Hay que revisar lo que se enseña, quién lo enseña y cómo lo enseña, detalla Carlos Fernando Calatrava, director de la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello. Construir nuevas escuelas, generar un nuevo currículo y formar 200 mil educadores «le costaría al país 77 mil millones de dólares, y el país agradecería esta inversión en el futuro y esta inversión en destino», calcula
Uno de los pacientes venezolanos más estudiados es la educación venezolana. Un paciente que hoy está delicado, mañana «coge un respirito» y pasado mañana regresa a terapia intensiva. «En los últimos años la educación venezolana ha venido atravesando por una grave crisis que la ha llevado a una desmejora significativa en el desarrollo de los procesos de enseñanza y aprendizaje, situación que se incrementó a raíz de la pandemia», ilustra Eduardo Cantera, director del Centro de Innovación Educativa de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
Los problemas podrían verse en tres áreas: «Lo que estamos enseñando, quién está enseñando y cómo estamos enseñando», explica Carlos Fernando Calatrava, director de la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
¿Qué se enseña? «En Venezuela hay alrededor de cuatro diseños curriculares de cuatro épocas y cuatro momentos diferentes dando vueltas en los niveles del sistema educativo venezolano», sin hilo conductor. «Lo que se hace en inicial, en cuanto a logros de aprendizaje, no tiene continuidad en primaria, y mucho menos, en educación media».
¿Quién enseña? El maestro. «Un maestro que hay que respetar, cuidar, consentir, permitirle que se profesionalice y se actualice. El maestro tiene que poder vivir de su trabajo como educador». Hoy no puede hacerlo. Un salario de menos de 100 dólares al mes ha generado un deslave en el sector educativo.
¿El cómo? «Los medios y vías tecnológicas ya están aquí, y hay que hacer la tarea de integrarlos bien», reflexiona. «Hay que mejorar cada vez más una didáctica ajustada a contexto, a medio, a realidad, en la que todos los actores nos podamos encontrar». La pandemia obligó a usarlos, pero todavía queda mucho camino por andar.
Calatrava considera que se necesita una renovación general del sistema educativo, y ha hecho el cálculo de cuánto costaría. Construir nuevas escuelas, generar un nuevo currículo y formar 200 mil educadores «le costaría al país 77 mil millones de dólares, y el país agradecería esta inversión en el futuro y esta inversión en destino».
Es necesario desarrollar políticas destinadas «a la atención integral de los docentes en lo socioeconómico, en lo psicoafectivo, en la salud y en lo laboral, como mecanismo para garantizar el bienestar de este personal y mantener su permanencia en las escuelas», enfatiza Cantera. También «favorecer la actualización y formación de los docentes en general, destinadas a mejorar sus competencias pedagógicas».
Esto debe ir aunado a los planes de adecuación curricular «que permitan desarrollar habilidades, destrezas y conocimientos necesarios en los estudiantes que favorezcan su proceso de aprendizaje y crecimiento académico».
Pese a los «peros» todavía hay interés en estudiar. «En la mayoría de la población y, de acuerdo con la proporción por niveles, la tendencia mayoritaria es que sí quieren estudiar», subraya Calatrava. «El asunto grave es que las condiciones del contexto siguen siendo muy duras para el grueso de las familias venezolanas, por lo que la incorporación al mundo del trabajo está ocurriendo cada vez más temprano. Ello hace que la escuela se ponga en pausa y se afanen en colaborar para la subsistencia del hogar».