún proceso, que lo diga. La información tiene que estar clara lo antes posible».
Por otra parte, ante la posibilidad de una reforma constitucional, el país merece «que quienes trabajen en ella sean personas plurales, diversas». Se requiere de mucha responsabilidad y representatividad, enfatiza, porque es «constituir un nuevo pacto social».