Una investigación realizada por la UCAB, Anova y la Fundación Carvajal reveló que la matrícula estudiantil se ha reducido en 15% por razones como «la falta de comida en el hogar (45,6%), la imposibilidad de costear los implementos educativos (30,2%), la falta de servicios básicos (24,5%) y el tener que trabajar (24,3%)». En estos momentos «se calcula que el número de inscritos de 3 a 16 años está en 6 millones», señala Eduardo Cantera, director del Centro de Innovación Educativa de la UCAB. Carlos Fernando Calatrava, director de la Escuela de Educación de la UCAB, propone un plan de trabajo pedagógico para el primer lapso
Maritza conoce las dos caras de la moneda: es profesora de un plantel público y de un colegio privado y es mamá de dos estudiantes. Como docente, sabe que sus alumnos han pasado por el desierto de la hiperinflación, la emergencia humanitaria y la pandemia. Como madre, reconoce que los problemas que había se agravaron.
«Ahorita hay que reforzar muchas cosas, porque los muchachos estuvieron dos años en pandemia en sus casas», explica Maritza. Por ejemplo, hay que volver a marcar los hábitos y los horarios.
Su visión de profesora de inglés coincide con la de Carlos Fernando Calatrava, director de la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). «Los niños y jóvenes de los niveles obligatorios regresaron a las clases presenciales con evidencias de retardo pedagógico; es decir, todo lo que debía estar aprendido no lo estuvo totalmente. Este retardo pedagógico implicó la necesidad de acciones de recuperación o nivelación, adicionales a los horarios de clase de cada año, pero no cumplidos cabalmente. Y estas acciones de recuperación no fueron en todas las escuelas del país. A esta situación, se le unen la deficiencias propias en destrezas sociales, trabajo en grupo y en equipo, justamente por no haber interactuado presencialmente por más de año y medio», explica Calatrava.
Al inicio del año escolar «estamos llegando en terribles condiciones, porque nosotros partimos de que no hubo una culminación efectiva del año escolar 2021-2022; las condiciones de infraestructura, condiciones laborales del docente y condiciones académicas de los estudiantes obligan a que haya una revisión de las carencias», insiste Nancy Hernández, directiva de Fenasopadres.
¿Cuántos niños, niñas y adolescentes regresan a clases? Oficialmente la ministra de Educación, Yelitze Santaella, habla de 91% de cobertura. «Se calcula aproximadamente en 11 millones la población entre 3 y 24 años según la Encovi 2021. La población de escolares inscritos en los últimos años ha mermado un 15%. Y en estos momentos se calcula que el número de inscritos de 3 a 16 años está en 6 millones. No tenemos certeza de lo que ocurrirá este año», aclara Eduardo Cantera, director del Centro de Innovación Educativa (CIED) de la UCAB.
«En primer lugar, se observó una disminución tanto de la matrícula estudiantil (15,7%) como la docente (24,9%), bien sea por causa de emigración (lo que explica cerca del 40%) como de deserción o desincentivo con respecto al año 2018», concluye el Diagnóstico de Educación Básica en Venezuela, elaborado por UCAB, Anova y Fundación Carvajal. El número de estudiantes se redujo, según esta investigación, de 7,7 millones a 6,4 millones.
«La inasistencia escolar parece estar fuertemente vinculada a los factores socioeconómicos que caracterizan la profunda crisis humanitaria que sufre Venezuela», alerta esta investigación. «Entre las razones de importancia alta figuran la falta de comida en el hogar (45,6%), la imposibilidad de costear los implementos educativos (30,2%), la falta de servicios básicos (24,5%) y el tener que trabajar (24,3%)».
Vuelven menos estudiantes y, también, menos docentes. «Se habla de cerca del 50% de abandono de las aulas por parte de docentes graduados. Las razones: salarios insuficientes, lo que los lleva a buscar otras alternativas para mejorar sus ingresos, algunos de ellos han emigrado. El número de docentes se cifró en 166.000 en el diagnóstico educativo de Venezuela 2021», resalta Cantera.
La lectura: Un examen «raspado»
No es solo la cantidad de estudiantes que regresan, sino las condiciones en las que se encuentran. «Además de las destrezas sociales y trabajo en equipo, quedaron en evidencia debilidades en otras habilidades blandas, como comunicación efectiva, toma de decisiones, resolución de problemas y sentido de pertenencia con el centro escolar. Estos de las habilidades blandas agrava el escenario, porque los primeros reportes que tenemos evidencian problemas en comprensión lectora, redacción y nociones de tiempo, espacio y cantidad», advierte Calatrava.
En el año 2021 se aplicó a estudiantes de tercer grado de educación primaria la prueba EGRA (evaluación inicial de la lectura), como parte de la investigación sobre Diagnóstico del Sistema Educativo Venezolano, detalla Cantera. Los hallazgos son demoledores. «El 68% de los estudiantes evaluados mostraron tener dificultades para leer de manera fluida, y de estos, 41% presentaron un alto rezago en esta competencia, estando significativamente por debajo de los estándares internacionales para este nivel».
Otro indicador, la decodificación de palabras, no arrojó mejores resultados: «El 76% tienen un rezago de moderado a alto, lo cual explica las debilidades en la fluidez de la lectura. Mientras que el 48% de los estudiantes muestran algún tipo de rezago en compresión oral (19% entre moderado y alto) y el 38% en comprensión de la lectura», apunta. Hay diferencias entre el ámbito rural y el urbano, ya que «el nivel más bajo en el desempeño en la lectura lo manifiestan estudiantes que habitan en el ámbito rural». Los datos indican, subraya, «que los estudiantes venezolanos presentas serias debilidades en el dominio de la lectura, lo que pueda afectar significativamente su proceso de aprendizaje y el manejo de las diversas áreas de conocimiento y, por consiguiente, en el desarrollo».
Este año, admite Maritza, «nos va a tocar un poquito fuerte». Más fuerte que con la educación a distancia, que ya fue problemática «porque uno no conocía al muchacho con el que trabajaba». Hubo alumnos cuyo trabajo «era perfecto, y cuando vinieron a semipresencial nos dimos cuenta de que no eran trabajos hechos por ellos».
Carlos Fernando Calatrava propone, más que un periodo de nivelación, «un plan de trabajo pedagógico, que pudiera cumplirse en este primer lapso. Un plan que tendría que abordar las habilidades blandas y, al menos, la promoción de las competencias comunicacionales y el pensamiento lógico. Con ello lograbas estabilizar en un escenario tan complejo, para luego tomar el manejo de las unidades de contenido que corresponden a cada grado». Pero «lamentablemente lo informado es el inicio del año escolar sin ningún proceso de nivelación o mejoramiento», comenta.
Nancy Hernández considera que, más que un ciclo de nivelación, «necesitamos un año completo, que no lo vamos a tener porque el señor Maduro decidió que las clases comenzaran, no con base en lo que dice la ley», sino después.
Sin embargo, aunque el Ministerio de Educación no ordene hacerlo, los maestros que mantienen su voluntad de seguir dando clases -como es el caso de Maritza- están planteándose cómo encarar la crisis estudiantil. «Primero, hacer un diagnóstico para ver cómo están esos muchachos: qué les quedó del año pasado, y dependiendo de esos resultados, hacemos la nivelación; es decir, lo que ellos necesitan para comenzar». Ella piensa desarrollar esta estrategia durante el primer lapso (octubre-diciembre de 2022).
Sus 23 años como docente le ratifican que vienen días difíciles. «Ahí estamos, en esta lucha», confía, sin perder el ánimo. Después de todo, la docencia es su vida.