Los murciélagos no son una amenaza para el ambiente ni para la salud humana, reiteró este miércoles Ariany García Rawlins, co-coordinadora del Programa para la Conservación de los Murciélagos de Venezuela.
A los murciélagos les cayó el chaparrón, porque sobre ellos ha habido muchos mitos y ahora se asociaron con la COVID-19, reflexionó. Ellos pueden ser vectores de enfermedades, y por eso es importante que haya distancia entre la fauna silvestre y la alimentación humana.
En el mundo se han descrito más de 1.100 especies de murciélagos y en Venezuela se han descrito 165 (solo tres son hematófagos), apuntó. Algunas especies se alimentan de insectos, de frutas, de polen de flores.
Están en todo el país, incluso en ecosistemas urbanos, destacó. Solo en Caracas hay más de 20 especies.
Son mamíferos nocturnos, que tienen picos de actividad después de las 10 de la noche. No son ciegos, pero la vista no es su mejor sentido, subrayó en entrevista con Unión Radio. Ellos emiten vocalizaciones, no audibles por las personas, que chocan con sus oídos y retornan; así saben distancia, velocidad. «Es como una parabólica».
La principal amenaza que afrontan es la pérdida de hábitat, la pérdida de alimentos y de refugio. «Les afecta muchísimo la desinformación», alertó, porque persisten mitos como que chupan sangre o transmiten enfermedades. «La desinformación sobre los murciélagos es una de sus grandes amenazas», subrayó.
Ellos son muy importantes para el ecosistema, porque uno de los principales polinizadores son los murciélagos, enfatizó.
El Programa nace de una iniciativa regional, en Venezuela está andando desde 2011 pero «necesitamos aliados», remarcó. Hemos tenido proyectos en la Península de Macanao y en el estado Falcón, y hemos hecho trabajo con la comunidad, con los niños y en las escuelas.