«La muchacha cae bajo la seducción de tener una vida agradable; no hay nada más satisfactorio que te den lo que tú quieres. ¿Qué pasa? La muchacha quiere consolidar eso, y tradicionalmente se ha dicho a las mujeres que una forma de asegurar pareja es darle un hijo», señala el doctor Jairo Fuenmayor, expresidente de la Sociedad de Ginecología y Obstetricia de Venezuela
Niñas que crían a niños: Esta frase podría retratar, con todo su dramatismo, el embarazo adolescente. Aunque no es una enfermedad sí «repercute sobre la salud, en los aspectos sociales, psicológicos y biológicos», recuerda el doctor José Francisco en un trabajo publicado en los Anales Venezolanos de Nutrición.
Este jueves es el Día Mundial de Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes, y los datos de Venezuela no son los más halagadores. La Oficina de la ONU para la Coordinación de asuntos humanitarios de Venezuela (OCHA) informó entre marzo y abril de este año, con base en datos de una hoja informativa de la OMS, que «la tasa de embarazo adolescente se estimó en 82 nacimientos por cada 1.000 mujeres de 15-19 años en el último año, más del doble de la tasa regional (36,9 por cada 1.000 mujeres de 15-19 años)».
https://reports.unocha.org/es/country/venezuela-bolivarian-republic-of/card/4nANPbkK6o/
«Seguimos con un aumento muy significativo, y somos uno de los países de Latinoamérica con mayor cantidad de embarazos adolescentes aun considerando que un 50% de la diásporaa venezolana está formada por mujeres, que son mujeres jóvenes en edad reproductiva y que hay un subregistro», explica Jairo Fuenmayor, expresidente de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Venezuela. Incluso, Fuenmayor refiere que hay mujeres que decidieron migrar para que sus hijos tengan la nacionalidad del país de acogida. «Este es un problema no solo a escala nacional, sino que lo estamos trasladando a otros países donde las deficiencias en la atención de salud son importantes; me refiero a Perú, Ecuador, Bolivia, que son países con limitaciones económicas para disponer de presupuestos importantes y satisfactorios para la salud».
A criterio de José Francisco, «los principales factores predisponentes son: vivir en condiciones de pobreza, estar fuera del sistema educativo, formar parte de familias disfuncionales, inicio temprano de actividad sexual, falta de información oportuna y de acceso real a los medios de prevención del embarazo». El médico estima que se debería investigar «el deseo, consciente o no, de quedar embarazada. Si a esto se agrega el valor cultural de la maternidad, como una meta femenina ancestral, reforzada por su propia estructura familiar y comunitaria y por el hecho de que la maternidad, puede asumirla la joven, como un cambio de estatus al “graduarse de madre”. Por otra parte, la situación puede ser reforzada, en algunos países: el apoyo económico oficial, puede constituir un estímulo agregado, para incrementar los ingresos de tipo económico o de recursos gratuitos».
Sin duda que persiste la presión social para iniciar la vida sexual, expone Fuenmayor. «Socialmente se piensa que una muchacha de 12 años es normal que tenga una relación sexual. También está la falta de valores en la familia, porque lo primero que hay que enseñar a niñas y niños es a quererse a ellos mismos, a respetar su sexualidad». La falta de educación sexual es otro factor que se suma a un cuadro ya crítico, al igual que el consumo de alcohol y de drogas.
No menos pesan los medios, las redes sociales, que llevan «a un inicio temprano», y de lo contrario, convierten al joven en objeto de bullying «si no ha tenido sexo». Para los varones no hay menos presiones, e incluso, la situación es más complicada «porque para ser hombre debes tener sexo», eres más macho si has tenido relaciones sexuales.
Pero, como lo advierte el ginecólogo, el fenómeno de los Sugar Daddy se relaciona con el embarazo adolescentes. «Hay una tendencia que está de moda, la de los Sugar Daddy: son niñas o adolescentes que vienen de hogares disfuncionales, que quieren salir de ese hogar y han pensado que pueden tener una vida mejor con una pareja de edad más avanzada, lo que trae como consecuencia que inicien tempranamente su vida sexual», describe Fuenmayor. Pueden ser jóvenes presionadas por la familia para trabajar o salir de la casa, porque son una carga para los padres, y su expectativa es acercarse a hombres que tienen su vida hecha, comodidades y otros beneficios.
«La muchacha cae bajo la seducción de tener una vida agradable; no hay nada más satisfactorio que te den lo que tú quieres. ¿Qué pasa? La muchacha quiere consolidar eso, y tradicionalmente se ha dicho a las mujeres que una forma de asegurar pareja es darle un hijo. Por eso, aunque el hombre no quiere, puede buscar la forma», relata el médico. Su experiencia le indica que las adolescentes con métodos anticonceptivos piden que se los quiten y aluden complicaciones, «y justo en el momento en que le quitas el implante porque ella afirma que tiene complicaciones, queda embarazada».