«En este momento los educadores estamos subvencionando la educación de los pobres, la estamos pagando con nuestro sacrificio, la estamos salvando con nuestro sacrificio», señala el educador popular
No necesita presentación. Porque cuando se habla de educación, Antonio Pérez Esclarín es lo más parecido a una estatua, pero una estatua que bajó del pedestal para caminar entre el pueblo. «Siempre estoy dispuesto a hablar», asegura. «Estuve en Machiques (Zulia) hace dos días. Tuve un encuentro con padres, porque los padres son los primeros educadores; los valores se adquieren primero en la familia, y por eso necesitamos unirnos padres y maestros, porque cada uno por su lado no va a funcionar».
Pérez Esclarín habla con pasión. «Soy coherente con lo que digo. Vivo la realidad de los maestros». Pudo tomar otro camino, pero optó por Fe y Alegría «para trabajar por los más pobres». Es un escritor prolífico, con más de 70 títulos en su haber. Acaba de publicar un libro sobre José Gregorio Hernández y quiere volver a editar «Aportes para una educación de calidad». Este martes 13 de mayo, a partir de las 6:00 pm, participará como ponente en el Primer Foro: Voces por la educación, que se realizará por zoom y en el cual compartirá con el educador indígena José Quintero Weir.
-¿Educar para qué?
-Educar para construir una nueva humanidad. Es enseñar a vivir con el otro diferente, a vivir para servir y construir un mundo mejor,. Educar para desarrollar el hambre de aprender. Se habla del derecho a la educación, que es el derecho al aprendizaje. La calidad de la educación se debe medir por lo que aprenden, no por lo que enseñamos. Trabajo los retos de la educación en estos momentos en que se habla de la sociedad del conocimiento, y se habla de la educación como un elemento clave para combatir la ignorancia. El elemento fundamental es una educación para transformar las sociedad.
-Pero la competencia es fuerte.
-Totalmente de acuerdo. Por eso hablo de ser capaces de analizar lo que recibimos, ir a lo profundo. Como decía mi maestro Paulo Freire, necesitamos un radicalismo crítico, capaz de analizar la realidad; autoanalizarnos nosotros a ver si hay coherencia entre lo que decidimos y vivimos, porque si no, estamos en el mundo de la frivolidad. Estamos en el mundo de la modernidad líquida, la propia información nos desinforma. Vivimos intoxicados de información pero no somos capaces de ir al núcleo de los hechos. En el mundo de la explosión de las comunicaciones nunca hemos vivido más incomunicados. Lo cercano se aleja, lo lejano se acerca. Mi último libro es sobre inteligencia espiritual, que es encontrarnos con nosotros mismos. Antes de ciudadanos, necesitamos personas, sujetos. La vida es un viaje que cada uno construye. Hoy la gente no vive, es vivida por los demás, por el qué dirán, por las redes, por las modas, las imposiciones. Se trata de educar para enseñar a vivir, para convivir con el otro diferente y para aprender a amar y servir, hacer de la vida un regalo para los demás, vivir construyendo vida. La vida tiene que ser una defensa de la vida. Me angustia que la educación ha perdido el horizonte. Todavía vivimos una pedagogía transmisora, caletrera, estamos todavía enseñando a repetir.

-Entonces falla la educación que tenemos.
-La educación ha perdido la brújula. Estamos educando para un mundo que no existe, y por eso el desencuentro total entre escuela y jóvenes que no le ven el queso a la tostada, estamos en una educación anquilosada, que repite conocimientos que no interesan a los jóvenes. Claro que la educación está fallando.
-¿Quién le pone el cascabel al gato?
-En primer lugar, una alianza donde la educación se entienda como proyecto de país, donde nos unamos todos en defensa de la educación. Con una pobre educación tendremos un pobre país. Hay que liberarse de la idea de que educación es escolarización. Uno explica lo que sabe o cree saber, pero todos enseñamos lo que somos: educamos con nuestra vida. El comerciante educa o deseduca si se dedica a especular, los padres educan o deseducan de acuerdo con los valores. Por eso la educación es un derecho y un deber de la sociedad. Pero la educación no preocupa, no tiene dolientes, y contra eso, una idea que estoy trabajando, es el deber que tienen los jóvenes de educarse, porque la educación es un medio para construir su propia vocación; si no estudias, vas a ser un proyecto frustrado. La educación te permitirá conocerte, encontrar tus cualidades. Sin educación serás una persona que no encontró su destino, que no encontró su vocación. Vivir es construirse, soñarse, proyectarse. La educación no es enseñar materias, sino ayudar a que cada persona plantee en serio su proyecto de vida: cómo me sueño, en qué debo mejora y cambiar. Pero esto ni se olfatea. Las universidades forman profesores, pero no educadores, muchos ni sospechan qué es ser educador.
