Un escasez de pan o un aumento en el precio del trigo van a afectar a las familias más pobres, alertó
La nutricionista Susana Raffalli afirmó que hay más gente comiendo más en Venezuela, pero ese consumo no es de alimentos con valor nutricional, sino tres alimentos que predominan: tubérculos como papa y batata, plátano, harina de maíz y pastas alimenticias. Hay un alivio en la cantidad de gente que tiene hambre, pero no es nutricionalmente valioso.
Seguimos en una emergencia humanitaria compleja, aseveró. Mejoran los indicadores macroeconómicos, pero siguen los hospitales desabastecidos.
Antes de la pandemia 80% de las familias estaban en inseguridad alimentaria severa, y tenían que vender objetos o migrar; hoy varía entre 58% y 60%, apuntó.
Ha bajado también la desnutrición aguda infantil, que pasó de 17% a 10%, acotó. Pero la desnutrición severa, que tiene que ver con acceso a inmunizaciones y falta de agua, ha aumentado, describió. Debería ser de 3%, pero en algunas diócesis está en 6% o 7%. Podemos llenar de cajas CLAP esos hogares, pero mientras los niños tengan parásitos o infecciones, esa desnutrición no va a bajar, advirtió.
Por otra parte, ha aumentado la desnutrición en embarazadas.
Recordó que desde 2016 le llevan el pulso al problema, ya que cada mes hacen evaluación del estado nutricional de niños pequeños y madres, y también adelantan la encuesta de seguridad alimentaria.
Indicò que hay más familias con seguridad alimentaria, lo que puede atribuirse a la dolarización de facto, al aumento del poder adquisitivo en dólares y a la desaceleración de la inflación.
Nadie refiere que se come un repollo o un brócoli, o un plato de espinacas: «No hay plata para eso». Se compra lo más barato y lo que llena, refirió en entrevista con Unión Radio.