En Venezuela hay conflictos no convencionales por minerales, subrayó Alejandro Álvarez, coordinador de la organización
El ambiente no está separado de lo humano, y por eso, cuando ocurre un conflicto armado, una de las víctimas es toda la naturaleza, recordó este lunes Alejandro Álvarez, coordinador de Clima 21. «Esto tiene consecuencias a corto, mediano y largo plazo», subrayó. La fauna, por ejemplo, «es una víctima más», por la cacería, por la destrucción de su hábitat.
En una zona con movimiento masivo de tropas o con bombardeos «todos los elementos de la naturaleza van a ser destruidos», va a haber destrucción de bosques, zonas acuáticas y contaminación.
A mediano plazo «las zonas quedan contaminadas» porque «hay armamento que genera contaminación», sustancias radiactivas, fósforo y otros productos que causan un gran impacto.
Una guerra nuclear provocará daños a muy largo plazo, detalló en entrevista con Unión Radio.
Hay, también, minerales de conflicto, como el oro o el coltán, que «pueden generar conflictos armados».
Em la lógica de guerra «hay destrucción de agroecosistemas», cultivos dañados de forma deliberada «con el fin de dañar al enemigo».
Las fuentes de agua son de las más afectadas «y rápidamente destruidas» por «el mal uso, por la destrucción».
En Venezuela hay conflictos no convencionales por minerales. «La lógica de guerra es destructiva», enfatizó.