El papa Francisco, líder de la Iglesia católica durante 12 años, fue enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, un hecho que marca un hito en la historia del Vaticano. Su decisión de reposar en este templo mariano, en lugar de las tradicionales grutas de la Basílica de San Pedro, responde a su profunda devoción por la Virgen María y su deseo de una sepultura sencilla.
Un entierro fuera del Vaticano
Desde León XIII en 1903, ningún pontífice había sido enterrado fuera de los muros vaticanos. Francisco rompió con esta tradición al elegir la Basílica de Santa María la Mayor, un lugar que visitaba antes y después de cada viaje apostólico para encomendarse a la Virgen “Salus Populi Romani”. Su féretro recorrió las calles de Roma en un cortejo fúnebre que pasó por lugares emblemáticos como el Coliseo, en medio de una multitudinaria despedida.
La sencillez como legado
El papa dejó instrucciones claras en su testamento: su tumba debía ser simple, sin ornamentaciones, con la única inscripción “Franciscus” y una reproducción de su cruz pectoral en plata. Su sepultura se encuentra entre la Capilla Paolina, donde se venera el ícono mariano, y la tumba de la familia Sforza. Este gesto refleja su compromiso con la humildad y su cercanía con los más desfavorecidos.

Un pontificado marcado por la justicia social
Para los teólogos, Francisco será recordado como el papa de los marginados. Durante su funeral, el cardenal Giovanni Battista Re destacó sus innumerables esfuerzos en defensa de los migrantes y refugiados, así como su incansable llamado a la paz en conflictos como el de Rusia y Ucrania. Su entierro contó con la presencia de líderes mundiales y figuras de la realeza, pero también con un grupo de personas sin hogar, migrantes y presos, a quienes siempre mostró su apoyo.
El legado de Francisco en la Basílica
La Basílica de Santa María la Mayor, construida en el siglo V, es uno de los templos más importantes de la Iglesia católica. Su elección como lugar de descanso final refuerza el mensaje de Francisco sobre la importancia de la fe popular y la devoción mariana. Desde el 27 de abril, los fieles pueden visitar su tumba y rendir homenaje a un pontífice que transformó la Iglesia con su mensaje de inclusión y justicia social.
Muchos afirman que el papa Francisco deja un legado imborrable, no solo por sus reformas y su cercanía con los más vulnerables, sino también por su última decisión: descansar en un santuario mariano que simboliza su amor por la Virgen y su compromiso con la sencillez.