Lograr el objetivo del Acuerdo de París (2015) de limitar a 1,5 °C la subida de la temperatura global es aún posible, pero solo se conseguirá con una movilización mundial liderada por el G20 (grupo de países desarrollados y emergentes) para recortar la emisión de gases de efecto invernadero, advirtió este jueves la ONU.
El Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) dio ese aviso en su «Informe sobre la Brecha de Emisiones» de 2024, publicado antes de que empiece este 11 de noviembre en la capital de Azerbaiyán,Bakú, la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático (COP29), principal foro político para tratar la crisis climática.
El Acuerdo de París busca limitar la subida de la temperatura de la Tierra a menos de 2 °C e -idealmente- a 1,5 °C.
El secretario general de la ONU, António Guterres, alzó de nuevo la voz de alarma por el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero -un 1,3 % más en el año pasado, las mayores nunca registrada- y advirtió de que el planeta «pende de la cuerda floja».
El mensaje de Guterres señala que ese incremento contradice por completo la meta de una reducción de un 9 % anual de aquí a 2030 para lograr que el aumento global de temperaturas no rebase 1,5 grados, reseña la agencia EFE.
La realidad -señaló el secretario general- es que al ritmo actual, caminamos en la dirección opuesta, a un aumento de 3,1 grados desde ahora hasta fin de siglo.
Y lo peor -lamentó- es que los efectos son especialmente dañinos para la población más vulnerable.
Guterres, que en cada informe climático eleva el lenguaje alarmista echando mano de toda clase de metáforas, puso como ejemplos «lluvias sin precedentes que traen inundaciones bíblicas, récords de calor que convierten a las ciudades en saunas y a los bosques en polvorines, y mares recalentados que cargan huracanes monstruosos».
El político portugués no tiró la toalla y recordó que la próxima conferencia climática, la COP29 de Bakú (Azerbayán), será la ocasión para que cada país especifique sus planes climáticos concretos que aplicarán desde 2025 con el fin último de reducir la dependencia de combustibles fósiles.
Al respecto, subrayó, como viene haciendo desde hace años, que son los países industrializados del G20, responsables del 80 % de emisiones, los que deben liderar el proceso de dos maneras: primero, comprometiéndose a sus propias transiciones energéticas, y segundo, financiando los planes de reforma de las naciones más pobres con los «billones de dólares» que van a necesitar.
Y concluyó con otra de sus frases solemnes: «Estamos jugando con fuego, pero no podemos jugar con el tiempo», alertó.