Argentina abre este lunes el ‘cepo’ cambiario, como se denomina la engorrosa maraña de restricciones para comprar dólares que durante casi catorce años ha intentado, sin suerte, contener el apetito de los argentinos por la divisa estadounidense y que se volvió una pesadilla para el funcionamiento de la segunda mayor economía de Suramérica.
“Hoy pudimos sacar la última espina que nos infligía un dolor profundo: nos deshicimos del ‘cepo’ cambiario, una aberración que nunca debería haber existido”, dijo el presidente argentino, Javier Milei, al anunciar el pasado viernes el fin de la mayoría de las restricciones cambiarias.
La génesis del ‘cepo’ se remonta a octubre de 2011, cuando el entonces Gobierno de la peronista Cristina Fernández (2007-2015) impuso las primeras restricciones para intentar contener la fuga de divisas.
Para comprar dólares en un banco, la operación debía ser antes autorizada por el fisco.
Con el correr de los años, el ‘cepo’ se endureció: se restringió el acceso a divisas para viajes y transferencias al exterior, se aplicaron fuertes impuestos adicionales para compras con tarjeta en el extranjero y se multiplicaron los requisitos para comprar dólares. Por ejemplo, los beneficiarios de ayudas sociales quedaron inhabilitados para adquirir divisas.
Finalmente, el monto máximo de compra por mes para aquellas personas que cumplieran los requisitos quedó reducido a 200 dólares, con la imposición de una tasa adicional del 30 %.
Las empresas también sufrieron las restricciones: trabas para hacer transferencias al exterior y pagar importaciones, imposibilidad de girar utilidades a las casas matrices y tipos de cambio especiales para liquidar exportaciones, entre otras.
Las restricciones fueron un factor de distorsión en la economía, que desincentivó la inversión y la producción, complicó el comercio exterior y generó más especulación.
Tras su llegada a la Presidencia, a finales de 2015, el conservador Mauricio Macri levantó muchas de las restricciones, pero en 2019 -último año de su mandato- las restableció en medio de una fuerte fuga de capitales.
Los controles cambiarios se profundizaron durante el Gobierno del peronista Alberto Fernández (2019-2023) y Milei llegó a la Presidencia a finales de 2023 tras una campaña basada en la promesa de acabar con el ‘cepo’, entre otras.
Burlando el ‘cepo’
Argentina es una economía bimonetaria ‘de hecho’, en la que, si bien hay una moneda propia -el peso-, es el precio del dólar el que determina las decisiones cotidianas de inversores, empresas y familias, una obsesión forjada al calor de las recurrentes crisis financieras del país suramericano.
Desde hace décadas, los argentinos se refugian en el dólar para cuidar lo mucho o poco que ahorran.
La imposición del ‘cepo’, lejos de desarticular esta costumbre, lo que provocó fue el florecimiento del mercado informal -el denominado ‘dólar blue’- y la invención de sofisticados mecanismos financieros para hacerse con dólares.
Así surgieron el ‘dólar MEP’ y el ‘dólar CCL’, obtenidos a través de operaciones con bonos y acciones, y el ‘dólar cripto’, adquiriendo criptomonedas con pesos y vendiéndolas en dólares.
Las diferencias de cotización entre el tipo de cambio oficial y los alternativos llegaron a rozar el 150 %, un fenómeno conocido como ‘brecha cambiaria’ muy nocivo para la economía.
Menú de dólares
En una Argentina donde escasean los dólares en su Banco Central, llegó a haber una veintena de tipos de cambio diferenciales.
¿Los más conocidos? ‘Dólar ahorro’ o ‘solidario’, tipo de cambio oficial con impuestos adicionales; ‘dólar tarjeta’ o ‘turista’, para compras con tarjeta en el exterior o contratación de servicios como Netflix; o ‘dólar soja’, tipo de cambio oficial para liquidar las exportaciones de esa oleaginosa.
Llegó a existir el ‘dólar Coldplay’ -en alusión a la banda británica-, un tipo de cambio diferencial para la contratación de artistas extranjeros que daban conciertos en Argentina, y el ‘dólar Qatar’, aplicado a los gastos de los hinchas argentinos que en 2022 viajaron a Catar para el Mundial de fútbol.
Información de EFE