Disfraces, papelillos, tángana, máscaras y pelucas forman parte de uno de los carnavales populares de Caracas
«Tángana»: Cuando es Carnaval, y se escucha esa palabra en el Bulevar de Sabana Grande, ya se sabe que lo que viene es el spray y el cabello lleno de esa sustancia enlatada. Si eso ocurre, puedes molestarte (lo que sirve de poco o nada), o reírte antes de seguir tu camino.
Cada envase de tángana cuesta alrededor de tres dólares. Lo ofrecen los vendedores ambulantes «ilegales», y también, los que tienen permiso temporal para trabajar.
«Papelillooooooooo», y si vienes con la boca abierta, ese «papelilloooooooooo» pasa más allá de los labios. Papelillos es lo que sobra en el bulevar. Lo saben las mujeres y los muchachos que, cada noche, se encargan de barrerlos para que al día siguiente la cara de la calle esté despejada. Cada paquete cuesta 10 bolívares, o «cuatro por un dólar», aclara uno de los vendedores.
Máscaras económicas se consiguen en un dólar. La mercancía carnestolenda se alterna con los pantalones, camisas y medias de todos los días.
La peluca de colores, una buena oportunidad para desaparecer bajo otra identidad, se paga en tres dólares.
Dos muchachos vestidos de Spiderman, vendedores de disfraces, honraron el traje este lunes 12 de febrero e hicieron piruetas para complacer a niñas y niños.
La Librería Nuevo Mundo, que se mantiene como ejemplo de constancia y reinvención, tiene disfraces a disposición que cuestan entre 20 y 30 dólares. El local permanece abierto, en estos días de asueto, hasta las 4 de la tarde.
Hay productos eternos en esta zona caraqueña a la que se llega en Metro, por puesto o caminando: un dólar por el paquete de mango verde, un dólar por un trozo de torta, 30 o 60 bolívares por una porción de quesillo.
Y no falta «Panchito El Periquito de la Suerte» con los periquitos de la suerte: «Usted les regala 30 bolivitas o un dolarito, que lo usamos para el alimento, y él te da una cartica con una respuesta».