Hoy el estudiante venezolano, señala el presidente de la FCU-UCV, Jesús Mendoza, «es una persona de resiliencia, una persona que lucha; una persona que, si se cae, se levanta, a pesar de no tener condiciones». Esta efeméride encuentra a los estudiantes venezolanos «en las peores condiciones desde 1958», afirma René Cedillo, dirigente estudiantil de los años 90
«Me gustan los estudiantes, jardín de nuestra alegría», cantaba la chilena Violeta Parra en los años 60. El régimen de Marcos Pérez Jiménez no podía decir lo mismo en 1957, cuando la huelga estudiantil del 21 de noviembre rechaza el plebiscito que lo reelegiría. Dos meses después, Pérez Jiménez se marchaba del país.
Este martes se cumplen 66 años de la huelga estudiantil y 65 del decreto que celebra el Día del Estudiante. Pero en estas circunstancias en el país el movimiento estudiantil no celebra el Día del Estudiante, sino que lo conmemora, aclara Jesús Mendoza, presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela.
«Tenemos condiciones deplorables. Hay un gobierno nacional que ha pulverizado las reivindicaciones estudiantiles: tenemos una beca de cinco dólares, no se da el insumo de gasoil necesario para reactivar las más de 20 rutas, el comedor abre de manera intermitente», enumera Mendoza. «Las reivindicaciones se han pulverizado por falta de políticas públicas».
Esta efeméride encuentra a los estudiantes venezolanos «en las peores condiciones desde 1958. Sin los beneficios y conquistas que se obtuvieron luego de arduas y sangrientas luchas. Un ejemplo es el pasaje estudiantil, que en la práctica ha desaparecido. Fueron muchos los estudiantes asesinados que salieron a la calle para exigir esta reivindicación», recuerda René Cedillo, dirigente estudiantil de los años 90.
En sus tiempos, rememora, «una beca te permitía, por ejemplo, pagar una residencia si eras oriundo del interior, comprar cuadernos, libros (que eran baratos porque la UCV editaba muchos de ellos), ir al cine, al teatro. Incluso, una beca le permitía viajar a su tierra natal». Pero «una beca actualmente es de aproximadamente 5 dólares. Con eso no se hace nada».
Los servicios de transporte universitario, señala Cedillo, «desmejoraron demasiado en la UCV. La gran flota que tenía mi Alma Máter casi desapareció. Había para Valles del Tuy, Guarenas, Petare, La Guaira, Los Teques. No sé cuál de ellas se mantienen, además de las rutas que existían en la ciudad de Caracas. Antes tu podías llegar al centro de Caracas porque había un transporte que te llevaba. Recuerdo que una de las reivindicaciones que obtuvimos en la huelga de hambre nacional universitaria fue la dotación de transporte para todas las universidades. Fue una fiesta cuando llegaron los buses a la UCV. La alegría desbordaba porque era un clamor del estudiantado».
Una reivindicación urgente, insiste Mendoza, es el monto de la beca. «Tenemos varios meses planteando que la beca debe ser aumentada. Nos planteamos 100 dólares para los estudiantes que viven en la misma ciudad de la universidad, y 300 dólares para los estudiantes extramuros porque deben pagar residencia y otros gastos». También es urgente garantizar el gasoil para el transporte universitario y 5 mil comidas de desayuno y almuerzo».
La FCU ha liderado protestas en el Ministerio de Educación Universitaria: «Una de las últimas protestas dio como resultado la instalación de una mesa de trabajo con el Ministerio de Educación Universitaria, y esa mesa de trabajo dio el resultado de la dotación de insumos proteicos y carbohidratos al comedor para que pueda estar abierto. Hoy tenemos el comedor abierto para 1.200 comensales somo en el almuerzo gracias a esa mesa de trabajo. Pero seguimos exigiendo aumento de la beca, el transporte y el presupuesto justo».
Cuánto ha ganado y cuánto ha perdido el movimiento estudiantil es una pregunta necesaria, que no tiene respuestas en blanco o en negro. Lo único que ha ganado, critica Cedillo, «es represión. En 2014 fueron asesinados alrededor de 46 estudiantes. Y en 2017 cerca de 150. El movimiento estudiantil no solo ha luchado por sus reivindicaciones, por los DDHH y contra la crisis socioeconómica. También ha luchado por la democracia y la justicia social. Y eso hizo en esos años y subsiguientes. Obteniendo cómo respuesta represión, persecución, cárcel y muerte. Aún hay presos políticos que en esos años eran estudiantes».
Para Mendoza hay muchas cosas perdidas, pero también se puede hablar de ganancias. Es estos años «hemos perdido muchas cosas: hemos perdido reivindicaciones estudiantiles, hemos perdido material humano por gente que se ha ido y gente que ha tenido que elegir entre estudiar y trabajar, pero no todo ha sido pérdida; tenemos conocimientos, que son ganancia para los estudiantes. El estudiante que sigue asistiendo a la universidad con resiliencia, y a pesar de todos los golpes sigue insistiendo en la universidad, tiene el conocimiento que ha adquirido a través de unos profesores que están ganando un sueldo de hambre, de 30 a 40 dólares. Hay una ganancia que es el conocimiento que hemos adquirido a través de profesores que vienen a la universidad y tratan de enseñarnos».
Hoy el estudiante venezolano, señala el presidente de la FCU-UCV, «es una persona de resiliencia, una persona que lucha; una persona que, si se cae, se levanta, a pesar de no tener condiciones. Más de 50% de los estudiantes universitarios trabaja o estudia, son resilientes, están allí, trabajando». Si hay un sueño «es graduarse, es seguir e insistir»y aportar conocimiento «para la construcción de una Venezuela distinta».