«Cuando un país deja de percibir que su universidad es importante en esa medida deja de defenderla. A nadie le duele que la universidad no tenga presupuesto», razona este químico caraqueño, profesor de la Facultad de Ciencias. Su lema de campaña es «Hagamos el cambio»
Sentarse en una silla desvencijada en un pasillo de la UCV es mucho más que una metáfora de lo que ha sucedido en la que es (o fue) la primera casa de estudios de Venezuela. El profesor Paulino Betancourt es una de las voluntades que quiere ejecutar cambios estructurales en la universidad, y que al sentarse en esa silla que suena y que apenas resiste el peso de los ocupantes . Tal parece que la Facultad de Ciencias espera liderar una sacudida en las aguas universitarias, porque Betancourt -al igual que otro candidato, el profesor Humberto Rojas- es de esa área académica.
Al preguntarle por qué quiere lanzarse al ruedo si hay varias opciones, responde que han pasado 14 años desde el último proceso electoral «y han surgido nuevos liderazgos dentro de la institución, lo que se refleja en las candidaturas y en las propuestas distintas de universidad. Algunas somos coincidentes en algunos puntos, pero creo que hay algunas diferencias sobre el cómo implementar estas propuestas, y eso nos ha llevado allí».
Betancourt es caraqueño y químico. Aunque cuenta que no le fue muy bien en química en el bachillerato, reconoce que tuvo buenos profesores que lo enamoraron de esta disciplina. «No me arrepiento de haber estudiado química. Hice el match con la carrera. Ya tengo 26 años en la universidad». Egresó de su pregrado en 1994, se formó en Francia en química aplicada al petróleo, trabajó en empresas privadas e ingresó a la UCV cuando se abrió un concurso en su área. Afirma que no se aburre: «En la universidad todos los días son distintos. Eso me encanta».
Le llama la atención que en el mundo se respalde la ciencia y la tecnología como camino al desarrollo de las naciones y se invierta en la generación de conocimiento, mientras «pareciera que la receta venezolana es hacer lo contrario: es tratar de disminuir el número de científicos y tecnólogos que puedan hacer las transformaciones y generen conocimiento que puede resolver los problemas. Creo que no han estado las personas idóneas en la toma de decisiones en la educación en el país, y no han visto la importancia y el valor que tienen la ciencia y el desarrollo tecnológico para el país. Me encantaría que esa visión cambiara, y que cosas como las sanciones y la crisis económica hicieran ver a nuestros gobernantes que la única manera de salir de una crisis es a través del conocimiento».
Reivindica el haber pasado sus años universitarios en el laboratorio de procesos de la Facultad de Ciencias. Se mantiene en las aulas, y ahora dicta la materia análisis de procesos. «Siempre he estado trabajando en mi parte científica. En años recientes es que me he empezado a involucrar un poco más en eso que llaman la política universitaria. Me angustia un poco la forma como está la universidad; no solo por la agresión permanente que siempre han tenido los gobiernos, sino que ahora internamente tenemos también circunstancias que han hecho que la universidad se haya deteriorado y se haya venido a menos», explica en entrevista con contrapunto.com. «Considero que tengo una propuesta para la recuperación de la universidad».
Su equipo lo integran Nina Polanco (Medicina) como candidata a vicerrectora académica; Emilio Flores (Faces) como candidato a vicerrector administrativo y Amalio Sarco Lira (Humanidades) como candidato a secretario. «Los seleccioné muy bien para que seamos la ‘plancha del día 0’. Llegamos y ya sabemos qué hacer». Su lema de campaña es «Hagamos el cambio».
-¿Por qué la universidad dejó de dolerles a factores internos y externos?
