«Por la esquina de Miracielos, en sus Miércoles de dolor, el Nazareno de San Pablo, pasaba siempre en procesión», decía en uno de sus poemas Andrés Eloy Blanco. Hoy en las calle del centro de Caracas en la Basílica de Santa teresa desfilan los devotos del Nazareno de San Pablo.
Unos «pagan» la promesa por los favores recibidos, casi de siempre de salud. Una joven señora con sus tres hijos nos cuenta que desde 15 años llega a visitarlo los miércoles santos para agradecerle al santo la sanación del mayor de sus retoños.

Mientras se camina hacia la iglesia se nota un río de gente vestida color apamate y se respira devoción, en medio de los gritos de los vendedores de papelón, sahumerios, vestidos morados, que buscan el milagro del sustento diario.


Al abordar a las personas y preguntarles cuál es su petición al Nazareno surgen respuesta variadas y surgían frase como «vengo a pedirle por mi familia», «tengo un familiar enfermo», «pago la promesa porque curó a mi mamá», y la que más se repitió fue: «Por Venezuela».
En las respuestas se percibía un aire de esperanza y fe, sin que los rostros escondieran la preocupación «por la situación país».

En la misa los feligreses coreaban los cantos litúrgicos, el himno del Nazareno y las alabanzas a la virgen María. Luego de la comunión, ya casi para despedir la misa «como es tradición» se cantó el Himno Nacional.