Una familia venezolana está de luto tras la muerte de uno de sus seres queridos en un brutal ataque armado ocurrido en Guayaquil, Ecuador, el pasado 10 de agosto. El venezolano José Alberto Camacaro Corrales, de 36 años, se convirtió en una de las seis víctimas fatales de la masacre que dejó también siete personas heridas en el sector de Monte Sinaí.
José Alberto, quien se desempeñaba como transportista, emigró de Venezuela hace seis años en busca de un futuro más seguro y próspero. Sin embargo, su vida terminó truncada por la ola de violencia que azota el país.
El suceso armado ocurrió alrededor de las 3:00 p.m. en la cooperativa El Sol, cuando individuos antisociales vestidos con uniformes militares abrieron fuego indiscriminadamente contra un grupo de personas transeúntes en plena vía pública.
Según los reportes del medio local Extra, el ataque se enmarca en una disputa territorial entre bandas criminales por el control del microtráfico de drogas. La violencia, cada vez más recurrente, ha convertido a Guayaquil en uno de los epicentros de la crisis de seguridad en Ecuador.
El primer semestre de 2025 cerró con la cifra de homicidios más alta en la historia de dicho país de acuerdo con la reseña de este medio, un claro reflejo del fracaso de las políticas de seguridad del gobierno de Daniel Noboa.
Las otras víctimas fueron identificadas como María Fernanda Calvas Sevillano (33), Jonathan Joel Suárez Mendieta (28), Julián Grueso Ayoví (46), Oliver Gerardo Quintero Casquete (36) y Alexander Fernando Canelos Zambrano (23). Los atacantes utilizaron fusiles y pistolas, dejando más de 70 balas percutidas en la escena y las víctimas presentaban múltiples heridas de proyectil en distintas partes del cuerpo.
Por otra parte, el hecho dejó un saldo de siete heridos, tres de los cuales se encuentran en estado crítico. Las autoridades ecuatorianas han iniciado investigaciones, recolectando evidencias y revisando cámaras de seguridad, pero hasta el momento no se han reportado detenciones.
La muerte de José Alberto Camacaro ha conmocionado a su familia, a su madre y hermanas en Venezuela, y reaviva el dolor y el riesgo que enfrentan los migrantes que, obligados a dejar su país, encuentran un destino fatal en su búsqueda de nuevas oportunidades. Este trágico suceso deja en evidencia la vulnerabilidad de la población migrante venezolana en el contexto de una escalada de violencia que no distingue nacionalidades.