-La universidad dejó de insertarse en las políticas públicas del país, dejó de estar presente en la sociedad, dejó de serle útil al país. En Amazonas teníamos el núcleo de odontología, de medicina; estaba el servicio comunitario y estaba un núcleo de educación. Teníamos programas para favorecer a estudiantes de Amazonas, y la universidad desde hace bastantes años se replegó, entró en sus propios muros y dejó de existir para el país. Cuando un país deja de percibir que su universidad es importante en esa medida deja de defenderla. A nadie le duele que la universidad no tenga presupuesto. Que llegamos a tener 1% de lo solicitado el año pasado demuestra que no solo hay una agresión por parte del gobierno sino que la sociedad venezolana no nos está respaldando.
-¿Es un fenómeno reciente? ¿Por la emergencia humanitaria
La emergencia humanitaria nos afectó, porque perdimos parte de la planta profesoral. Perdimos una buena cantidad de estudiantes. No asumimos con seriedad el compromiso que se nos estaba planteando. Es hora de que retomemos esos compromisos, de que demos nuevas ideas. Esta es una institución muy plural, a todos nos afecta y todos queremos a nuestra casa.
-Hay gente del gobierno, egresada de aquí, que parece que no quisiera mucho a la universidad.
-Los hay. He conversado con algunos de ellos y todavía mantienen su espíritu ucevista. Sin embargo, su actuación… aquello de que «por sus actos los conoceréis» es más válido, y ciertamente creo que es planificada la forma como han venido ejecutando un plan contra la universidad.
-¿Ese plan para qué? ¿Para convertir la universidad en qué?
-Es contradictorio. Parte del control que se quiere ejercer sobre cada uno de los aspectos de la vida nacional hace que nosotros estemos en la mira del control que quiere ejercer el Estado o el gobierno sobre la república. Es contradictorio, porque para que un país pueda llegar al desarrollo, para que pueda darles bienestar a sus habitantes necesita de una universidad. Necesita una universidad que genere conocimientos, que esté permanentemente formando personas que tengan la capacitación necesaria. Parece contradictorio que, en este esquema de dominación que incluye la destrucción de la universidad, al mismo tiempo descuiden el resto, porque el futuro de la universidad es el futuro del país.
-¿El plan es acabar la universidad para qué?
-Es dominarla. He hablado con sectores del gobierno y les he dicho que el papel fundamental de la universidad es el desarrollo de la conciencia crítica, y en el desarrollo de conciencia crítica siempre va a haber cuestionamientos al gobierno, al Estado venezolano, y sobre todo con un gobierno que no lo hace del todo bien. Sé que eso molesta, pero es parte del ser universitario: es ser crítico, enfrentar lo que se considera injusto. La universidad tiene ese perfil y lo va a seguir teniendo.
-¿Les molesta la crítica?
-Enormemente. Una de las expresiones es que mucho de lo que la universidad ha hecho es la confrontación, y es cierto. La universidad ha confrontado, quizá no de la mejor manera, cuando debimos haber llegado a una situación de negociación con el Estado. Perdimos el Hospital Universitario y hay que retomarlo. Los universitarios somos capaces de gerenciar, y gerenciar eficazmente, el Hospital Universitario. A veces bromeo y digo que si me dan el Hospital de Coche, también lo pongo a funcionar.
-El estado de la universidad no parece avalar lo que usted dice, que hay capacidad de gerencia. La universidad está como está, y está en manos de universitarios.
-Hay algo que tenemos muy arraigado, que es una especie de populismo que impide que veamos las posibilidades de cambio en la institución. Las universidades son instituciones reacias al cambio, pero estamos en una condición en la que es imperativo que hagamos los cambios para poder mantenerla funcionando y que volvamos a cerrar las brechas que tenemos; no solamente con las universidades nacionales, sino además volver a posicionarnos internacionalmente. Era el orgullo que sentíamos los ucevistas, porque nuestra universidad era una de las mejores del mundo.
-¿Lo es ahora?
-No, porque nos quedamos en aquello de que somos la primera del país, la 36 de América Latina, pero somos las 5.850 del mundo. Esa es la verdad. Es muy necesario que cerremos esa brecha, que empecemos a insertarnos de nuevo en ese quehacer universitario mundial; que estemos allí para volver a generar conocimiento que sea de valor, que sea conocimiento de frontera. Que estemos en la discusión mundial de lo que está ocurriendo es necesario. Tenemos valores y profesores de muy alta preparación para poder enfrentar estos retos. Estamos en el momento adecuado para que hagamos estos cambios.
