Miles de personas se congregaron en la emblemática Plaza de Mayo, para celebrar el regreso del peronismo al poder.
En un discurso de más de una hora, Alberto Fernández, nuevo Presidente de Argentina, rechazó frente a miles de ciudadanos la gestión del Presidente anterior, y señaló que junto a Cristina Fernández, regresaron al poder del país para cerrar la grieta que divide al país por formas y modos; impulsar el crecimiento económico, reformar la justicia, y fomentar la integración global.
Los objetivos mencionados por el nuevo mandatario no están muy distanciados de los establecidos por Macri, Presidente saliente, quien en su última cadena nacional como Jefe de Estado recordó sus aciertos y desaciertos durante su gestión.
Tras lograr la unidad del peronismo, Fernández apuesta por dejar de lado la fractura y a la grieta económica, según su juicio; dará lugar a que «esas heridas sigan sangrando. Actuar de ese modo, sería lo mismo que empujarnos al abismo. No cuenten conmigo para seguir transitando el camino del desencuentro», dijo.
Entre las primeras medidas económicas que anunció Fernández, figura un sistema masivo de créditos no bancarios a tasas bajas, medidas para incentivar el empleo juvenil y un plan de reactivación de obras públicas, con proyectos de infraestructura de ejecución rápida y que generen «gran empleo de mano de obra local».
Alberto Fernández,también afirmó que la Agencia Federal de Inteligencia intervendrá en el sistema judicial para impulsar una reestructuración de todo el cuerpo de inteligencia e información estratégica del Estado, así como la supresión de los fondos reservados de este organismo que «se destinarán a la lucha contra el hambre».
Uno de los temas que también fueron tópicos en el discurso de Fernández, fue la integración plural y global que dará el primer paso con la construcción de una agenda «ambiciosa, innovadora y creativa, en lo tecnológico, productivo y estratégico» con países como Brasil, principal socio económico.
Durante la investidura, Macri y Alberto Fernández tuvieron un encuentro afectivo, caso contrario al saludo entre el Presidente saliente y Fernández de Kirchner, quien saludó esquivando la mirada.