-¿Educación de calidad?
-Hablo de dos partes. De salvar la educación, para lo que tenemos que hacer un esfuerzo de toda la sociedad, porque a todos los conviene tener más y mejor educación. Salvar la educación, que no haya un niño sin acudir a la escuela. Son alarmantes los datos. Lo que tenemos que hacer es salvar la educación y debe ser un proyecto de todo el país, más allá de las banderas políticas. Tenemos que garantizar que haya buena educación y transformar la educación, pasar de la pedagogía caletrera a la pedagogía crítica. Se trata de aprender a aprender. Las tecnologías se han implantado con un conocimiento técnico, pero no pedagógico; están ocupando el papel de los pizarrones o las copias de textos, pero no son usadas pedagógicamente para construir pensamiento crítico. Por eso, la lectura, las competencias blandas como resiliencia, trabajo en equipo, investigación y formación. Y lo segundo es la construcción de la persona, del ciudadano y del servidor público. Aprender a vivir, a convivir y a considerar la diversidad como riqueza. Mi último libro es sobre el liderazgo de servicio: necesitamos líderes de servicio, personas que, si buscan un cargo, es para poder ejercer la vocación de servicio. Lo importante no es mandar; lo importante no es tener poder, lo importante es servir.
-Pero eso no es así.
-Claro que no es así. Por eso la necesidad de un cambio radical de concepciones, volver a la realización humana como servicio. Cito mucho a Tagore, que soñaba que la vida era alegría. Es convencernos de que el servicio es el camino a la felicidad; ser generoso, ser compasivo.
-¿Qué revisaría usted ahora?
-Lo que estoy haciendo a tiempo completo es la formación de los educadores. Hay que invertir mucho tiempo, formarlos para que entiendan que ser educador es la vocación de más trascendencia; no es dar clases, porque en eso te pueden sustituir las tecnologías. Se trata de la construcción de personas. A los que quedan, que asuman eso; y a los jóvenes, que entiendan que ser educador es construir personas. La patria es la gente, no el himno. Me estoy dedicando a insistir en que la educación debe ser un proyecto de país de todos más allá de las ideologías. Si amamos a Venezuela necesitamos reencontrarnos en la construcción de la educación, reconciliarnos en una propuesta que merezca la pena. La mejor educación nos conviene a todos. Es ganar a la gente, que se sienta educadora. El educador no es solo el maestro. Me da mucho miedo que la educación, en vez de ser un derecho, se convierta en una mercancía, educación buena para quien pueda pagarla y educación miserable para quienes solo tiene dos ratos a la semana con maestros desmotivados. Buscamos la mejor educación para quienes están peor. Ese ha sido el ideal de mi vida: para que la educación de los pobres sea la mejor educación. Sueño con el día en que, junto con el título profesional, dieran el título de persona, porque hay muchos ingenieros buenos como ingenieros pero raspados como personas. Llevo 55 años formando educadores y solo me interesan conocimientos que lleven a nacer con el otro y para el otro. Hay que ir abajo, y si se ve sencillo y humilde, en ese doctor yo creo.
-Hay que empezar por el maestro. ¿Cómo se motiva?
-Uno de los elementos de la alianza debe tener el rescate del sueldo del maestro. Y mientras tanto, que entiendan que son imprescindibles. La lucha por la calidad pasa por el reconocimiento del maestro. Para que la educación ayude a acabar con la pobreza hay que acabar con la pobreza de los educadores y de la educación.
Lo dice en primera persona: «He publicado 75 libros y mi jubilación es de 500 bolívares. Yo también estoy pelando y me la paso predicando, buscando y rebuscando. Mi esposa, después de 35 años, no llega a 10 dólares de sueldo. Es la terrible realidad. En este momento los educadores estamos subvencionando la educación de los pobres, la estamos pagando con nuestro sacrificio, la estamos salvando con nuestro sacrificio, la estamos subvencionando», asegura.
La alianza por la educación, subraya, «es para tener educadores bien formados, reconocidos y motivados, porque ¿quién va a la escuela alegre si no ha comido? Pero esto debe ser un proyecto de país, desde el Ministerio de Educación hasta el último funcionario. Que nos duela la educación. Hay mucha propuesta, pero la realidad es que estamos viviendo momentos muy difíciles».