-Usted habla de negociar en vez de confrontar. Como rector, ¿cómo asumiría esto?
-El gobierno existe, ejerce el control. Tenemos que negociar desde el CNU. En el CNU la UCV perdió el liderazgo y hay que retomarlo nuevamente. La universidad tiene que volver a llevar proyectos, propuestas que tenga sobre el país y sobre la propia educación universitaria. No podemos abandonar esos espacios. Hay que sentarnos con varios sectores del poder para establecer cosas como el Hospital Universitario, nuestra relación con los estadios, con la propia Comisión Presidencial que está pagándonos una deuda que tiene más de 15 años en el descuido y el abandono de las universidades. Esas cosas hay que sentarse y conversarlas. Creo tener la capacidad para poder llegar a acuerdos y hacerme sentir y poner los límites que correspondan.
-¿Acuerdos, por ejemplo?
-Para la Zona Rental de la UCV hay que llegar a un acuerdo. Eso está en el limbo. Desde hace 40 años tenemos un limbo legal con la Zona Rental y hay que recuperarla, porque la Zona Rental es parte de lo que la universidad podría usar para mantenerse.
-¿Qué más?
-Tenemos una serie de estaciones experimentales de la Facultad de Agronomía y Veterinaria que pueden ser productivas, que podrían proporcionar mucho al país. Estaciones como La Cumaca, de genética del ganado, podrían estar produciendo para la universidad y aportando el conocimiento necesario para el mejoramiento de ganado.
-¿Por qué eso hay que negociarlo?
-Porque resulta que hay una agresión constante. El problema de las invasiones.
-¿Están invadidas?
-Algunas están muy afectadas por el problema de las invasiones, por la falta de seguridad en las instalaciones, lo que hace que hayan sido desvalijadas. El núcleo Cagua de la UCV quedó completamente devastado. Ahí es que uno ve una interacción de factores ajenos a la universidad que desean destruirla: robaron los techos, rompieron las paredes. Fue expresamente destruir el núcleo.
-¿Sobre qué más podría haber acuerdo?
-Una visión de la universidad es seguir exigiendo un derecho constitucional, el derecho al presupuesto. No voy a seguir con lo del presupuesto justo, que está trillado y desde 1961 estamos escuchando. Yo sí quisiera poder tener un parque tecnológico donde seamos capaces de incubar empresas, donde se desarrollen empresas mixtas, la universidad coloque el conocimiento y el sector productivo coloque el financiamiento. Que permita que resolvamos problemas del país, y al mismo tiempo, se permita a la universidad sostenerse con un ingreso.
-¿Qué tanto de lo que necesita debería generar la universidad?
-El artículo 9 de la ley de universidades dice que la universidad puede ser financieramente autónoma. Un rector dijo que la universidad debería poder generar todos sus recursos. Es una deuda que tenemos. No sé si efectivamente pudiéramos, en un periodo de cuatro años, poder generar los recursos para ello. Pero consideramos fundamental que nosotros dialoguemos, que estemos manifestando y, sobre todo, haciéndonos sentir. Una universidad de primer orden necesita los recursos. El Estado está obligado a poder entregar esos recursos.
-¿Qué haría con la comisión presidencial?
-Ellos están pagando una deuda con la universidad. Dejaron de asistir a la institución hace más de 15 años. Agradecemos que hayan tomado la decisión de recuperar la universidad, y en algún momento tendrán que retirarse. Si nosotros contamos con el presupuesto necesario para el mantenimiento no necesitamos una comisión presidencial. Esa es la verdad.
-¿Si no se van?
-La comunidad va a tener que unirse para poder exigir que se retiren.
Para mejorar la vigilancia Betancourt propone entrega de incentivos económicos a los trabajadores «para que puedan dar lo mejor de sí en esa tarea». Todo pasa, sin duda, por resolver el conflicto interno «para el que hay que buscar una solución».
