Militó en el PRV-Ruptura. Tiene 10 años jubilado del Ipasme. Afirma que el instructivo de la Onapre sí existe y con él les han reducido el sueldo a los empleados públicos en más de 50%
Siempre va a las protestas con un hueso descarnado, que toma con las dos manos y lo muestra en las puertas de instituciones como el Ministerio del Trabajo. Se llama Roberto Carpio y ha paseado ese símbolo por la avenida Bolívar, por la avenida Universidad, por la esquina de La Hoyada. También lo ha blandido ante las barreras policiales que impiden el paso de los manifestantes hacia la Asamblea Nacional o la sede del Ministerio de Finanzas.
Roberto tiene 67 años de edad «bien vividos y en lucha», afirma. «Más de la mitad de mi vida he estado en la lucha. Aprendí desde joven a ‘luchar hasta vencer’ porque vengo del Partido de la Revolución Venezolana (PRV-Ruptura)». Lo lleva en la sangre: «Fue mi madre, Aura de Carpio, la que estuvo en la investigación de la muerte y desaparición de Alberto Lovera; ella fue concejal entre 1963 y 1968. De ahí viene».

Su partido político lo destacó en el frente obrero, con la orientación de dedicarse al transporte público: «Eso me hizo ser un conductor profesional».
Trabajó en varias instituciones de la administración pública, como la alcaldía Metropolitana con la gestión de Juan Barreto, en la Gobernación de Miranda con la gestión de Diosdado Cabello y en el Ipasme, de donde salió jubilado en 2012. «Me dieron 30 millones de bolívares», rememora.
En la mayoría de las manifestaciones recientes ha estado Roberto son su hueso. «Estamos en las protestas porque ha quedado demostrado ya que ni es un presidente obrero, ni es revolucionario y mucho menos socialista. Es un presidente antiobrero, esquirol y, por lo tanto, se han aplicado estas medidas neoliberales, capitalistas. Lo dijo en una oportunidad Chávez: la cabeza de la culebra es Fedecámaras, y este señor pactó con Fedecámaras».

Reitera que el primer propósito, para los trabajadores públicos que marchan en Venezuela, es la eliminación del instructivo Onapre, «que ahora dice el Tribunal Supremo que no existe». Y pregunta: «¿Entonces estamos peleando con un fantasma o el instructivo Onapre nos volvió locos a los trabajadores, que estamos peleando contra algo que no existe?».
El pasado viernes estuvo con los trabajadores de seguridad del Ipasme para cerciorarse de su pago mensual: «Ya yo veía la disminución del pago de la quincena que uno llama ‘la larga’, la que tiene más beneficios. Mi bono de antigüedad es de 11 bolívares, cuando antes eran casi 100 bolívares. Otros bonos fueron rebajados a seis bolívares, a tres bolívares». A los trabajadores activos «les quitaron el sobretiempo, los domingos, los feriados; les quitaron, también, las evaluaciones; los tienen en una desmejora total, y ya se dieron cuenta de que el instructivo Onapre realmente ha sido cercenar los derechos laborales, contractuales y constitucionales de los trabajadores, del pueblo».
Roberto explica por qué lleva un hueso: «En los años 70 y 80, cuando salíamos de la UCV o cuando salíamos los trabajadores por la escala móvil de salarios y contra el robo de las prestaciones, había una anciana que llevaba un hueso». En este año 2022 «recordándola, y reivindicándola», decidió portar el mismo objeto. «El hueso es el hueso en que nos tiene el gobierno; a veces me cuesta decirle gobierno a una banda instalada en Miraflores» que «se convirtieron en una de las peores traiciones».
A su juicio, el presidente Chávez «nunca hubiera permitido que la clase trabajadora, la clase obrera, y mucho menos al campesinado se les quitaran sus derechos y se los pateara como se los está pateando». Chávez «tuvo errores, como todo ser humano, pero creo que uno de los mayores errores de Chávez, aunque suene duro, es haberse pegado mucho a Fidel Castro. A raíz del golpe de Estado, que se involucró más con Fidel Castro, fue haciendo lo que Fidel le venía diciendo».
El trabajador jubilado considera contradictorio que el gobierno apoye a Cuba «para reparar la planta que se quemó» y lo califica como «claridad en la calle y oscuridad en la casa» porque no hay recursos para atender las necesidades internas pero sí para apoyar a los aliados externos.