La de Venezuela es una cultura matricentrada y la marcha de las madres ha dejado a niñas y niños en manos de terceros
Como criminóloga Magaly Huggins habla sobre lo que sucede en los centros de detención policial y señala la violación de los derechos humanos que en ellos se cometen. Como psicóloga social, Huggins se refiere a la migración venezolana y al impacto que ha generado en la estructura familiar del país.
La profesora coordina las investigaciones de Una Ventana a la Libertad, organización que el pasado jueves 13 de abril presentó su informe «Proyecto de Monitoreo Año 2022. Situación de los derechos humanos de las personas privadas de libertad en los centros de detención preventiva de Venezuela». En ese contexto, hizo algunos planteamientos sobre los migrantes venezolanos.
«Siete millones y pico de migrantes claro que tienen que haber afectado la estabilidad familiar. No hay otra forma. Porque los primeros migrantes eran profesionales universitarios, que están dando la talla en el mundo», expresó. «Esa primera ola migratoria debe haber afectado muy poco, pero la segunda, la tercera, la cuarta, sí tienen que haber afectado muchísimo, porque desestabilizaron las bases sociales, desestabilizaron la familia».
Niñas y niños quedaron a cargo de abuelos, de familiares cercanos o lejanos. No siempre lograron mantenerse en la escuela, y quedaron en las calles con las consecuencias que esto acarrea. «En esto tiene que ver la fragmentación de la familia venezolana por el problema de la migración».
Huggins recordó que Venezuela «es un país cuya cultura es la cultura matricentrada», y en la situación del país «claro que la familia se desestabilizó».