-¿Cómo saca a los funcionarios policiales? ¿Cómo maneja eso?
-Vamos a tener mayor control sobre las puertas. Creo que hay que hacer un programa de formación de nuestros vigilantes, incluso en aspectos como derechos humanos, para que tengamos una vigilancia más comprometida y formada con los requerimientos mínimos para la protección individual y la protección de los bienes, y para que sean capaces de enfrentar situaciones que nos son ajenas, porque muchos de los problemas de delincuencia provienen de fuera.
-¿Y si los funcionarios entran?
-Vamos a evitar que eso ocurra. Vamos a cerrarles el paso. Ellos deben estar en la parte externa, que es de donde viene la mayoría de los problemas.
-¿Cómo se encarga la universidad del Hospital Universitario, sin dinero?
-Tiene que haber una fuente de ingresos para que lo podamos administrar, porque el Universitario es un hospital para actividades pedagógicas. Un hospital en el que se hacía investigación científica. Por eso en ese hospital comenzaron los trasplantes de órganos en Venezuela, porque su función era académica y eso lo tenemos que recuperar. No es un hospital de atención al público, que lo puede hacer, pero tiene que enfocarse en otras tareas que son académicas, de formación.
-¿Cómo sería? ¿Que la universidad se encargue de su administración y manejo?
-Exactamente. Tenemos que visualizarnos en una situación distinta. Los profesores, empleados y obreros de la universidad, así como los estudiantes, estamos desasistidos desde el punto de vista de la seguridad social, y necesitamos una institución como el Universitario operativa, que permita que pueda ser utilizada para atender a la comunidad. No solamente está el que podamos desarrollar las actividades académicas con libertad dentro del hospital sino que adicionalmente podamos utilizarlo sin desmedro de la atención al público y que haya una cierta preferencia para la comunidad universitaria.
-¿Cómo se puede resolver el problema salarial? Se siguen yendo los profesores.
-En caso de que el Estado sea incapaz de resolver ese problema la solución pasa por poder otorgar incentivos. Eso viene porque seamos capaces de generar ingresos propios. Parte de la idea es que seamos capaces de generar recursos suficientes para atender cosas medulares. Una de ellas es el problema primario que tenemos, que es cómo hacer que los profesores vuelvan al aula.
-¿Cómo haría usted?
-Con incentivos.
-¿De dónde saca el dinero?
-La idea es que podamos generar ingresos propios e ingresos suficientes para que eso pueda ocurrir. Sé que eso conlleva a desmontar parte de la normativa y legislación universitaria, que hace que sea difícil. Es una camisa de fuerza que tenemos colocada ahora para los ingresos propios, pero adicionalmente hay que reestructurar el organigrama de la institución. Hay que modificarlo, hacerlo mucho más ágil, de manera que pueda responder con celeridad al manejo de estos recursos, y que puedan ser gestionados. No solamente tenemos que desmontar parte de la legislación, tenemos que simplificar el organigrama de la institución y adicionalmente tenemos que simplificar la universidad. Hay que darles más responsabilidades a las facultades, escuelas e institutos, de manera que puedan ser capaces de administrar y gerenciar esos recursos.
-¿Sería una reestructuración de la universidad?
-Creo que, más que una reestructuración, es una transformación. Mucho de nuestro esquema de funcionamiento viene de los años 60, cuando éramos una universidad mucho más pequeña y los problemas eran distintos y la inserción en la sociedad no era una prioridad. En este momento han cambiado las cosas; de tal manera que no solamente tenemos que hacer que sea una universidad funcional, ágil y flexible, que se pueda ir amoldando a las circunstancias. Desde hace 10 años o más se habla de que estamos en la cuarta revolución industrial. Las universidades deberían estar moviéndose hacia esa revolución industrial, porque es la revolución industrial en la que está la inteligencia artificial, la big data y una serie de cosas que están ocurriendo a escala mundial con el desarrollo de la tecnología a las cuales no nos hemos adaptado. El mundo se está moviendo hacia allá; el país, queramos o no, se va a mover hacia allá y nosotros tenemos que darles una solución a los problemas que se van a originar a partir de eso. Tenemos que generar el recurso humano que va a enfrentar esos problemas.
