Una crisis en Ucrania puede causar un aumento global de 25% de los precios de los fertilizantes, estima Saúl López, presidente de la Sociedad Venezolana de Ingenieros Agrónomos
¿Cuál es la relación entre el conflicto en Ucrania y la producción de maíz para la arepa en Venezuela? La respuesta la tiene Saúl López, presidente de la Sociedad Venezolana de Ingenieros Agrónomos.
Los problemas políticos repercuten en el sistema alimentario global, porque hay comodities involucrados, como los fertilizantes, que dependen del petróleo y la producción de gas para garantizar la producción a gran escala, recuerda. «Hay un contexto internacional complejo, que ha hecho aumentar el precio de los fertilizantes en 116% desde finales de 2021 y lo que va de 2022. Venezuela no escapa de esto».
Ucrania es uno de los principales productores de NPK, explica López. «Se cerraron 25% de las plantas de fertilizantes de la Unión Europea por el aumento en el precio del gas» y por la pandemia. En consecuencia «queda un oligopolio de Rusia, Ucrania, China e India como principales productores de NPK».
Una crisis en Ucrania puede causar un aumento global de 25% de los precios de los fertilizantes, estima.
Venezuela afronta, por otra parte, las fallas en la industria petroquímica y la situación en la que se encuentra la empresa Monómeros (en medio del choque político entre el gobierno de Nicolás Maduro y el interinato de Juan Guaidó).
En el año 2021 la falta de fertilizantes se resolvió medianamente por la vía privada, con la importación desde Rusia de varios buques con NPK. «Pequiven suministró 80 mil ton de urea, y el requerimiento es tres veces eso», puntualiza. «El déficit fue de 55%, y eso representa menos superficie sembrada y menos rendimiento».
El escenario de la importación, para 2022, no es el que la Sociedad ve como probable. «Ucrania suple 25% de las necesidades de urea. Al existir demanda creciente de más países que siguen sembrando, especialmente en América Latina con Brasil como principal competidor del mercado, se van a incrementar los precios».
Las consecuencias, alerta López, ya las vemos en Venezuela, «y nos preocupan. El año pasado varias empresa que importaban fertilizantes de Rusia solicitaban para esta fecha un prepago de la mercancía de 26 dólares por saco, y hoy piden prepagar 48 dólares por saco, lo cual, para las estructuras venezolanas de costos, puede llevar a un aumento de costos de producción de 25%». Es decir, precisa, que si una hectárea de maíz costaba el año pasado cerca de mil dólares, este año puede llegar a 1.200 dólares.
Esto impactará en el bolsillo de los consumidores venezolanos.
«La recomendación que les hacemos a los productores es que incorporen la tecnología y el acompañamiento para hacer análisis de suelos y tener un mejor plan de producción. Con el mismo esquema es insostenible», subraya.
Al Estado le proponen priorizar «una reserva estratégica de insumos, como fertilizantes y semillas». Es perentorio «recuperar Pequiven y retomar la producción de NPK en el país, porque no hay garantías de que este año volvamos a tener los cuatro buques del año pasado. Los proveedores internacionales prefieren un mercado seguro, como Brasil o Argentina».
Esa reserva estratégica de NPK, según la Sociedad, debería ser de 100 mil toneladas como mínimo este año. «Las negociaciones se debieron hacer en noviembre, pero no puede pasar de febrero la procura internacional de semillas y fertilizantes», remarca.