El verbo de moda no tiene cabida en la mente y en el corazón de la maestra Katiuska Russo. Como ella, miles de educadores siguen luchando por un mejor futuro
Katiuska Russo es maestra y reitera que no quiere reinventarse. El verbo se ha puesto de moda entre todas las trabajadoras y todos los trabajadores venezolanos que buscan un nuevo futuro sin marcharse de Venezuela. «Reivéntate», aconsejan los amigos, sugieren los allegados y proponen los colegas. Pero Russo dice no. Tiene 22 años de servicio, es especialista en educación especial y también se formó para trabajar en educación media. «Quienes entramos en la carrera docente sabíamos que no nos íbamos a hacer millonarios, que no tendríamos el carro del año, pero sí pensamos tener una seguridad social que nos permitiera vivir; y la realidad es que hoy no tenemos ni para una cajita de Atamel»
Además de ser representante del Sindicato Venezolano de Maestros en el Distrito Capital, Russo es docente. «Es insostenible quedarnos en casa y no podemos ir a nuestras instituciones educativas a trabajar, que es para lo que nos formamos y lo que amamos hacer», resalta en conversación con contrapunto.com.
Ella protestará, como otros educadores, este 15 de enero. Es el Día del Maestro pero los gremios afirman que no hay nada que celebrar. Sin embargo, dice que volvería a estudiar educación. «Jamás me arrepiento de ser maestra. Esta es mi vocación. Toda mi vida soñé con ser educadora, lo sostengo y lo mantengo. Cuando alguien me dice ‘reinvéntate’, le respondo: no tengo en qué reinventarme, no sé hacer más nada. Me veo con un marcador y con una pizarra; eso es lo que sé hacer, eso es lo que amo hacer. De hecho, no he podido reinventarme. Trabajo en colegios privados para poder vivir. Es lo que amo y no está en mis planes de vida hacer otra cosa».
Luisa Rada, coordinadora de jubilados del sindicato de educadores de las escuelas distritales, considera que «no hay nada que celebrar» este 15 de enero. «Lo que nos queda es calle y más calle, porque también se están perdiendo las prestaciones sociales y el Estado, en una práctica odiosa, ha tratado de bonificar los salarios de los trabajadores».
Un docente 6 (el máximo escalafón), que trabaje en tres escuelas públicas de Caracas, «gana 22 dólares de sueldo; claro, siempre te dirán que te pagan bonos, pero eso no da», puntualiza José Pérez, presidente del sindicato de trabajadores de educación del Distrito Capital Sitraenseñanza.
Para Russo el Ministerio de Educación debe recordar siempre que su trabajo y su prioridad debe ser la educación, «como es en todo el mundo, porque la educación es la que sostiene la nación». Y, paradójicamente, son los sectores salud y educación, los pilares del país, los más golpeados, denuncia. En las escuelas «no hay baños operativos, no hay bebederos, no hay Programa de Alimentación Escolar y, donde existe, no se habla de nutrición balanceada»; tampoco se dispone de pupitres.
«Nosotros queremos que el venezolano tenga una educación de calidad, honrando los preceptos constitucionales. Nosotros no estamos inventando nada; simplemente hacemos las exigencias que, por Constitución, Venezuela merece», enfatiza. En materia salarial, insiste en que se debe respetar el artículo 91 de la Constitución.
En la educación venezolana «no hay inversión, pero hay ganas, y por eso nosotros nos mantenemos». Russo confirma que no se reinventará: «Lo más fácil sería reinventarnos e irnos, pero no. Los que amamos la educación estamos allí, constantes, y no vamos a abandonar los espacios, pero tenemos el derecho de exigir».
El movimiento magisterial, como lo confirmó Rada, se declara en emergencia y en movilización para lograr que se firmen la convención colectiva, que se respeten los derechos y que se derogue el instructivo Onapre. «Ya que es ‘inexistente’ el instructivo de la Onapre, entonces que regresen las primas a los trabajadores». Dicen que no existe, pero existe, afirma Pérez, y «necesitamos que lo eliminen para recuperar nuestras reivindicaciones».