El recuerdo de las víctimas del 13 de noviembre de 2015 sigue marcando la memoria colectiva de Francia.
Los ataques coordinados del grupo Estado Islámico dejaron 130 muertos y más de 400 heridos en París, transformando la percepción de seguridad en Europa.
Era un viernes como cualquier otro cuando el sonido de los disparos y las explosiones quebró la noche parisina.
«En el Stade de France, mientras se disputaba un partido amistoso entre Francia y Alemania, tres atacantes se inmolaron en las inmediaciones del estadio. Minutos después, otros comandos abrieron fuego en cafés y restaurantes de los distritos 10 y 11, antes de que la tragedia alcanzara su punto más sangriento en la sala de conciertos Bataclan, donde 90 personas fueron asesinadas durante un concierto de rock», informó Fran24.
París quedó paralizada, y el mundo, conmocionado ante la magnitud del horror.
Una década más tarde, Francia mantiene viva la memoria de aquellas víctimas y refuerza su compromiso con la lucha contra el extremismo.
Tras seis años de investigación y un juicio histórico de nueve meses, la Justicia francesa dictó sentencia contra 19 acusados, incluyendo la cadena perpetua para Salah Abdeslam, único superviviente del comando terrorista.
Sin embargo, más allá de las condenas, el país sigue enfrentando las secuelas emocionales y sociales de aquel trauma colectivo que redefinió la política antiterrorista europea.






