En este día se bendice el agua y el fuego
La Iglesia Cátólica ya ha vivido la pasión y muerte de Jesús, ahora desde la noche del Sábado Santo se prepara vigilante para contemplar la resurrección del hijo de Dios, por eso se celebra la Vigilia Pascual.
De acuerdo con la Enciclopedia Católica, el Sábado Santo marca el final del tiempo “de Cuaresma y penitencia y el principio del tiempo Pascual, que es uno de regocijo”.
Las primeras horas del día están marcadas por un espíritu de duelo, que prolonga el ambiente de silencio y meditación del viernes. Son horas de espera en las que los católicos recuerdan que Jesús fue colocado en el sepulcro y después “descendió a los infiernos”, indica la agencia católica ACI Prensa.
Entrada la noche, tiene lugar la celebración eucarística más especial del año litúrgico: la Vigilia Pascual, ‘la liturgia de las liturgias’, ‘la Misa entre las misas’, en la que se celebra la noche bendita en la que Jesús resucitó y coronó su obra de salvación.
Durante la Vigilia Pascual se realizan tres símbolos importantes. El primero es la celebración de la luz o del fuego. El sacerdote bendice la fogata ardiente ubicada fuera del templo y, tomando fuego de esta, enciende el cirio pascual, símbolo de Cristo.
El segundo se da en la celebración dentro del templo. Allí se entona el Pregón Pascual, poema del siglo IV que proclama el cumplimiento de todas las promesas en Cristo, quien recibe la gloria y el honor para siempre.
El tercer momento se produce cuando los fieles renuevan las promesas bautismales, renunciando a Satanás, a sus seducciones y obras. Esto se lleva a cabo frente a la pila bautismal -o un recipiente adecuado que haga las veces- y se cantan las letanías invocando a todos los santos, como expresión de la unidad de la Iglesia militante con la Iglesia triunfante.