Una vez certificado el fallecimiento del monarca, se celebra la segunda parte del Consejo de Ascensión, que es en la práctica el primer Consejo de Estado
El hijo de Isabel II, el príncipe de Gales, que en noviembre cumplirá 74 años, es el siguiente en la línea de sucesión al trono británico. Llegado el momento, Carlos deberá elegir el nombre bajo el que quiere reinar. Su madre, Isabel, ha mantenido su nombre de bautismo, pero, por ejemplo, su abuelo Alberto eligió el nombre de Jorge VI. Carlos es un nombre de mal agüero en la tradición británica: Carlos I fue ejecutado, mientras que Carlos II se convirtió en secreto al catolicismo, así que no se descarta que el futuro rey elija otro, reseñó el diario El País de España.

Señala el medio español que, igualmente importante ha de ser el tratamiento de Camila, la esposa de Carlos. Desde su matrimonio, en 2005, Camilla no ha utilizado el título de princesa de Gales que le corresponde por derecho por ser la mujer del heredero, presentándose como la duquesa de Cornualles o la duquesa de Rothesay (en Escocia), otros dos títulos que tiene su esposo.
Durante muchos años se ha especulado con cuál habría de ser el tratamiento de la futura reina, hasta que Isabel II zanjó el asunto el 5 de febrero, la víspera de su 70º aniversario en el trono, al afirmar que esperaba que Camilla adoptase el título de reina que le corresponde, aunque un sondeo publicado en la ocasión indicaba que solo el 14% de los británicos estaba de acuerdo.
Una vez certificado el fallecimiento del monarca, se celebra la segunda parte del Consejo de Ascensión, que es en la práctica el primer Consejo de Estado. El Consejo de Estado (técnicamente, el Consejo Privado de Su Majestad) está formado por 719 miembros, casi todos políticos (del Gobierno y de la oposición, retirados y en activo), altos cargos de la Iglesia Anglicana y juristas de prestigio. En esta sesión, el rey jura mantener la profesión de fe protestante, como manda la Ley de Establecimiento de 1701. La proclamación es después leída, primero en el balcón de Saint James, luego en la Torre de Londres, en Edimburgo, Cardiff y Belfast (capitales de Escocia, Gales e Irlanda del Norte) y en las capitales de los países que tienen como rey al de Inglaterra.
El monarca británico no tiene poder político, pero Isabel tenía inmenso poder como figura insigne, como se demostró en el 2011 en la primera visita de Estado de un monarca a la vecina Irlanda, desde que este país se separara del Reino Unido.