En la visión indígena implica el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares
Miles de mexicanos esperan la temporada anual del Día de los Muertos a celebrarse este 2 de noviembre en varios países latinoamericanos. Según sus creencias, «los seres queridos que se han ido vuelven unas horas a compartir alimentos y dicha con ellos.»
Los mexicanos acostumbran a poner ramitos de cempasúchil, una flor que tejen alrededor de un arco que se alza sobre los tres pisos de su ofrenda.
El secretario de cultura estatal en D.F México, Víctor Cata señala que se trata de «un culto a nuestros seres queridos, con quienes vivimos un tiempo y compartimos un techo, una casa, una comida; que fueron de carne y hueso al igual que nosotros.»
«Para nosotros ese arco significa el portal para que los difuntos puedan llegar hasta nuestra casa», explicó.

Otros aseguran que construyen caminos de flores hasta la puerta porque es una señal de que los difuntos «son bienvenidos.”
Igualmente acostumbran a colocar copal, un incienso compuesto de resinas que al encenderse desprende un aroma que, según se piensa, guía a los muertos hacia su hogar. Luego les disponen alimentos como manzanas, maní y dulces de azúcar.
Esta forma ritualística de honrar a los difuntos, también prepara el pan de yema, un pan del tamaño de un plato que tiene una figurita humana en el centro con chocolates para que los muertos saboreen esas exquisiteces.
El Día de Muertos en la visión indígena implica el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en su honor, señalan los devotos.






