«Los seres humanos somos todos iguales. Todos tenemos el mismo derecho. Todos; no importa la raza, no importa el credo, no importa el origen social, no importa su situación económica o su preferencia sexual», explica José Antonio Perrella, presidente ejecutivo de la organización
La asociación Provive, que nació en 1981 por iniciativa de Christine Marcellus de Vollmer, sigue defendiendo sus principios. El planteamiento original de Provive «era la defensa de la vida desde su concepción, y también, la protección de las personas que nacen con alguna condición», explica José Antonio Perrella, presidente ejecutivo de la organización. «Provive en su origen defiende a la vida, sea como sea: desde su concepción», puntualiza Perrella en entrevista con contrapunto.com durante el conversatorio realizado el jueves 16 de junio en Cafetería Kaldi, en Las Mercedes.
-¿Esto se mantiene?
-Se mantiene. El programa «Aprendiendo a querer» funciona, ya no de manera correctiva, de atender a las mamás que de manera precoz quedan embarazadas e invitarlas a que no aborten sino a tener a sus niños y enseñarles un oficio, apoyarlas, quererlas. Esos fueron básicamente los inicios de Provive. Hasta que se decidió que teníamos que actuar de manera anticipada, tratando de que las niñas tengan el conocimiento y sepan que no son instrumentos de placer. Son personas dignas, personas que se tienen que respetar a sí mismas. Y se les educa con todo lo que tiene que ver con una sexualidad responsable. Nosotros creemos que «Aprendiendo a querer» evita en alguna medida los embarazos precoces. Por lo tanto, hablamos siempre un poco de lo mismo. Lo que pasa es que antes Provive actuaba posteriormente al embarazo, y ahora Provive trata de prevenirlo.
-Hay cosas que han cambiado, como la diversidad sexual. ¿Cómo lo abordan?
-Sin juicio de valor. Los seres humanos somos todos iguales. Todos tenemos el mismo derecho. Todos; no importa la raza, no importa el credo, no importa el origen social, no importa su situación económica o su preferencia sexual. Nosotros consideramos que el ser humano es único. Es igual en África. Es igual en todo el mundo.
-¿Son bienvenidas las personas de cualquier orientación sexual?
-Absolutamente. De hecho, el programa «Aprendiendo a querer», en las historias que narra, incluye la historia de una niña que se sentía varón. Es una historia incluida en las múltiples historias que tenemos. Lo que no incentivamos, siempre sin juicio de valor, es la ideología de género, porque nosotros creemos que es algo natural, que es parte de la vida y tenemos que abrazarlo. No lo vemos como una enfermedad, pero tampoco lo vemos como algo de lo que hay que hacer apología. No es algo que tenemos que convertir en una bandera. Es una condición del ser humano. Nacen niños que se sienten atraídos por el mismo sexo y es una condición exactamente igual a la de un niño que es niño toda su vida.
-El abordaje del aborto, que es una realidad, ¿cómo se lo plantean?
-Una vez más, no se fija juicio de valor. Se explica que la vida es vida desde el momento de la concepción, se explica que un bebé en el vientre materno es motivo de ilusión, esperanza y alegría para todas las madres. Se explica que cortar esa vida en realidad es eso: cortar una vida. La idea del programa es profundizar el tema desde el punto de vista amplio. Se identifica la responsabilidad que los seres humanos en cada momento de la vida vamos adquiriendo. Una niña y su pareja que se embarazan no pueden resolver lo que para ellos pareciera ser un problema terminando la vida de un ser humano. Que no haya nacido no quiere decir que no existe. Es un tema extremadamente complejo. No se fija juicio de valor, pero nosotros pensamos que la vida humana comienza en el momento de la concepción.

-¿Cómo hacen para lidiar con la sexualización permanente?
-La verdad es que se está empezando a convertir en una suerte de batalla. Yo creo que el secreto allí es tratar de dejar esa sexualización como algo accesorio, como algo externo, y tratar de rescatar siempre que nosotros nos debemos respeto a nosotros mismos y nos tenemos que hacer respetar de los demás. Y que no es a través de mostrarse desnuda, o mostrarse agresivo en la aproximación a la niña que vamos a ser más populares o vamos a ser mejores. Estamos tratando, a través del programa, de dar a entender que ese no es el camino. Ese es un camino vacío, finito, que no puede sino traer malas consecuencias. Si eso se logra hacer desde el principio, si un niño tiene la fortuna de poder ser parte de este programa desde el último nivel de preescolar va a ser natural que podemos estar orgullosos de nuestro cuerpo y podemos enfrentar una sexualidad responsable, con ciertas libertades, pero siempre tenemos que tener la certeza de que somos personas dignas y únicas y que nos debemos respeto nosotros a nosotros mismos y, en consecuencia, a todos los que nos rodean.
-¿Las muchachas, antes de tomarse la foto, pensar en el para qué?
-El para qué, o por lo menos saber lo que están haciendo.
-¿Hacia dónde quisieran crecer?
-Queremos crecer en número de escuelas, en número de niños, en regiones del país.
-¿Cuántas podrían atender este año?
-Estamos muy enfocados al sector privado por un problema de dinero. La Venezuela de los años 80, que aportó tanto a la señora Christine, no la tenemos ahora. Ahora no sobra dinero. A nadie le sobra dinero. Para mí, es el país más real desde que tenemos conciencia. Aquí ya no hay subsidios, aquí no hay cambios diferenciales que a través de manipulaciones financieras te hacen ganar un dineral. No. Aquí lo que hay es trabajo, y esa es una buena noticia para mí. Tampoco sobra mucha plata, y por lo tanto, esas donaciones extraordinarias que esta y otras fundaciones recibieron es difícil obtenerlas. La autosustentabilidad de la fundación es mi propósito, y eso lo vamos a lograr con el sector privado. Por cada niño que un papá paga podemos financiar por lo menos dos niños del sector público.