«El gran desafío es cómo nos comprometemos, desde cada uno de nuestros espacios, a tener un mundo mucho más amable», subraya la activista social y consultora en paz y desarrollo. Este 17 de octubre se conmemora el Día de la Resolución de Conflictos
Se deshumaniza al oponente. Se lo quiere desaparecer de la faz de la Tierra. Se obvia que el otro es, también, un ser humano. La violencia se incrementa. Se mata de muchas maneras. «Un punto de quiebre para que los conflictos escalen es cuando deshumanizamos al oponente», cuando el que piensa diferente se convierte en «enemigo», subraya Alba Purroy, activista social y consultora en paz y desarrollo.
Este 17 de octubre se conmemora el Día de la Resolución de Conflictos. El solo uso de la palabra conflicto genera escozor en Venezuela. La experiencia de Purroy así lo indica. «Los académicos y los que estudian la conflictividad podrían enmarcar perfectamente lo que ocurre en Venezuela como una situación de conflictividad», señala en conversación por wasap con contrapunto.com.
«En Venezuela hay una mezcla de un conflicto que tiene un origen político pero que, a la larga, se ha transformado, y vemos una conflictividad social, una conflictividad económica, con base en los diferentes elementos que hay alrededor de las diferentes acciones y los diferentes hechos que han ocurrido en los últimos 30 años en Venezuela». Incluye, en su reflexión, las revueltas de los años 1980, las manifestaciones por el costo de la vida y situaciones políticas.
En un análisis global, describe que hay conflictos abiertos en la región y en el mundo, con muchas expresiones. Hay, por ejemplo, conflictos digitales, menos visibles; y conflictos visibles con enfrentamientos entre grupos armados y gobiernos, guerras abiertas como en el Medio Oriente, Ucrania-Rusia, enfrentamientos en Asia entre grupos que buscan el poder. Todo indica que esto va en aumento.
Mecanismos para resolver los conflictos de manera pacífica sí existen, recuerda Purroy: «Se pueden dividir en tres grandes grupos de trabajo: negociaciones, mediaciones y diálogo», según el trabajo que se desarrolla en la diplomacia. Otras instancias, universidades, académicos «han profundizado en la importancia de estos mecanismos» en las bases. «¿Por qué es importante esto? Es importante hacer acuerdos de paz en el alto nivel, y de alguna manera, son los que más impacto tienen en el largo tiempo, pero hacerlo sin considerar los niveles medios y bajos tiene un impacto muy importante, porque las tensiones y las polarizaciones se mantienen, porque cuesta mucho reencontrar a la gente y poner a la gente en la misma conversación de lo que se está logrando al alto nivel. El diálogo, que ha sido tan mal concebido, es un mecanismo que debe ser profundizado y ampliado en las bases».
El desconocimiento y la falta de comunicación afectan estos caminos de paz. «La guerra y las violencias nos ganan la batalla no solamente en el campo de batalla, sino en el mundo de la comunicación, porque son mucho más atractivas. Es más atractivo colocar temas violentos, temas de guerra, que colocar temas de paz». Hasta la palabra paz ha llevado lo suyo: «Es un término bastante vilipendiado, estigmatizado, mal interpretado. Por eso es importante reconocer qué significa paz. Paz significa un compromiso muy grande ante la vida de transformación, de procesos complejos; no es solo llegar a un acuerdo para algo».
A pesar de lo que ocurre en el mundo, Purroy sostiene que los mecanismos para resolver los conflictos de manera pacífica «sí funcionan, son exitosos», pero necesitan tiempo, dedicación y compromiso. «El camino puede ser más largo», subraya. Las experiencias demuestran «que los acuerdos de paz, cuando se ha considerado diversidad de voces, a la larga tienen mejores resultados. No quiere decir que no fallen, pero tienen mejores resultados. Debemos apostar por la resolución de conflictos por vía pacífica, porque en el fondo lo que hay es personas que pueden involucrarse de manera distinta a la conflictividad que vivimos como sociedad y sin querer destrozar, destruir o desaparecer al otro». Con las violencias, la única forma de relación que parece prevalecer es acabar con el otro grupo. Hay que apostar por un mundo donde convivimos todos, y cada quien tiene su perspectiva».
Para ella, como consultora de paz, «uno de los grandes retos que tenemos en los temas de paz y resolución de conflicto es que la información esté al acceso de las mayorías, porque pareciera que las mayorías se sienten distantes de los acuerdos de paz porque nunca le han dicho que forma parte de ellas». Por otra parte, persisten comunidades y líderes que hacen trabajo de paz, porque tratan de resolver conflictos tengan o no tengan la capacitación, «y esas son cosas que hay que rescatar y hay que promover».
Queda mucho trabajo, quedan muchos desafíos. «No es una cosa que corresponda solamente a un grupo de personas, a los que trabajan resolución de conflictos, a los académicos, a los activistas, a los políticos, a los comunicadores. El gran desafío es cómo nos comprometemos, desde cada uno de nuestros espacios, a tener un mundo mucho más amable. Siempre hablo de amable porque no significa que no van a existir los conflictos o que no van a existir las violencias; siempre van a existir, pero cómo abordamos los conflictos es lo que va a cambiar. Las violencias, si las disminuimos, es un elemento importante».