-Dice que la legislación actual es una camisa de fuerza para la generación de ingresos propios. ¿Hay que quitarse esa camisa de fuerza?
-Exactamente.
-¿Cómo se hacen esas reformas que no dependen de la universidad?
-Sí dependen. La ley establece que podemos generar recursos propios. Internamente hicimos una serie de controles excesivos sobre esos recursos que hay que desmontar.
-¿Es un desmontaje interno?
-Interno.
-¿No depende de la Asamblea Nacional?
-Nada de eso. Es un asunto interno de los universitarios. Vamos a tener que reunir a toda la universidad, empleados, estudiantes y obreros para que todos entendamos la necesidad de un cambio y hacia dónde queremos llevar la universidad.
-¿Hacia dónde la quiere llevar usted como científico?
-No quiero decir que quiero la universidad del siglo XXI porque eso me suena al socialismo del siglo XXI. Quiero una universidad pública, que se mantenga gratuita, que sea la primera del mundo, que seamos los generadores de conocimiento y que eso nos distinga del resto. Esa es mi visión y mi sueño de universidad: una universidad que se levante por sus propios pies y sea capaz de funcionar
-¿Cuáles son las amenazas para la universidad, en su opinión, en este momento?
-La principal es la externa, el dominio excesivo que quiere el Estado sobre todos los aspectos de la vida nacional. Otro aspecto preocupante es que todavía no hayamos tenido la conciencia suficiente como para ver la necesidad del cambio.
-¿No la hay internamente?
-Creo que se está dando una visión de que la universidad debe cambiar, y creo que la comunidad está en la línea de los cambios fundamentales que requiere la universidad. Lo que no sé es si vamos a ser capaces de dar ese salto. Si es por mí, la universidad va a contar con el impulso para poderla mover y hacer los cambios.
-¿Cuáles son las áreas que ve más críticas?
-Lo urgente tiene que ver con cosas como la transparencia dentro de los procedimientos. Me planteo un modelo de gobierno abierto, un modelo que permita que no solamente pueda ver los procedimientos, qué están haciendo las autoridades y, si hago un trámite, por dónde va ese trámite. Es que podamos ver exactamente cómo se está invirtiendo cada uno de los bolívares que ingresan, que la comunidad sepa. Creo que lo más importante en este momento es ganar la confianza. Tenemos que ganar la confianza para recuperar una cosa muy importante: que podamos recuperar la autoridad.
-¿No la hay en este momento?
-No la hay. Parte de nuestro problema desde hace 10 años es que se perdió la autoridad.
-¿Quién gobierna la UCV, entonces?
-La inercia. Somos un movimiento inercial.
Betancourt relata que, desde finales de enero de este año, estuvo dispuesto a llegar a acuerdos para candidaturas en la UCV, pero «no se pudieron dar los acuerdos. Estuve dispuesto durante mucho tiempo. Creo que hay un mensaje de la universidad, como caja de resonancia hacia el país: no importa que haya diferencias en el pensamiento y forma de hacer las cosas, nosotros debemos demostrarle al país que hay un interés por la unidad».
-No parece. Están muy divididos. ¿O se van a unir para la segunda vuelta, si hay segunda vuelta?
-Va a ser inevitable que lleguemos a esos acuerdos. Nosotros tenemos que transmitir al país una cosa mucho más contundente: que los universitarios tenemos claro que debemos unirnos para poder enfrentar las dificultades dentro de la institución, y los riesgos y peligro que puedan venir de afuera. Con este escenario de primaria queremos que se pudieran ventilar este tipo de discusiones. Entendemos que la atomización pareciera ser inevitable. Pero la responsabilidad de nosotros los universitarios es servir de luz para lo que ocurra en el país.