La Casa Blanca confirmó este lunes haber recibido una carta del presidente venezolano Nicolás Maduro, en la que expresa su disposición a entablar un diálogo directo con Estados Unidos. Sin embargo, la portavoz presidencial, Karoline Leavitt, desestimó el contenido de la misiva, calificándola de “llena de mentiras” y reiteró que la postura de la administración Trump hacia Venezuela “no ha cambiado”.
«Hemos visto esta carta. Francamente, creo que Maduro repitió muchas mentiras en ella», declaró Leavitt durante una rueda de prensa en la residencia presidencial. La funcionaria reafirmó que Washington considera ilegítimo al gobierno de Maduro y que el presidente Donald Trump está dispuesto a “utilizar todos los medios necesarios” para frenar el tráfico de drogas que, según Estados Unidos, proviene del régimen venezolano.
La carta, fechada el 6 de septiembre y publicada por la vicepresidenta ejecutiva de Venezuela, Delcy Rodríguez, en Telegram, rechaza las acusaciones de vínculos con el narcotráfico y propone conversaciones directas con el enviado especial estadounidense, Richard Grenell. «En las últimas semanas han tomado protagonismo los señalamientos, absolutamente falsos, sobre vínculos con mafias y bandas narcotraficantes», se lee en el documento.
Maduro asegura que su gobierno ha buscado “una comunicación directa” con Washington desde el inicio de la gestión de Trump, con el objetivo de resolver cualquier diferencia bilateral. No obstante, el mandatario estadounidense evitó confirmar públicamente si recibió la carta, limitándose a decir: «Ya veremos qué pasa con Venezuela».
Las tensiones entre ambos países se han intensificado en las últimas semanas, especialmente tras el despliegue militar estadounidense en el mar Caribe, orientado a combatir el narcotráfico. Washington ha centrado sus operaciones en el llamado Cartel de los Soles, que según sus acusaciones, estaría liderado por Maduro. La situación se agravó tras el hundimiento de cuatro embarcaciones vinculadas al narcotráfico cerca de las costas venezolanas, tres de ellas procedentes de Venezuela y una de origen aún no determinado.
Este nuevo episodio evidencia el deterioro de las relaciones diplomáticas entre Caracas y Washington, en medio de acusaciones cruzadas y una creciente militarización en la región.






