«Ya ni siquiera se puede llamar apostolado a lo que hacemos. Lo que estamos haciendo es resistiendo, y por supuesto, esa resistencia es lo que estamos dando y entregando como enseñanza», argumentó el profesor de la UCV
Es profesor en la Escuela de Filosofía de la UCV y este lunes 18 de septiembre se sumó a la protesta que, como una lava ardiente, se desplazó por la avenida Universidad. Tulio Olmos ha marchado y seguirá marchando.
«Vine a protestar porque el salario está demasiado deteriorado, porque la condición académica de los universitarios está deteriorada, porque se refleja en la calidad de la enseñanza que estamos dando. Evidentemente que los profesores, si andamos con un sueldo miserable de 15 dólares o 10 dólares, estamos pensando en otra cosa que no es investigación, docencia y extensión», expresó.
También «tenemos que demostrarle al país la tragedia no solamente del deterioro de los salarios, sino la tragedia que significa un oficio sin seguro médico, sin prestaciones sociales, sin ahorros. Ya ni siquiera se puede llamar apostolado a lo que hacemos. Lo que estamos haciendo es resistiendo, y por supuesto, esa resistencia es lo que estamos dando y entregando como enseñanza: reducida a un mínimo». Es decir, «damos clases cuando se puede dar clases, cuando no hay bajones, cuando hay internet».
Olmos razona, además, «que un país sin educación no es un país; es otra cosa».
-A la sociedad pareciera que no le importara.
-Han logrado ese objetivo. ¿Cuál es el objetivo? Reducirnos a un espacio de supervivencia, y cada uno anda recluido en ese mínimo de resistencia y de supervivencia que significa ese día a día: qué compro mañana, qué logro hacer mañana. Estamos viviendo un día a la vez, y claro, si estamos en eso, también lograron atomizarnos. Lo que está ocurriendo en la primaria no es otra cosa que el reflejo de este país: unos candidatos que no logran ponerse de acuerdo, que tienen que ir a un proceso electoral en el que todos sabemos que no va a ganar el mejor, va a ganar el que mejor propaganda haga, el que más dinero tenga para invertir en la campaña. Lograron atomizarnos, lograron dividirnos y estamos cada uno luchando por mantener un espacio vital mínimo.
-¿Cómo se recupera el sentido colectivo?
-Con varias alternativas. Con varios proyectos. Uno tendría que ser que los partidos asuman de nuevo la responsabilidad que tienen en la conducción de los procesos sociales; lograr un acuerdo, proponer un candidato unitario en las elecciones de 2024. El segundo punto es que tenemos que cerrar filas en términos de salario, protección social, protección sanitaria y protección educativa. Hasta que no logremos ponernos de acuerdo en que tenemos lo que Adela Cortina llamaba una ética mínima… En el caso de Venezuela creo que no solo necesita una ética mínima, sino una moral mínima que nos impida colocar nuestros intereses individuales frente a los colectivos. Si no, seguiremos en eso: sobreviviendo, logrando pequeños objetivos individuales pero el colectivo desaparece. Y hasta que no haya una idea de colectivo, no hay forma de canalizar.