Después de quedar sin empleo en el año 2020, decidió vender casabe y naiboa. Tiene el apoyo del Consejo Comunal de Hoyo de Las Delicias
Es caraqueño y vive en el Hoyo de Las Delicias. Son 62 años los que tiene José Gregorio Mora, y su vida no ha sido fácil. Trabajaba en un restaurante chino -como parquero, motorizado y personal de confianza- en Caracas, en el que prestó servicios durante 13 años. Por la pandemia «me mandaron a mi casa, me pagaban mi sueldo mínimo. Un día estaba pasando hambre y supe que en el restaurante había harina, arroz y aceite. Voy con la intención de pedir dos kilos de harina -no regalada, sino para que me la descontaran de mi sueldo- y me dijo que no. Eso me cayó como un tobo de agua fría, agua hirviendo. Me cayó muy mal».
Desde 2020 se quedó sin empleo formal. «Un hijo mío me financió con 20 o 30 dólares, y opté por comprar casabe y naiboa» para vender en la avenida Libertador. «No gano mucho, pero sobrevivo. Lo que yo requiero es estar en santa paz. Que me dejen tranquilo, que no le estoy haciendo daño a nadie». Hace un año murió su esposa.
Mora tiene el respaldo del Consejo Comunal para mantener la venta de casabe en la avenida Libertador. Su presencia «ha sido productiva en el sentido de que se ha frenado un poco la delincuencia que operaba en dicha avenida», afirman los directivos del consejo comunal en una carta que Mora muestra con satisfacción.
Es padre de tres hijos y abuelo de ocho nietos, de quienes habla con mucho orgullo. «Me siento bien y estoy bien. Quiero estar tranquilo, trabajando tranquilamente. Con esto que yo hago me costeo la higiene, algo de comer», refiere.
-¿Cómo le va con las ventas?
-Es duro, pero siempre se vende algo. Veinticinco o 30 bolívares. A veces se vende más, pero no es todo el tiempo.