Tal parece que la ONU se debate entre la asamblea general para los «débiles» y el Consejo de Seguridad para los poderosos. En la asamblea geneal de Naciones Unidas todo el mundo habla y dice lo que piensa porque, como lo señaló este jueves la internacionalista Giovanna de Michele, todos los países son iguales y su voto tiene el mismo valor. Pero el Consejo de Seguridad funciona como «un club de ricos», como lo ilustró el también internacionalista Félix Gerardo Arellano.
«La asamblea general es el único órgano de Naciones Unidas donde todos los estados son iguales, pero no tiene ninguna capacidad de decisión», razonó la analista en el contexto del foro sobre geopolítica internacional organizado por el Rectorado de la UCV. «Lo que se plantea en la asamblea es una expresión de deseo: cada quien manifiesta su deseo de cómo quisiera que fuera el mundo» porque «donde se toman las decisiones importantes es en el Consejo de Seguridad».

Los organismos multilaterales ponen límites a los poderosos, aseguró Arellano. Por eso, sostuvo, a los autoritarios no les gustan mucho. Incluso, no descarta que el sistema internacional vuelva a ser un concierto de los poderosos, porque, como bien lo ilustró, «estamos en un proceso de redefiniciones».
Pero en la medida en que «el sistema internacional demuestra su incapacidad de poner controles y de regular esta situación, en esa medida se producen cambios a nivel geopolítico, porque en esa medida se consagran los factores de poder que, en fin de cuentas, hacen lo que quieren», aseguró De Michele. Se ha demostrado que son los centros de poder «los que tienen la capacidad de regulación, no el sistema internacional».
Lo que ha sucedido con los ataques a lanchas en el mar Caribe evidencia, según el análisis de De Michele, que un caso llega al Consejo de Seguridad y los países usan el derecho a veto para frenar cualquier decisión. Estados Unidos, el país que agrede, tiene derecho a veto y no va a votar en su contra.
Hay que aprender a trabajar en la diversidad, insistió Arellano. «Tenemos que exprimir la asamblea general, promover al máximo la asamblea general. ¿Sus decisiones no son vinculantes? Sí, pero molestan, moralmente hablando». En la ONU, aseveró, «tenemos que fortalecer el papel de los países débiles». No se puede esperar que sean las potencias las que definan un orden internacional equitativo mientras la estrategia hacia los países débiles es la fragmentación, enfatizó.






